Cuando llegamos a casa un lunes, ¿Tenemos claro qué numerito del mando a distancia vamos a pulsar cuando son las 22.30h? Tras los sobresaltos físicos y estomacales de la semana pasada, las “promos” nos mostraban a otra cocinera con la que @albertochicote iba a tener más que recetas. Entramos en “La Barrica“, sita en Alcalá de Henares, emplazada en un lugar cojonudo.
Al entrar, lo que se encuentra Alberto, es a los tres hermanos Dalton de la sidra “low cost”. Carlos y Fernando los hermanos, y José Luis “el primo”. Patricia, la hija del primero, fue la encargada de introducir al Maestro en semejante infierno. “La casa de tócame Roque“, dicho por ellos. Carlos el supuesto director de orquesta. Fernando, su hermano, “a mi me dicen haz esto, pero me da igual, hago lo que quiero”. Y José Luis, el “monologuista de historietas” o “abuelo cebolleta”. En resumen, “3 capitanes y una generala”. Más que generala, DESEQUILIBRADA. El programa nos presentaba al “alma” de esta semana: Cristina “Wilkes”. Una cocinera rumana con la volatilidad del TNT: “mando yo y hago lo que me da la gana” porque “éstos son una panda de gilipollas“.
La pregunta al llegar siempre es evidente: ¿Quién manda aquí? Las miradas ya se dirigían a las esquinas del local hasta que uno de ellos canta “la protegida de éste” (de Carlos). Dicho y hecho, aparecía la protagonista de la noche. Con un abrazo de oso a Chicote y un buen “sobeteo” (pacieeeeeencia tienes Maestro) presentaba su cocina como “la mejor comida del barrio” mientras que José Luis, su nemesis particular, le espetaba “pero si no sabes ni hacer una sopa de cebolla“. Empezaba a humear la cacerola.
Como bien señalaba Alberto, qué mejor modo de salir de dudas que sentando las posaderas y comprobar de primer gaznate si la amiga del equilibrio emocional decía la verdad o no. “Estos chicos tienen canas, no?“. Todos pensamos lo mismo. ¿Tantos años en hostelería para acabar doblegados por un personaje así? Aparto la diplomacia un momento para llamar a esta señorita como merece: LOCA. Pero lo peor es que es una loca con muy, pero que muy mala fe, por no decir hostia. ¿A quién no le dieron ganas de abofetear a la amiga de la vajilla?
Uno a uno, el Chef preguntaba a cada socio qué era para ellos el lugar: “una taberna, un bar y un restaurante“. Empezábamos bien. Cada socio tenía una perspectiva radicalmente distinta al otro. Más tarde supimos la verdad. No se hablaban ni para pedir turno en el baño. Llegaba la comanda y empezábamos con unas patatas bravas con un salsa ketchup roja como el culo de un mandril y de casera, poco. La parrillada de verduras (sigo insistiendo en que es muy jodido hacer una parrillada MALA!) blanda, pochada y con el vinagre balsámico que “tanto persigue” al de Carabanchel. Eso, sin contar con que el queso “Montenebro” que decía la carta, llegó al tercer viaje a la cocina. Y para culminar, un atún poco hecho que llegó con un color muy parecido al salmón. Pero ella, en un alarde más de lo que nos esperaba, le echaba la culpa a Fernando.
Resoplidos de “cojones la que me voy a comer aquí” daban paso a la excursión de Chicote a la cocina donde pillaba a la díscola cocinera echándose un pito. Pero eso sí! Negando que lo hiciera. Pues menudo olfato de Lobezno tiene el amigo Alberto. Pero ojo, había más. No era la nicotina flotando en el aire lo más jodido que se encontró el madrileño: todo el género junto en un barreño mugriento descongelándose en agua y mezclándose como el barro de una charca en el culo de un cerdo: “es que éstos, me deprimen“. Sí, sí … razones y excusas no le faltaban a la amiga.
Inciso. ¿Fui yo el único que pensó maliciosamente y con la mente sucia sobre la relación de Carlos y Cristina? ¿Su único adalid? ¿Defendiéndola a capa y espada? Mmmm … 5 €/h decía cobrar, cuando cobraba … si fuera yo, sé de dónde iba a cobrar este personaje. Primer momento de crisis con gritos y más gritos y un intento de acoso a Chicote con “qué guapo eres y qué culito tienes” cuando el Maestro decidió que, quien se piraba de ahí, era él. Tardaste. Así, mientras estos tres hombres pasaban la, seguramente, mayor vergüenza de su vida, llegaba el primer momento “Jacko” del día: “Agárrate los huevos esta noche“, dirigiéndose al “primo”. Mientras tanto, Chicote nos hacía partícipes de lo que su cráneo trituraba en ese momento: “ME PARECE TERRIBLE“.
A la vuelta del servicio, los tres socios esperaban a Chicote con esta pregunta: “No te da miedo entrar?“. Que un propietario diga eso, lo dice todo y más. Alberto intentaba congeniar y reconducir a la señorita “Wilkes” . Ella aprovechaba el momento para pedirle curro “llévame contigo, ayúdame en mi trabajo“. No le faltó tiempo, no. ¿Qué cómo resultó? Pues como se esperaba: un jodido desastre de espectáculo. El suelo de la cocina aumentaba su nivel de mierda a cada paso que la amiga de Transilvania daba en ella. Una falta de respeto constante iniciada siempre por la mecha de la cocinera que tenía que soportar la clientela, aderezada con una falta de competencia y firmeza por parte de los tres propietarios: “Aquí vale todo“, decía Alberto.
Momentazo musical con la BSO de “Drácula de Bram Stoker que daba paso al ataque de locura de la cocinera. Platos, huevos, grasa … todo lo que pasaba por sus manos acababa volando por los aires o en el piso. Nuevos tocamientos de genitales que acababan en la más pura desesperación de todos y Carlos dando por solución el cierre de la cocina y, por tanto, del “garito”. Chicote intentaba echarles la charleta pero con semejante desequilibrada era imposible mantener una conversación ADULTA. Cuando se quedaron sin supervisión, vino un nuevo estallido: “Qué listas sóis las gitanas rumanas” … “Buuuuuuuum!!!” Un nuevo caos de cráneo de esta chica con intento de “gilisuicidio” por un ventanuco por donde era imposible físicamente que su culo cupiera.
Al día siguiente, Alberto reunía a los tres socios, propietarios … parientes. En menos de un año habían invertido 38.000 € y aún debían 23.000. Las cuentas eran sencillas: una ruina. Ninguno de ellos quería la responsabilidad de ser el director de cacerolas y empezaban los reproches. Momento llantina en unos hombres hechos y derechos pero que, tras un viaje al “Rancho NeverLand” con su amiga, perdieron la madurez y ella, ganó en coreografía. Se me hizo muy duro el ver a estos tres hombres que tanto habrán luchado en su vida acabar manejados por semejante … DESGRACIADA. Lo siento, me dejo la diplomacia porque, a los mayores, hay que respetarlos, coño! Mientras que Chicote les hacía un “diagrama de flujo” para que entendieran que la “crisis, la desaparición de la clase media …” y demás consuelos generalizados se llevarían al traste el poco avance conseguido hasta el momento, nos daba otra gran lección: “Queremos tapar los problemas o solucionarlos?”.
Cristina le contaba sus problemas a Chicote: una madre enferma y una hija a la que mantener … ¿y ésa es la forma de hacerlo? ¡Vamos no me jodas, anda! La credibilidad de esta tía era la misma que la de cualquier imputado de los telediarios. Llegaba un momentazo con el Chef preparando unas bravas como Tutatis manda. Fotitos compartidas en Facebook a ritmo de hilo musical “Desayuno con diamantes“, ponían a prueba una vez más la paciencia Jedi de su profesor. Las bravas eran catadas por los propietarios y José Luis decía “aprobao” … jajajajaja a lo que Chicote le respondía “aprobao dice el cabrón!!” jajajajaja después de estar sirviendo unas patatas mediocres por decir algo.
Empezaba un nuevo servicio y, por ende, un nuevo caos. Las comandas eran el talón de Aquiles de los protagonistas. Uno de ellos, quiero decir. Hacía falta mucho “orden en casa” (ref. marca marketing sueco). Alberto puso al frente a Carlos … desastre. Pasó el mando a Fernando … menuda actitud, cojones! Cristina, en su salsa. Descojonándose de todo y todos. “Te callas? Al final vas a acabar con la cabeza metida en la olla“. La paciencia de Chicote se iba difuminando. Otro pinchazo musical (BSO Superman) nos introducía en la dirección de José Luis que acababa exactamente igual que los anteriores: gritos, risas, desprecio, falta de respeto y una actitud indolente y despreciable de esta amiga venida del Este.
Acababa otro infierno de servicio y Alberto los reunía con el cartel de “Dirección” en la mano para ver quién tenía pelotas a tomar de una vez las riendas de su familia, ya no su negocio. Las miradas de “escaqueo” y miedo hicieron que, en vez de decidir, empezaran a plantearse el cierre definitivo. ¿Pero qué coño de actitud es ésa? Pues la de tres hombres vencidos, cansados y derrotados. Una pena. El momento “charla toca patata” hacía su aparición y reunidos los cuatro, Chicote les resumía todo en un “los retos se asumen y se sacan adelante, no hay más“. Dispuestos a recuperar la familia, ésa que “todo lo hacían juntos desde pequeños“, le endosaron finalmente el timón a Carlos, “el protector”. Y allí que se marchaba la pareja a ver a Cristina a su casa. La puerta se abría y tras el corpiño de tigre y los pendientes y cadena de oro (?), era la primera vez que parecía (insisto, parecía) escuchar las exigencias de su jefe basadas en el respeto y la profesionalidad: “si solucionas tus problemas en el trabajo, solucionarás los demás“. No le faltaba parte de razón. Mientras intentaban motivar a esta cavernícola de los modos, el equipo del programa iniciaba la REFORMA con otro gran resultado. Menudo lavado de cara.
Asistían a la nueva presentación del MENÚ y Carlos decía sentirse “algo desbordado” (empezamos bien!) pero “con ganas de empezar“. Todos ilusionados. La que más, Cristina que soñaba con montar un restaurante en Transilvania y llamarlo #CHICOTA. jajajajaja Sin duda, uno de los momentos de la noche. Se iniciaba el servicio definitivo y cuando todo parecía estar en calma y marchando aparecía “el puto Domingo” (dícese del ayudante de cocina por el que José Luis suspiraba! Uno que tuvo que abandonar el barco por miedo a cometer una locura con su “compañera de sartenes”). Y aquí, estallaba nuevamente su cerebro. Gritos y más gritos, utensilios y filetes volando, hacían que Domingo se fuera por donde había llegado.
Momento lesión con torcedura de dedo de “equilibrio woman” (algo teatral me pareció) al coger unos platos. Parecía que se había partido el dedo en cachitos ínfimos y solo tenía una simple torcedura. Pero eso, le sirvió para quitarse de en medio y tener que asumir los galones (al fin) Carlos. Fue en ese momento de necesidad, en el momento de sentirse “cuasi solos”, cuando afloró la experiencia ganada tras tantos años en el sector. Para arriba y abajo. Fluido. Sin gritos. En familia. Marchó y muy bien.
Pero llegaba el momento de despedida y todos teníamos en mente algo similar a “pobretes míos cuando se vaya Chicote …“. Les arengaba a seguir así y a verlos en cinco años con el negocio en marcha. ¿5 años? Como siempre digo, espero equivocarme, pero me gustaría saber si estos hombres han podido resistir y están abiertos hoy día. Ojalá que sí. Ojalá el “puto Domingo” haya vuelto con ellos. Cristina se emociona al recibir el regalo de Alberto: recetario del programa y leer su dedicatoria. Pero no fue la única. Alberto nos demostró una vez más que por muchos “pepinillos que alucine”, tiene un corazón del tamaño de un yak y se le enrojecieron y humedecieron los ojos al despedirse de tres hombres que habían dado su vida en la hostelería y que estaban muy al borde del precipicio. Emoción de RESPETO. Despedida musical con “For ever young” (Alphaville). Perfecta para tres familiares que les hacía falta una buena sesión en la piscina de Cocoon pero para fortalecer su actitud ante la vida. Muchísima suerte, de corazón.
Vamos con los highlights … a porrillo ayer! Hago “mi” selección:
– “En la casa de tócame Roque” “hay tres capitanes y una generala” (intro)
– primera abrazo de oso de la señorita Wilkes a Alberto … la cara del Chef … un poema!
– para pasar al momento cortejo con “qué guapo y qué culito tienes Chicote” … jajajaja mientras le pasaba la mano por el hombro …
– “Qué coño, bien lo he hecho“, era la conclusión de este personaje tras montar la que había montado. “Más tenía que haber hecho“, sentenció.
– “Yo no tengo miedo“, Alberto dejaba claro que una rumana loca no podría con él.
– El momento de pedirle ayuda en forma de curro a Chicote lo indico por el nivel de “vergoña” que me hizo sentir.
– Momentazos musicales de anoche … varios y geniales, como siempre.
– “Te estás pasando un huevo … ése!” (visto en las promos, siempre mejora en su contexto) y los tocamientos de Cristina, entran en esta sección por méritos propios.
– Momento en que vuelve la cocinera tras el “qué listas sóis las gitanas rumanas” … mirando como en el antiguo oeste al entrar el “saloon” … “eh, tú!! … tú!! háblame con respeto” le decía a José Luis, para, un microsegundo después decirle “vete a tomar por culo ya” … congruencia y equilibrio máximo la de esta madre (eso decía).
– “Espérate ingeniero!!” … ya se lo hemos oido alguna vez, pero me sigo deshuevando. Chicote al ver que Carlos ponía las comandas en el mismo orden que su compañera de cocina la ropa interior.
– “Fernando tiene el mando, pero enseguida, vuelve a hacer lo de siempre, poner servilletitas” :))))
– “La cocina debe ser una cocina y no un campo de tiro” … dale tiempo Alberto, dale tiempo …
– #chicota … debió ser TT anoche …
-Como siempre, gracias a tod@s y disculpad las pequeñas imperfecciones gramaticales y ortográficas que se me hayan colado. La premura no es la madre de la ciencia! “)
Llamando a una rumana ,, gitana rumana ” se lo digo de corazón , este usted ofendiendo a más de 10 millones de mujeres rumanas señor . Que vergüenza, …las rumanas no son gitanas. .. ponte a leer algo de historia antes de abrir la boca señor Chicote.
Me parece que deberías ver el programa o leer más atentamente … ni Chicote ni el que suscribe llamamos “gitana rumana” a la susodicha, sino su propio empleador … Así que te rogaría sacaras las conclusiones realistas … Aquí nadie es xenófobo … gracias por tu tiempo de lectura, un saludo!