Viajé desde mi sofá estaca en mano a Transilvania sin saber realmente a qué visión me enfrentaba. Durante los primeros minutos una sombra se apoderaba de mi y me empujaba a invertir mi tiempo en cualquier otra pieza del inmenso catálogo que todos tenemos a golpe de click. Las dudas corroían mi fe en el género al que nunca puedo decir no. Vaivenes que dejé de lado decidiéndome por dar una oportunidad a esta reinterpretación del conde que más simpatías ha despertado a lo largo de la historia. Aquí mi #gilicrónica de Drácula vía Netflix. Sin spoilers.
Una nueva vuelta de ataúd al relato de Bram Stoker. Lejos, muy lejos, queda aquella maravilla de Coppola. Os aconsejo que os deshagáis de capas de nostalgia a la hora de afrontar esta nueva cacería. No estéis pendientes a cada segundo de metraje de emparejar esta o aquella leyenda, película, novela … Vaciad vuestra mente y no esperéis nada de lo visto hasta la fecha.
Esta vez no será la siempre repipi y cursi Mina la brújula del nosferatu más señorial. Tampoco veremos al equivalente de aquel magnífico Tom Waits, Renfield, y ni siquiera un señor mayor con adicción a clavar estacas y cortar cabezas será el enemigo íntimo de “El Empalador”. Olvidaos de sus sensuales concubinas. Si buscáis a un apuesto Jonathan Harker no es vuestra serie. El amor como lo conocemos o queremos creer no tiene cabida aquí. Humor negro, mucho. Filosofía hedonista, toda. Rapapolvos sociales y religiosos varios, también: “La sangre es vidas“.
Casi como si de una novela gráfica se tratara, esta nueva forma de contar a Drácula atiza todos esos pilares que muchos creen inamovibles para presentarnos a un no muerto egocéntrico y vanidoso cuyo único objetivo es su absoluto placer cuando y como le apetezca.
Una mini serie de tres capítulos de hora y media de duración que vive y resiste gracias al continuo duelo que mantienen conde y Van Helsing. Un apellido al que no imaginariáis poner la cara que sí han hecho Mark Gatiss y Steven Moffat en un delirio creativo que siempre es bien recibido.
¿Si está entre las preferencias absolutas para una lista inmediata de vuestros deberes de pantalla? Posiblemente no pero, dejarla pasar, tampoco sería un acierto. Los dos primeros episodios (para mi gusto el segundo muy por encima) generan ansia por merendar glóbulos rojos y el tercero y último, tal vez, resta prestigio a sus antecesores PERO! sí, la historia de Vlad “El Empalador”, desde cualquier prisma, siempre es bienvenida a mis pulgadas.
@disparatedeJavi