Messi, llegó, jugó y se llevó el Clásico para Barcelona. Partido de ida y vuelta más que entretenido y emocionante para el espectador pero que dejó en evidencia las múltiples carencias defensivas del Real Madrid y Barça. Aquí, mi #disparate. Esto es fútbol.
El aficionado madridista empezó a temerse lo peor cuando vio que, una vez más, Zidane cedía a los caprichos del palco alineando en el once de salida al caballo loco galés. De Bale ya lo he dicho todo y no voy a insistir. Ante un equipo como el culé mantener la pelota se antoja imprescindible pero al precoz entrenador francés todo concepto base se la trae al pairo si puede cumplir las órdenes de su jefe y alinear a la dichosa BBC. Da igual si tiene, posiblemente, el mejor grupo de peloteros que el Real Madrid ha tenido desde que tengo uso de razón. Desde el inicio entregaba el control del partido al talento e inspiración de sus jugadores. Como casi siempre. El 1-0 llegaba en otro desbarajuste defensivo rival tras la salida de un córner.
Luis Enrique estuvo cuco y supo colocar a Messi donde haría trizas el inexistente sistema defensivo del Real Madrid. En la media punta y en uno contra uno constante contra Casemiro que vio una amarilla que le condicionó el resto de los minutos que estuvo sobre el césped. Permitido por el árbitro. Sí, me han leído bien señores vikingos. Si hubiese sido Busquets el que desplegara tal catálogo de faltas hubieseis quemado Asgard pidiendo la roja para el 5 blaugrana. Por ahí llegó la casi inmediata respuesta del rosarino para el 1-1. Lejos de rectificar y colocar a Kroos o Modric a su lado para cerrar las acometidas del pequeño genio argentino, siguió confiando en que, en intercambio de golpes, los blancos son más efectivos, sin contar con que en un equipo de fútbol también hay porteros. Ter Stegen volvió a tirar de repertorio y abortó casi todo lo que le fue entre palos. Keylor Navas terminó por unirse a su fiesta y salvó de la hecatombe al Madrid en más de una ocasión en los siguientes 45 minutos.
Segunda parte y, en ese “te pego y recibo, recibes y te meto”, apareció la zurda de un Rakitic que, hasta ese momento, había derrochado errores por cada taco de sus botas (1-2). El saber estar de los blancos se disolvió como un azucarillo sacando de quicio al de casi siempre, Sergio Ramos, para complicarle aún más la vida a sus compañeros. Aún hoy sigo sin saber de qué carajo se queja el sevillano. Esa misma falta podría haberla hecho de otro modo. Pero si a algo nos tiene acostumbrado el Real Madrid es a darse por vencido muy pocas veces y, los culés, lo volvieron a comprobar en este Clásico. Una y otra vez lanzaba contras dejando en paños menores a la defensa culé con las internadas de Asensio. Asensio, ¿qué decir de este joven crack? Que Isco y él no tengan ahora mismo la etiqueta de “titularísimos” ya sabemos a qué responde. A todo menos a fútbol.
Y llegó el empate … ¡vaya si llegó! En otra acometida de Marcelo, el díscolo colombiano, que había saltado minutos antes al piso, empató un partido que muchos ya dábamos por perdido. De su gesto, también paso (2-2). Ahí podría haberse acabado el partido, algo que le daba un poquito más de Liga a los blancos. Pero no. Dejándose llevar por la euforia y unos minutos de semi KO culé, olvidando todo concepto de posicionamiento sobre el campo, los blancos metieron varios arreones que casi llevan el 3-2 al marcador hasta que, tomando de su propia medicina, Sergi Roberto se deshizo del lateral zurdo contrario como el que se quita una pelusilla del abrigo y tuvo metros y metros para correr hasta que el balón llegó al 10 mundial que clavó culos a grada y sofá dejando al aficionado madridista con cara de membrillo. Esto es fútbol (2-3).
Estratégicamente hablando es evidente que otro entrenador hubiera cerrado filas alrededor de Keylor Navas pero Zidane o no sabe o realmente cree lo que dice. ¡Y coño! A punto estuvo de llevarse el gato al charco el Real Madrid con diez jugadores donde mejor sabe nadar, la anarquía. ¿Que duele mucho perder el liderato así? Pues sí, pero prefiero perder jugando al fútbol que ganar colgado del larguero. Si Asensio o Cristiano hubiesen acertado hoy estaríamos danzando cuál groupies enloquecidas alrededor del francés. Otra cosa es saber si ese punto regalado anoche será o no decisivo para el título de Liga. Ahora Galicia será el verdugo. Deportivo y Celta medirán las verdaderas ganas de alzarse con un entorchado que se podría haber cerrado anoche en el Clásico. Aprieten nalgas. Señor Zidane, es el momento de elegir convertirse en entrenador o seguir siendo marioneta de patrocinios.
(Foto portada: elperiodico.com)
@disparatedeJavi