22.53h, nos vamos superando. Décima semana ya y el programa giraría en torno a las mamis, otro clasicazo de Top Chef, recordando la “importancia de un buen desayuno” para afrontar la recta hacia la semifinal sin inmunidades que valgan de aquí en adelante. Aquí, la #gilicrónica de #topchef10.
El reencuentro con las madres se producía en la despensa ante un desayuno de titanes. Víctor veía a su madre (Cremilda) tras mucho tiempo (ni siquiera conocía a su mujer y nieta) y nos dejaba las escenas más cremositas. La alegría de verlas hizo que todos empezaran a engullir sin saber que el plato de la prueba de fuego deberían prepararlo con las sobras del banquete matutino. Conocíamos a Loli (Moño), Mª Carmen (Richard), Conchi (Montoro) y la tía Pilu (Rakel), partes todas ellas más que fundamentales en el devenir del programa. Cuando todos hacían cábalas sobre el plato a preparar con su familia, Alberto les dejaba claro dos cosas: que ya no hay brazalete de intocable y solo privilegios y que, en esta prueba, estarían solos con 30 minutos por delante: “no me gusta hacer comida sobre comida ya hecha”, se quejaba Private. Así vimos lo que preparó finalmente. También nos enterábamos de que El Celeste iba para arquitecto pero giró al fogón o que a Rakel le iba jugar con fuego de pequeña, emocionándose con los escasos recuerdos de su madre. “A mi por debajico me dice que soy la más especial”, nos contaba Melissa … no, si “especial”, eres.
El tiempo se esfumaba y la cata comenzaba con “la montañita” de Moño Rebelde o “Desayuno Lola” como ella lo bautizó. No tuvo que estar maligno cuando Alberto metió la cuchara 3 veces. Los “Frigoles con tosta de sobrasada” de Víctor tenían una pinta espectacular y se llevó los halagos del madrileño: “francamente rico y muy de Perú, mola”. El más currado, también. Richard comenzaba “torcío” la noche con su “Torrija no caramelizada porque no había azúcar pero la llamo así porque me pone“. Chicote le dejó claro que nombre y sabor no casaban. Turno para Private Montoro, capaz de lo mejor y lo peor y que lleva unas semanas presentando más de una plasta infame. Anoche, tras recolectar toda la carnaza que encontró en la mesa del desayuno, se marcó una “Milhoja pastosa y espuma de tres quesos con guacamole envasado pero me sirve” que hacía que se ganara con justicia la charla que recibió del jurado. Cocinar, más bien poco, porque ni el revuelto le quedó apetitoso. Finalmente, Rakel, presentaba su “La Mamma” que, visualmente y, como casi siempre, era el más bonito. Confirmábamos de dónde le viene ese genio y carácter a ratos insoportable (Calabresa) y Víctor dudaba entre “mala leche o mafia” haciendo risitas con su nueva amiga, Moño Rancio. ¡Extrañas parejas se forman en la batalla! “Dame más de esto y verás como Susi, Paco y yo sonreimos más”, sentenció el de Carabanchel que, acto seguido y tras confirmar que dudas las mínimas, le dejaba claro a Montoro que su plato había sido el peor y, el de Víctor, el mejor por encima de los demás: “soy diestro y he estado cocinando con la izquierda hasta ahora, preparaos” … así, sin pestañear.
Carretera, manta, tapones para los tímpanos y al Museo del Pueblo de Asturias en Gijón. Montoro volvía a tirar de su manual pensando en cachopos. No da una el pobre. “Mi madre cocina igual que yo monto en globo“, adelantaba Richard. Por lo que vimos la única madre (tía) que se defendía realmente bien en la cocina fue la de mayor edad y menos movilidad, Cremilda. Las demás no eran portadoras de lo que se conoce como el “gen madre” ante el fogón por mucho que Melissa me vendiera las virtudes culinarias de su madre. Tendrían 60 minutos (para 7 comensales) para cocinar un plato con castañas (“mi jefa se come en temporada 15 ó 20 todas las tardes”, Monty dice) pero serían sus madres (tía) las que, mientras que ellos las pelaban, decidirían qué plato cocinar, sin consejos de vástagos que valieran. Las caras de todos se apretaron como el colon de un dromedario al ver un autobús de excursionistas. ¡Eso sí! Víctor conocería sus privilegios: sus castañas peladas y dos comodines para, en cualquier momento, parar a cualquiera de sus rivales durante 5 minutos en los que ni siquiera podría hablar con su partener. Si la semana pasada ya pestañeé nerviosamente como el comisario Charles Dreyfus con esos guiños y carantoñas entre El Celeste y Moños, ayer la tensión se me disparó por las nubes. Menuda sonrisita de equilibrio de la granadina sabiendo que ni un solo de esos tarjetones rojos paralizantes sería para ella. Su destinataria era evidente por mucho que la afectada se sorprendiera.
Conchi (Monty) quería hacer lentejas pero como no las encontró, se decidió por el arroz. Crimelda por pichones, Loli por uno de esos guisos que tanto nos ha enseñado su hija, Mª Carmen que la pobre no sabía ni abrir la manta de cuchillos, por un caldo de pollo y verduras y la tía Pilu por tortos de la tierra. Richard era el primero en terminar de pelar sus castañas y advertía a su madre de los puros de Alberto cuando ve una mesa de trabajo gorrina. Montoro fue el siguiente dejando que las dos féminas, antaño siamesas de laringe, siguieran dejando pasar el tiempo entre castañas. La valenciana corría a la mesa pero Víctor, agazapado, le mostraba la primera red card. Melissa seguía con sus pilongas que, según su filosofía de vida en la que nunca, nunca, hace ella nada mal, habían sido escogidas adrede por el equipo para que tardara más. Insoportable. Cuando Rakel se disponía a solucionar la masa de desdentados que su tía había preparado, ahí aparecía escabulléndose Víctor de nuevo para estamparle el segundo comodín: “olé tus huevos, cabrón“, le decía Grititos Infames. Un año más, una edición más, y siempre hay alguien que no entiende el concepto “competición”. ¿Jugar sucio? Si las reglas le permitían endosarle las penalizaciones a la misma, ¿tú no habrías hecho lo mismo? Venga, venga, ya pasó. Recordarle a la adalid del juego limpio sus teje manejes con Richard en la T4. El malagueño seguía entendiendo lo que es un “concurso”, como la semana pasada cuando no se molestó lo más mínimo al saber que el peruano quería que se marchara. Melissa volvía a sonreir viendo el asunto con su ex. Mientras todo esto sucedía, Mª Carmen, limpiaba setas “como abrillanta vasos”, cortaba láminas de chorizo del mismo grosor que un troll se prepararía la merienda y Loli iba de aquí para allá buscando “páTá ..Ta´” al mismo tiempo que su hija, ahora, pedía otra olla express para la carne. Pero la culpa era de su madre. Ella llegó a la mesa, vió los trozos de carne bien grandes, las patatas sin cocer … pero la culpa de todo era de su madre. ¡Qué angustia! En lo único que la puedo apoyar es en lo cansina que puede ser una madre repitiendo las cosas … ¡pero calla y sube el fuego, pijo! Víctor y Richard llegaron a emplatar por los pelos tras ver otro encontronazo entre las dos féminas supervivientes por si el guiso se le había quemado o no a la pelirroja de distorsionada percepción: “Rakel tiene maldad”, afirmaba Moños sin pudor ni vergoña.
Conocíamos entonces quiénes serían los jueces de esta prueba, como siempre, los familiares: hermanos y esposas, entre los que destacaría Helena, mujer de Víctor que llegó dispuesta a dar estopa, mucha estopa. La amo. El primer plato en desfilar ante ellos fue la “Crema de castañas, arroz y rape” de la familia Monty. Textura más o menos grimosilla o arroz invitado sin deber, el plato en líneas generales gustó por su sabor, el único que pareció haber entendido que la castaña era fundamental. Turno para el “Guiso de ternera firme como el pectoral de un Balrog con castañas porque tú me lo dices” de Melissa y su madre, la culpable. “Estéticamente me puede recordar a ella pero tras probarlo, no”, la sentenciaba su propia hermana. “Ha sido tu madre”, gritaba Moño Rebelde … siempre tu madre. Víctor sería el siguiente en recibir los palos de su chica con su “Otoño” que ni siquiera visualmente vio algo positivo en el plato: “es poner por poner, no me gusta ni la presentación”. Los demás, nos partíamos. Los “Tortos crudos con tablita de quesos” de Rakel y tía no se libraron de la nueva Miss Ego: “el buffet libre del hotel”, fue su calificativo. Paco Roncero fue más preciso: “en Top Chef pedimos cocinar”. A la valenciana se la pelaba, ella lo único que quería era que su tía se lo pasara bien en su día y que no se marchara con la sensación de haber participado en la expulsión de su sobrina. He de decir que, visto lo visto, yo también habría optado por esa vía por mucho que no sea buena idea desperdiciar balas en Top Chef. La cata terminaba con la “Esencia vegetal de castañas en forma de gazpachuelo para que mi chica no tenga dudas” de Richard. El único que gustó a la mujer de Víctor. Rakel seguía bromeando con la estopa de ésta y veía como Moño Rebelde, defensora de causas ajenas menos la suya, le pedía que no le diera tanta cera a la consorte de su, ahora, mejor amiguito. Todo listo para un veredicto sonrojante pasara lo que pasara. Como así fue. Nacho, el hermano de Grititos, fue el encargado de ser el vocal para dejar a todos con la castaña reseca al nombrar el plato de Monty & Conchi como el ganador. Insisto, estoy empezando a cogerle cariño a Private. Me alegré mucho de su victoria y me encantó la forma de zarandear a su madre, aunque casi desarme a la mujer. Momento de intimidad para abrazos, carantoñas, llantos, nueras por conocer y Moños por revenir aún más.
Teníamos pues servida la última oportunidad. Los postres serían sus protagonistas. Las madres (tía) volvían a desfilar por pantalla para pedirles a sus chicos que recordaran la infancia: Loli pedía a su preferidica que hiciera natillas con bizcochitos; a Rakel, flan con caramelo con el que le gustaba achicharrarse, Víctor el bizcocho tamaño hipogrifo de su casa y Richard el arroz con leche. Como es lógico, dándoles una vuelta a esos platos “que decían lo que eran para que viéramos lo que quieren ser”, especificaba Roncero. Pero antes, a disfrutar hipnóticamente del despliegue de Jordi Roca y su bombón, aunque necesitó la ayuda de Alberto por tener la voz más que perjudicada. ¡Qué gusto verlo currar! 60 minutos por delante para los concursantes que comenzaban con la búsqueda psicótica de los huevos. Ya me dirás. Una vez localizados, cada uno a su rollo. Pero Víctor no encontraba la canela y Rakel decía no haberla visto. De pronto, la canela en todas sus formas apareció en su mesa. La escala de nervios desenfocados ya no tiene vuelta atrás. La que jugaba limpio, decía minutos antes. Yo sí creo tener claro la diferencia entre “concurso”, “reglas” y “jugar sucio”. Ambos se lanzaban muestras de cariño y la valenciana dejaba claro que no era una prioridad para ella que su ex se quedara una semana más. La mía tampoco. Pero el momento petrificación anal llegaba cuando la granadina, en su realidad alternativa, decía con sus santísimos cojones que prefería que se marchase Rakel porque “gasta más tiempo peleando que cocinando” … ¡hala! Y me quedo tan ancha.
Richard empezaba a dar muestras de haber perdido el norte. “Me cago en la leche” mientras que ésta se desparramaba por la vitro. Si no es por Alberto y compañía ni se da cuenta. Montoro sufría en el almacén. El malagueño escogió un muy mal día para no hacer caso a la #ChicoteDuda sobre la cocción del arroz a pesar de que Jordi Roca también le dedicó un gesto de “¿qué me estás haciendo gazpachuelo?” Víctor, a pesar de haberse achicharrado el brazo en 2005 con el azúcar Isomalt, le echaba cojones peruanos y se marcaba un platazo. Moño Rebelde casi la lía con el nitro y la Pacojet, echando la natilla caliente. Eso sí, cómo no, intentó justificar su metedura de pata hasta que no tuvo más remedio que admitir que se le fue la olla … y su apósito craneal inamovible. El Celeste seguía menospreciando el flan de Rakel: “un flan es un flan, lo mío son técnicas”. Debe ser jodidamente difícil centrarse en el curro de uno mismo. La suerte estaba echada y Paco Roncero los felicitaba por la bonita estética de los cuatro platos. Mis retinas solo vieron dos dignos de destacar en ese aspecto. El “bizcocho recuerdos de canela” de Víctor fue el primero en recibir los halagos del jurado aunque Susi y Highway no estuvieran de acuerdo en si el punto de canela era el hilo conductor o se pasaba. Rakel veía como su “Flan de mi madre” hubiese sido aún más redondo si no hubiese puesto tanta salsa. Encantó el “simple flan”. Turno para las “Natillas sobre natillas más natillas por y para mis natillas porque mi Moño le gustan las natillas“. Lo dicho, natillas. El último plato fue el vasito de “Arroz como creí conveniente precisamente hoy, en 2 texturas” de Richard. Ya se lo había advertido Chicote. En el almacén, a la espera del veredicto final, se mascaba la tragedia andaluza y mis pezones se estremecían ante la posibilidad de que otro de mis favoritos desfilara.
Como así fue. El plato de Rakel fue el mejor ante el escozor de Víctor que vio el suyo como el segundo. Pasada la euforia, Rakel se retorcía ante la posibilidad de ver a su Goodman y no a Moño Rebelde marchar. Pero todo estaba decidido. Fue Melissa quien entraba en el almacén … con ganas, muchas ganas hacia su ex amiga, ésa con la que se iría al restaurante a cocinar para comerse el mundo hace solo unos días. Empezó a sopletearle las gafas buscando enfrentamiento (algo que se le da muy bien): “preferías que me fuera yo y no Richard, eh?” … la valenciana no estaba con ánimo de hacer más caso a tanta neurosis galopante. Los demás llevamos semanas así. “Se va mi equilibrio”, decía Grititos. Richard se despedía cariñosamente del Jurado, del programa y de sus ya ex compañeros a los que, no sé si en un ataque de Estocolmo, llegó a calificar como “familia”. De un modo u otro, lo echaré de menos. ¡Buena suerte siempre, Richard Goodman! “No nos olvidarás, no?”, se despedía Alberto Chicote. Mientras tanto, en el almacén … “no te das cuenta como eres Meli, no te das cuenta …”, mascullaba Rakel sabiendo que, ahora sí, estaba sola.
1.20 a.m., seguimos batiendo récords. La psicosis se ha instalado definitivamente en los fogones, sobre todo, en la mente de tres. Solo Monty parece ajeno a tanta basura emocional que nada tiene que ver con la cocina y solo uno de mis favoritos continúa en lid. 1,4 millones de telespectadores deseosos de no ver desfilar a Richard (10,7%). De la publicidad estoy hastiado de hablar. Resulta cada vez más insultante e inútil quejarse de ella.
La semana que viene promete una primera prueba de descojone supino (con una murciana ilustre como pinche de Monty) y … dureza, dureza ante la atenta mirada de puercos Ibéricos con la pareja de féminas moño a gafas en el mismo equipo. Las lágrimas de Susi me escaman y aterran. Voy a necesitar medicación a este paso.
(Montaje de portada: @scientist_pi & El Clan del Bosco)
@disparatedeJavi
Y pensábamos que el prepotente era Montoro…Vaya con el señor Estrella Michelín. Víctor hizo platazos, pero ese “soy el rey del mambo” que llevaba no me gustó nada. Mi favorito Montoro, desde el principio, que por muy craido que sea, ni pincha ni corta, él se dedica a cocinar y punto.
A Monty le estoy cogiendo cariño … y más por eso, cocina (mejor o peor a ratos) pero sólo se preocupa del fogón … bravo por Private!