Y llegó. La undécima “Orejona” ya está en las vitrinas blancas. El Real Madrid aguantó el chaparrón rojiblanco durante gran parte del encuentro y supo controlar los nervios mejor que su rival. Aquí, mi #disparate.
No fue un partido tranquilo (solo 15 minutos) como vaticiné en mi previa pero sí se comprobó como la suerte no dura eternamente. No entraré en si el gol de Ramos debió subir o no al marcador porque para eso están las imágenes pero también el sentido común de saber si hay narices o no a verlo en directo. El Atlético de Madrid controló la mayor parte del encuentro – que no la prórroga – pero no supo concretar su poderío en centro de campo con la estocada arriba. Encerró a su rival en varias fases pero se mostró incapaz de dar la puntilla que deja al contrario sin capacidad de reacción a pesar de que varios jugadores blancos enseñaban más la lengua que el propio colegiado. Griezman al larguero de penal infame cometido por Pepe y Carrasco después anotando el gol de la esperanza para unos e histeria para otros, fueron los únicos que realmente anudaron las gargantas de los aficionados porque, y eso es así, las oportunidades más claras fueron para los madridistas a pesar de su pobre juego. Es lo que tiene el Real Madrid desde hace años: pegada y poco juego.
Zidane nos dejaba a todos boquiabiertos con sus extraños cambios. La jugada finalmente le salió bien pero más por cansancio en estado puro que por acierto en su idea. La salida de Isco puso la calma que necesitaba el centro de campo blanco en la prórroga que acabó más apacible para el Real Madrid que lo que parecía indicar el tiempo anterior. Simeone veía como corrían los minutos y Keylor Navas tenía las manos igual de frías que dos horas antes. Entrega, sacrificio, poderío, ilusión, empuje … los rojiblancos dieron todo lo que tenían pero Fortuna no estuvo, como en las eliminatorias anteriores, de su lado.
La tanda de penaltis dejó claro que los blancos, a diferencia de otros años, habían ensayado y bien las penas máximas. Mención a parte merece Lucas Vázquez que tuvo lo que hay que tener para ser el último en llegar y el primero en lanzar. Hay jugador para rato aquí. Mis amigos colchoneros se quejaban de Oblak y sus pies de cemento incapaz de lanzarse a por una pelota. Tal vez me equivoque pero aquí tuvo gran parte de culpa el “Mono” Burgos quien, apostaría mi inexistente fortuna a ello, le diría “quieto que alguno tirará al centro“. Como comprobamos, se equivocó.
El esfuerzo lo puso el Atlético. Las ocasiones más claras el Real Madrid. Pura estadística. Nada que ver con forofismo. Los colchoneros pecaron, al igual que el Sevilla hace unos días en la final de la Copa del Rey, de no saber cerrar el partido. Pocas oportunidades se presentarán de tener al máximo rival contra las cuerdas y con un título en juego como el sábado.
Esto es fútbol. Lo bonito del fútbol. Y, sinceramente, con la cantidad de gente cercana que tengo que viste las franjas rojas y blancas, espero que este deporte devuelva un día lo que este equipo merece: otra alegría. Sea en forma de Champions sea en forma de cualquier otra Copa que haga olvidar el mal trago. Del Real Madrid seguiré esperando que volvamos a saber más pronto que tarde a qué juega.
Gran final. Grandes rivales. Dominio incuestionable del fútbol español. Todo un #disparate.
¡Hala Madrid! Ahora … toca remar para La Roja.
@disparatedeJavi
Foto portada: deportes.elpais.com
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