Gracias a un gripazo que me tuvo en horizontal y al frío polar que ha reinado en la Península estos últimos días, el ansia se apoderó de mi y ya he completado el visionado de la primera temporada de Altered Carbon en Netflix. Aquí, mi #gilicrónica. Intentaré en estas líneas no vomitar spoiler alguno pero no prometo nada.
La última serie cyberpunk con la que la plataforma lo ha petado (basada, cómo no, en un libro de Richard K. Morgan) se desarrolla en un futuro donde tu conciencia, recuerdos … tu “alma” se descarga en una “pila” que puedes cambiar cuantas veces quieras y créditos tengas. De funda a funda y descargo porque puedo siempre que conserve ese pequeño disco duro portátil e impreso en la columna. 10 episodios de cine negro futurista cuya base es la investigación de un asesinato por el protagonista, Takeshi Kovacs (Joel Kinnaman), sacado del congelador 250 años después de su ingreso. Una nueva temática que, perfectamente, podría haber formado parte del temario de cualquier temporada de Black Mirror.
Violencia explícita pero que, exceptuando alguna escena que otra, no llega a sangrarte la retina de asco o repugnancia como estoy seguro que pasará al leer el texto de K. Morgan. De hecho, Laeta Kalogridis, la showrunner, declara haberse “autocensurado” en más de una ocasión. Personalmente, lo agradezco. Sexo, misterios sin resolver hasta el final, mensaje y crítica social irradiada a cada minuto, complejos fraternos, moral humana sobre una cuerda roída por el progreso, vidas e historias entrelazadas, otras que se tratan de pasada y que pueden ser base para hipotéticas temporadas venideras … tal vez el casting sea lo que más me flojea de la serie. Pero no es cuestión de ponerse purista. Menos aún sin haberme leído el libro y no tener una pre imagen hecha de los personajes. Lo cierto es que, poco a poco, te va introduciendo en su funda y no querrás cambiar de pila.
Altered Carbon es una serie para frikis, para amantes de la ciencia-ficción, para los que corrieron a la tienda a comprar el Nokia 7110 de Matrix, para los que aún desean tener la gabardina de Deckard en el 82, para aquellos que flipamos con Strange Days y para los que andamos algo intoxicados de “series de época”. Aún no se sabe si habrá segunda entrega pero apostaría por ello. Conmigo pueden contar.
@disparatedeJavi