¿Recordáis cómo comenzaba Reservoir Dogs? La segunda (y la que le lanzó definitivamente al estrellato) película de Quentin Tarantino tiene un inicio idéntico: una cafetería cualquiera donde Pumpkin y Honey Bunny desayunan y planean su inesperado futuro inmediato. ¿Coincidencia? “Nadie roba en los restaurantes”.
Tras ese maravilloso comienzo con la imagen congelada y ese temazo, se nos presenta a dos de los protagonistas de esta obra maestra, Vincent Vega (¿cómo se llamaba el señor Rubio?) y Jules Winnfield. El primero acaba de volver de Europa y ¿cuáles son los argumentos que esgrime para contar esas “pequeñas diferencias” entre el viejo continente y el hogar yanqui? El sistema métrico aplicado a las hamburguesas, la posibilidad de beber cerveza en un cine holandés o la mayonesa con patatas fritas en lugar de ketchup. De nuevo utiliza la gastronomía para que empaticemos de inmediato con sus personajes y llegar a uno de esos momentos culinarios de su cine que marcan a plancha nuestras retinas y paladar.
El momento “Big Kahuna”, la hamburguesa hawaiana que desayunan sus inminentes víctimas. “Hamburguesa, la piedra angular de todo nutritivo desayuno”. Es imposible olvidar todos y cada uno de los gestos sabrosones que Samuel L. Jackson muestra en unos pocos segundos. ¿A quién no le apetece correr inmediatamente a por una tras verlo masticar y moldear el bocado? Esos gruesos labios bailando a ritmo de carne vacuna, queso y pepinillo? No sé vosotros pero, desde que la vi por primera vez, cuando preparo una en casa o acudo a mi franquicia favorita, si no experimento en el primer mordisco lo que siento cuando veo esa escena, mi hamburguesa está incompleta.
No voy a entrar en la crítica a la dieta americana que subyace a la escena. O tal vez sea una defensa a ultranza. Pero estar calzándose una Big Kahuna a las 7,30 de la mañana no parece lo más saludable.
Es momento de sacar a pasear a la mujer del jefe, a Mia, la señora Wallace. Masajes en los pies a parte, no la lleva al cine, un museo, paseo o concierto, no. Van a cenar. Es cuando Vincent se pregunta ¿qué coño tiene un batido para costar 5 dólares? Preguntas sobre el coste de los platos que, hoy día, sigue martirizando el cráneo de más de uno. Que si el menú es caro, que si la comida escasa para ese precio, … cuestiones muchas veces estúpidas que se difuminan cuando saboreas la comanda en cuestión. El gesto del otro hermano Vega, absoluto placer. El de comer, ese que solo puede combatir el buen sexo. Incluso en el momento de despedida entre ambos personajes tras la gran movida que viven recurre a un gastro chiste … ¡ketchup!
La parte en que el inolvidable Señor Lobo hace su aparición en casa de Jimmie incluye el concepto “gourmet” con el café que éste prepara. De nuevo una excusa culinaria para forjar un diálogo maravilloso con el que entrelazar caracteres de los personajes partícipes. La diferencia entre apreciar o no importarte la calidad. Maravillosa sobremesa. Pero, volvamos unos segundos atrás. ¿Qué está haciendo Marselus Wallace cuando Jules lo llama histérico pidiendo ayuda? Comiendo unos huevos (o tortilla) revueltos y bebiendo un zumo de naranja en su lujosa mansión. Comer calma a cualquiera. Decisiones a la mesa.
Y llegamos al final. ¿O tal vez deberíamos decir el principio? Entrelaza los primeros minutos de metraje con ese “me voy a cagar” de sonido de fondo y el desenlace del, a priori, gran plan de atracar a los comensales de la cafetería, mientras Jules y Vincent discuten sobre milagros y “animales guarros”. El primero se plantea su existencia degustando una magdalena. Comer también es tiempo de reflexión.
¿Quién quiere liarse a tiros en un restaurante o cafetería? Tarantino despide Pulp Fiction mostrando respeto por estos templos sin los que no podríamos vivir. No tiene reparos en disparar en plena calle, acribillar a Vincent tras salir del wc, volar accidentalmente los sesos a alguien en la parte trasera de un coche bien tapizado … pero ¿qué maldito bastardo osaría disparar en un restaurante?
Yo siempre he asociado que el hecho de conocer a alguien, intercambiando información de ida y vuelta para encontrar si se es compatible, siempre se lleva a cabo en restaurantes o cenas.
(Quentin Tarantino).
La semana que viene Jackie Brown, una de las dos películas “menos recordadas” del buen vecino de Noxville.
@disparatedeJavi