La historia de James Rodríguez en el Real Madrid puede recordarnos peligrosamente a los casos de Di María o el mismo Özil solo que con una gran diferencia: aquéllos eran titulares indiscutibles en Concha Espina. Venderlo o no es la cuestión a la que Florentino Pérez y Zidane se enfrentan como regalo envenenado de Navidad.
Personalmente, y al igual que manifesté cuando argentino y alemán desfilaron del Bernabéu hacia destinos más sabrosos crematística que no deportivamente hablando, ese cartel se lo habría colgado hace más de un mes. Quien no quiere jugar en este equipo ni estar dispuesto a sudar el escudo tiene vía libre. James Rodríguez ha demostrado poder ser un auténtico crack de la pelotita al mismo tiempo que de la desidia y narcisismo desenfocado. Y, en el vigente campeón del mundo de clubes, no hay sitio para quien no sepa sufrir y luchar por un puesto se llame como se llame.
En un Real Madrid donde la plaga de media puntas de calidad es un hecho y la alineación por imperativo estadístico de la BBC, otro, el cafetero ha demostrado tener una capacidad mínima de sacrificio, algo que se le perdona a otros pero que él no está en disposición de requerir. Solo con haber mirado a su derecha habría visto como los Isco, Lucas Vázquez o el mismo Kovacic lo han adelantado con una receta de lo más sencilla: trabajo, silencio y trabajo. ¡Ah! Y saber aprovechar tus oportunidades, algo que tampoco ha demostrado James Rodríguez. La autocrítica nunca fue uno de sus activos.
Tampoco le ha ayudado mucho el sistema utilizado por Zidane. El 4-3-3 con los tres puñales arriba le relega a un puesto al que Di María sí supo adaptarse más que excelentemente pero que al sudamericano se le hace muy cuesta arriba como hemos podido ver en distintos partidos. Su capacidad de sacrificio y aguante no es el de un todocampista, la que posiblemente es su única alternativa para triunfar hoy día en Madrid. Ver a Benzema dejar el puesto de “9” a Cristiano Ronaldo al tiempo que demuestra que partir desde la banda no es un problema para él, reducen cada vez más la parcela de césped donde puede ofrecer resultados al equipo que le paga su excelsa nómina. Lo que viene siendo … ¿y dónde coño lo pongo? Algo que el francés de risa encantadora se preguntará una y otra vez cuando lo vea en el banquillo. Más un problema que una solución y, ya se sabe, problemas los justos ahora que el equipo sigue lanzado.
La resolución del TAS dejando fichar a los blancos en verano ha sido posiblemente el último empujoncito que hará que Florentino Pérez, avalado por Zidane, coloque el letrero “SE VENDE” en la percha del jugador. Equipos no van a faltar y, viendo lo estúpidamente disparatado que se ha vuelto esto del precio de mercado, estoy seguro que se recuperará la inversión hecha por el que estaba destinado a ocupar un puesto privilegiado en los top mundiales. A buen seguro que puede seguir aspirando a ello si reconduce su vida deportiva.
¿Si el que suscribe lo vendería o no? Viendo el rendimiento en caída libre de los últimos meses y la dinámica del equipo con una plantilla joven, de calidad y un sistema (que no estilo) definido, no me altera su salida. De hecho, la firmaría hoy mismo. Recuperar su sitio se ha vuelto inaccesible para James Rodríguez. SE VENDE.
@disparatedeJavi
(Foto portada: Colombia.com)