En un tiempo de bombardeo streaming, de formatos más que similares, de realities que, aunque las cifras digan lo contrario, agotan más que alimentan nuestro ocio, “Mónica y el sexo” me ha proporcionado un increíble soplo de aire fresco para una televisión que transmite cada vez menos emoción y realidad. Mónica Naranjo ha encontrado un traje a su medida. La que ahora dice necesitar. Aquí mi #gilicrónica de lo que me parece un gran acierto.
¿Por qué me ha encantado “Mónica y el sexo“? Por ella, por ellos, por todos. La cabecera es toda una declaración de intenciones con la que ya consigue atraparte gracias a la persona que se muestra libre de papeles y estereotipos guionizados. Una naturalidad insultante para algunos, perfecta para el que teclea. Ya sabemos que la Mónica Naranjo que vamos a conocer no es lo que se nos ha vendido hasta ahora. Fuera papeles. Sus compañeros (Anita Joven y Miguel Bosch) de aventura son pura calle, escandalosa naturalidad, maravillosa actitud. Son vida tal y como la conoces a diario. Arriba, abajo, otra vez arriba, un buen momento estancado. Una noria de chutes a corazón y cráneo que te engancha para la causa. Y ellos, todos, son los culpables. Enormes sus invitadas. ¡Quién me iba a decir que me encontraría escuchando a Carmen Lomana! ¡Qué disparate! Ana Milán me hizo reir a carcajada coitocéntrica bruta. ¡No os perdáis la reunión de tuppersex!
ME GUSTA por apostar por un formato en el que se dice lo que se siente, no lo que se quiere oir. Por hacerme reir, pensar, sufrir, sentir, vivir, morir. Sin platós, sin guión, sin límites. A camisa y braga descubierta.
¡Bravo Mónica Naranjo y enhorabuena a Cuatro por apostar por algo así!
Si aún tenéis dudas echad un ojo a la promo de la segunda entrega al final de su estreno. Y, si pensáis como los aún cavernícolas que caminan entre nosotros algo parecido a “esto es un programa de tías”, sí, mejor echáis un rato en Foro Coches. Dejadnos a los demás disfrutar de televisión, de la buena y original.
@disparatedeJavi