Otro estío más las portadas de los panfletos deportivos se rellenan de titulares sensacionalistas sobre este o aquel fichaje. Sobre ese jugador del que, parece, todos los directores deportivos (donde los haya) y aficionados suspiran por verle vestir los colores de su equipo. Este año su nombre es Paul Pogba. ¿Realmente interesa o es necesario para el Real Madrid?
A las dos cuestiones mi respuesta es indubitada: NO. Y ello porque, tal y como dije hace unos días y sigo pensando, la plantilla del Real Madrid necesita muy pocos retoques que, si me apuran, ya se han hecho a falta de decidir si se ficha a un “9” de segundo nivel que de aire y descanso al actual partenaire de Rihanna (Florentino debe estar contentísimo con esta pareja veraniega). Aún resta tiempo para que se firme algún que otro finiquito pero me atrevería a decir que no son de los que afecten a la confección final de la lista con ficha. Así, dudo mucho que el francés interese al “Coleccionista insaciable” y menos aún que se le necesite.
El salario exigido por su amigable representante (sí, ése que lleva la documentación laboral de otro de los auto proclamados dioses del balón y de su pueblo norteño) es otro de los #disparates del verano junto al solicitado por “el otro Ramos“. Con tan solo 22 añitos en su pasaporte se desmarca solicitando la friolera de la decena de millones limpios de polvo e IRPF. Definitivamente hemos perdido riego racional. Dichos emolumentos corresponden, a mi escaso entender, a otro tipo de jugadores. A ésos que su labor es la de dar títulos, marcar goles, participar a diario en toda quiniela de premio y levantar gradas de admiración. Ni mentar si quiera deseo esos “80-100 millones de egocentrismo” que se han puesto como base numérica para colocarse la medalla de “yo fui quién los engañó” o “fui el más listo”. Pero claro, no soy quién para opinar del mercado filibustero del fútbol y lo que detrás de él se acopla en las últimas dos décadas.
¿Que si lo necesita el Real Madrid? Tampoco, insisto. El equipo blanco ha optado estos últimos años por un perfil de pelotero pequeño, rápido y preciso y no por empujones de fuerza sentimental que lleven el esférico a meta contraria. La línea medular, a priori, resulta más que eficiente y solvente si se la sabe administrar. La vuelta de Casemiro es ese toque de contundencia aderezada con técnica que se echó de menos el año pasado. Rafa Benítez tiene en su cráneo la palabra “rotación” grabada a tinta indisoluble y con lo que tiene mirando al banquillo debe ser más que suficiente para que los supuestos titulares lleguen en condiciones de disputar los títulos corriendo y no con aire asistido. ¿Para qué fichar a un futuro multimillonario al que calzar en la alineación por razones genitales más que de necesidad deportiva?
Por ello y situándome voluntariamente ante el pelotón de fusilamiento de los de ideario fácil de prensar con vídeos e imágenes escogidas (aún recuerdo los grandes montajes que tragamos antes de Robinho), digo “¿Pogba? Gracias pero tampoco“. Dejemos de una vez el ansia enfermiza de cromos no necesitados.
¡Ah! Misma prescripción recomendaría a los futuros directivos de Can Barça.
@disparatedeJavi
es una muy buena noticia