Al fin he podido terminar de ver Mindhunter en Netflix. Una de esas series que lees, escuchas y te dicen “debes ver”. No sé si por vejez o falta de tiempo, hoy día escucho mucho más las recomendaciones televisivas. Con ésta, no me arrepiento. Aquí, una pequeña #gilicrónica de la que entiendo es serie imprescindible de este curso.
A estas alturas todos conocemos a David Fincher (años enamorado de él tras The Game) y su mano magistral. Él es el encargado de la apertura y cierre de este maravillo serial compuesto con la misma sobriedad que muestra Cameron Britton en su interpretación de Kemper, sin duda, una de las que serán recordadas y, más que posiblemente, premiadas hasta aburrir. Conocer la historia de cómo se pasó a investigar la mente perturbada de los asesinos (bautizados en ese momento como “en serie”) por parte del FBI es, tal vez, el menos importante de los argumentos que sujetan la serie. Al menos para el que teclea.
Es una serie de sensaciones y sentimientos. De preguntas con respuestas que a ti te valen pero al de al lado no. A lo largo de estos maravillosos 10 capítulos sientes como tus ideas, sentimientos, creencias, valores, impulsos … van de un lado a otro. De un protagonista a otro. Del impetuoso, ambicioso, curioso y en muchas ocasiones obcecado Holden Ford (Jonathan Groff) a los pies inamovibles y bien pegados al suelo tradicional de su compañero Billy Tench (Holt McCallany). Un baile que te marcas bien cogido de la cintura de los protagonistas y donde a ratos es difícil no apartar la mirada en una mezcla de vergüenza y asco. Pero, pasado ese momento de ira encubierta hacia lo que esa caterva de desequilibrados fue capaz de hacer, vuelves a centrarte en la pregunta que envuelve la serie: ¿por qué? ¿por qué una mente perturbada es capaz de saltarse todas las reglas de ese modo? Y … ¿cómo coño puedo estar sintiendo algo positivo, aunque sea por una milésima de segundo, hacia ese asesino? La misma pregunta que ronda a los protagonistas se graba a fuego en tu cráneo.
Un equilibrio perfecto entre los protagonistas masculinos y femeninos. Debbie (Hannah Gross), la chica de Holden y cuyas escenas nunca te dejan indiferente. Aunque, para mi, la serie gana mucho, pero mucho, con la llegada de Wendy (Anna Torv), una especie de suministradora de cordura científica y estabilidad a los impulsos de sus dos nuevos compañeros. Tal vez la única realmente firme en sus convicciones de principio a fin. Con todas sus consecuencias. Unas consecuencias que se reflejan en el capítulo final con un cierre que se encarga de dejarnos una buena ración de ansia por la ya confirmada 2ª Temporada. Esa escena entre entrevistado y entrevistador es de lo más tenso que he disfrutado en la pequeña pantalla (¡ni la reunión de Desembarco del Rey para pedir apoyo a Cersei!).
En esta nueva era en que hay que meterse el atracón de cada serie que se estrena para ser el primero en levantar el dedito con un “ya lo he visto” o aporrear spoilers a diestro y siniestro, me gusta tomarme mi tiempo. Pero, vosotros, estáis tardando si no os la pincháis … ¡YA!
(Foto portada: Netflix)
@disparatedeJavi