Reconociendo haber visto muy poco de la primera edición, por no decir casi nada, en esta segunda he intentado ser fiel a los fogones los miércoles noche. Costarme, me ha costado. La dinámica del programa no es que me ayudara mucho a sentir ese gusanillo para seguir siendo fiel semana tras semana. El guión encorsetado de antaño (más rígido que el esfínter de un Ent) se ha flexibilizado algo, sí, pero tanto Eva como los Chefs me dan la sensación de estar hablándole a primates y no personas. Pero, lo que realmente ha hecho que tuviera que esforzarme para darle al “1”, los concursantes.
Con ninguno de ellos me he podido sentir identificado o cercano. Ni uno solo de ellos me ha hecho sentir (ni me ha transmitido) algo que considero fundamental para poder admirar a alguien: la HUMILDAD (como nos demostraron una vez más los hermanos Roca). Podréis discutir, crucificarme o lapidarme, pero es así. Todos parecían embutirse en ese traje que no se ajusta a todos los esqueletos pero, sin embargo, al doblar la esquina de las correcciones, consejos y collejas sarteniles, dejaban ver la garra SOBERBIA.
Ni que decir tiene que, en cuanto a COCINA, estrictamente hablando, han debido pasar semanas para que realmente hayamos podido comprobar algo de evolución en ellos, lo que me hacía preguntarme una y otra vez, semana tras semana, lo mismo: “¿Pero qué coño aprenden de jueves a martes?“. El propio @JordiCruzMas, en el programa donde apareció “doña Alcachofas“, les espetó algo así como: “ni habéis mirado el vídeo de cómo hacer una crema“. ¡Justo! A ver, el programa, es una OPORTUNIDAD, ante todo, o al menos para mi, de APRENDER. De tener a alguien que te ENSEÑE, te GUÍE, te RECTIFIQUE. Insisto, de APRENDER. Todo lo demás vendrá o no, pero ése es el gran PREMIO de poder entrar en algo así.
Por ello, actitudes como la del “Yogas“, persona repelente donde las haya (no sé quién coño se apuntaría a una clase de relajación y estiramiento con semejante oligofrénico), han hecho que esta edición vaya cogiendo más y más una textura poco apetecible a mi paladar craneal. La misma ganadora, Vicky, ha demostrado en más de una ocasión una falta de respeto, educación y, lo dicho, HUMILDAD tremendas. El “me la pela” de la semana pasada hubiese sido la apostilla a una carta de despido en cualquier, no ya restaurante, sino trabajo del mundo. ¿Y Emile? ¿Qué decir de Emile? Ya lo dije hace días. La seguridad en uno mismo es un arma muy poderosa, sí, pero siempre debes tener un porcentaje de duda que, a pesar de no contemplarlo los demás, debe convivir contigo para estar siempre alerta. Subestimar a los demás, un error garrafal. La sensibilidad extrema (uuuf!) de Mateo camufla también un “respingo” de “sí, Chef, PEROOOO …“. ¡Que no coño! ¡Que “peros”, NO! Craso error el jugártela con algo que no has probado nunca.
Eso sí, grandes raticos (muchos de vergüenza ajena) me hizo pasar Celia. Su frase de “cuando miro a un conejo, no veo comida, sino una forma de vida“, debería lucirla en un tatuaje. Lorena, cuya principal virtud era hacernos llegar los temas que pinchaba en la disco a través de su mal lenguada laringe, o Milagrosa, la “buen rollista” hasta que me echan. De Marina la que sí que se había calzado un macroguante de látex para curar un cólico a su yegua (¿de verdad creéis que esta tía le metió el brazo hasta el hombro por detrás a un jamelgo?) le es aplicable casi todo lo que hasta ahora he dicho de los demás respecto al “saber escuchar”. Al “crá” Cristóbal, en fin, pues no es que sea mi prototipo de interlocutor. Al menos, soberbia, le he visto poca (ante los Chefs). Y eso, es un gran punto a favor. Aunque más lo hacía por simpleza. Tampoco podría pasarme con él cuatro horas en una cocina. Del resto, para qué decir más. Pero sí mencionar a la SEÑORA (Churra), cuya edad le hacía estar un escalón por encima de los demás en cuanto a EDUCACIÓN y a Miguel Ángel el “carnicero de Rostov”, cuyo oficio le ha otorgado la capacidad de aguantar esos segundos de silencio incómodos que hay en toda crítica y, sobre todo, saber estar calladito cuando se debe.
Aunque, como no puede ser de otro modo, felicitarlos a todos por ser valientes y echarle los genitales suficientes para presentarse. Eso, indudable. Y felicitar a la ganadora, la “carnicera de los modales“, aunque no hay que confundir “sencillez” con “mal gusto”. Menuda diferencia con el ganador del año pasado @McJuanManuel, ¿eh?
Como siempre, me quedo con lo REALMENTE IMPORTANTE: lo que se aprende y “desaprende” con los grandes Maestros que desfilan en estos programas. Tener la suerte de poder escucharlos y verlos trabajar, aunque sea unos escasos minutos, merece la pena. Lecciones de profesionalidad y ante todo, humanidad y de buena gente, la que han dado Eneko Atxa, Dani García, Diego Guerrero, Subijana, los hermanos Roca, Berasategui, Ricardo Sanz y todos aquellos que ahora no recuerde o que mis pocas horas de sueño me han impedido finalizar el programa donde hayan aparecido … contando por supuesto con los consejos que más de uno ni oía (ya no escuchar) de Jordi Cruz y @Pepe_elBohio, y en menor medida para el que suscribe, de Samantha Vallejo (el dulce y yo, estamos algo reñidos).
En fin que, la temporada próxima, contarán conmigo a la hora de mullir mis posaderas en el cojín. Pero si quieren mi fidelidad, deberán reencontrar el espíritu de lo que deben ser estos programas: APRENDER, COCINAR y CALLAR.
No hay que olvidar que, “a los postres”, es televisión. Pero por lo poco que vi el año pasado y lo más que he visto éste, el concepto “reality” ha pesado demasiado en esta Edición. Seguiré pensando en si habrá o no #gilicrónicas el año venidero. Con este estilo, complicado.
@disparatedeJavi
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Yo conozco a Cristobal desde hace años y es un tio humilde y sin maldad, que le pierden los nervios y la lengua, pero es muy grande. El que mas a evolucionado y aprendido, pero claro, era el mismo prototipo del que ganó el año pasado y esta vez tocaba una mujer
Como verás, es de los pocos a los que salvo de la quema de la hoguera soberbia … “)
En cuanto a quién debía ganar, hombre o mujer, ya no me meto … Creo que Mateo cometió dos errores anoche: uno, la crema papilla y dos, la carne … demasiados errores: 2 de 3-