Nos situamos de nuevo en Madrid, en Chamberí, Río Rosas, castizo a más no poder. Éste era el emplazamiento del “Picanha” o, como bien comprobamos al poco de cruzar sus puertas virtuales, lo más parecido a aquel jueguecito de mesa que, los que peinamos alguna cana, exprimimos cuando éramos críos sin saber realmente cuál era el oficio de la “señorita Amapola”, “The (brazilian) Clue“. Ardua labor la que tenía por delante el Chef esta semana. No solo de cocina iba a tener que hablar.
Lo que antes parecía ser el centro de reunión de futbolistas y famosos (en los que no incluyo a Maná), tras el traspaso hace unos meses del local de manos de los propietarios al entonces encargado y su mujer, se había convertido en una funeraria gastronómica. El amigo Frank, con dos décadas y media de experiencia en el sector, y algún persianazo que otro a sus espaldas, tenía menos mando que el “recluta patoso”. Pero no solo él iba a acaparar todo lo malo. Un camarero (digno de “El Guateque“), experto en exacerbar a sus clientes: Marquinhos (“Tengo potencial para subir mucho“, sí, sí, pero a base de hostias). Unos cocineros que no lo habían sido nunca y que daban su beneplácito a conservar la comida a temperatura ambiente: Adrián y Norberto (el que no había trabajado “muchismo“), del este de nacimiento y administrativo y jardinero de profesión. Y una esposa, Rosane, hasta los genitales de tener un marido que no llega ni a marinero, pero que sí sabía hacer “el vivascas” durante toda su vida. ¡Ojo! No solo el trabajo en sí sería el problema con el que debía lidiar Alberto. Las relaciones entre toda la “crazy crew” eran dignas de una labor de investigación propia de aquel juego de mesa que tantos recuerdos me traen. ¡¡Menudo pifostio interpersonal había montado en escasos metros cuadrados!!
Allí que llegaba el Chef y se plantaba ante una entrada fea y simple que nada hacía indicar que ahí dentro se sirviera comida brasileña. Como comprobaríamos, a la postre, la entrada era acorde a lo que dentro nos esperaba. Las paredes repletas de humedades, pegatinas del “Pizza Hut” en la barra, … y a la vista un buffet libre que daba ASCO mirarlo y MIEDO catarlo. “El problema es que Frank no tiene un puño fuerte y yo soy la bruja“, decía Rosane al llegar el Maestro. Con 1 año de “nueva vida” y con solo tres platos que servir (picanha, arroz y frijoles), nadie nos explicábamos cómo coño pretendían estos seres que aquello marchara. Entonces, empezaba el show de Marcos: de primeras, le entraba a Alberto y empezaba a cantar las “bondades” de lo que allí se cocía. Por supuesto, nada de lo que ocurría era responsabilidad o culpa suya: “no tengo que chuparle los huevos a nadie“, decía. No, Marcos, no. Gracias por la aclaración. Decía que, el principal problema, amén del pusilánime Frank, era la calidad y presentación de la comida, nefasta. Tenía razón en eso, sí. Así entre charleta, charleta y un “poooor faaaavoRRR” que repetía hasta la saciedad y que calentaba mi cerebro a un ritmo vertiginoso, Alberto tenía que cortarle y decirle muy educadamente “tú sí me estás dando caña a mi“. ¡¡Calla la bocaza y trae la comida!! Avisando previamente que había tenido suerte de que hoy, lo que se iba a meter en el gaznate, era “fresco”.
Allí que sentaba posaderas Alberto y lo que iba a probar, como se veía venir, no le iba a gustar nada: un pastel de verduras que con dos cojones cogió del buffet y que estaba seco como las zapatillas de Brian. Unos champiñones con queso que recomendó tirar directamente a la basura (Adrián decía que “era la receta de toda la vida” … de la vida de quién?) Mi primera carcajada llegaba: “es que es un exagerao“, jajajaja, decían del Chef. Y entonces llegaba el primer intento de asesinato en el tablero de juego: la salsa picante. Nadie allí se aclaraba con la salsa que le servían, hasta que Rosane, cuando parecía poner cordura, la terminó de liar: “ésa pica menos“. La cara de Alberto al meterse una cucharadita en la boca fue de “captura”: “esto es sangre de Alien, corrosiva“. Pero no iba a acabar ahí los intentos de los “Sacamantecas” cocineros de intoxicarlo: una salsa tártara con tropezones de bacon, un mero que no era tal, sino perca (aunque allí nadie la llamara como tal! :P) y el momento estelar: le servían el “chumy mango” y a Alberto no le quedaba otra que empezar a descojonarse ya por pura desesperación. ¡¡Chumy mango!! (Chutney). A pesar de que, al catar la picanha, parecía que algo había encontrado saludable (todos celebraron momentáneamente su éxito) nada más lejos de la realidad: el corte y la cocción, patéticos! El folio que previamente había pedido para anotarlo todo y que no se le olvidara viendo el “pampaneo”, se le quedó corta. Tras repasar visualmente de nuevo lo que esos CERDOS llamaban buffet, entraba a la cocina como un toro “bizco“: la charla a las viejas glorias de la WWF era de escándalo, hasta que se metía, cómo no, Marquinhos el BOCAZAS. Y Chicote, estallaba: “otro que se creía que esto era fácil“. Pero Frank, tenía menos expresividad que el amigo Farid la semana pasada. El timo de la “Perca-Mero” se está convirtiendo en un clásico de los “mastuerzos” de la cocina. Chicote salía de allí por patas necesitado de aire y silencio. El servicio le esperaba, y a fe que iba a ser durito.
Y empezaba tal cual. Norberto “el disperso” que solo fregaba. Adrián “el manteca sucia” haciendo los frijoles con la carne reseca y “requemá”, la carne restregándola con la mierda de la parrilla, y mientras, Marcos “el HOSTIABLE”, sin saber cómo coño decir “perca”. Pero claro, el segundo momentazo tras el “chumy”: “paca, pachanga” era lo que decían a los clientes que había. Jajajajajaja, “la Paca de Río“, todo un espécimen por descubrir en nuestro ríos. Pero claro, el camerero seguí a lo suyo: “he venido a hablar de mi puto libro y lo demás me da igual”, y nada es culpa mía: azuzaba sin parar a Frank contra los “cocineros” mientras que iba “espídico” por la sala. Un cliente lo dejaba claro: “no te da tranquilidad para comer“. El servicio era un jodido desastre. De los peores que se han visto en el programa. “A tomá pó culo“, decía Frank sin cesar viendo tal despropósito. Su mujer, “no,no, te irás tú, yo tengo dos hijos” … “estoy muuuuuy caaansaaaado“, seguía Frank, hasta que Chicote le espetaba ya harto: “no te veo ni pasarlo mal” … cojones!
Llegaba el momento confesionario, y Alberto hablaba con la única persona capaz de interactuar allí con algo de cordura: Rosane. El programa, desde luego, nos está mostrando el #WomenPower que mueve el mundo. Siempre son ellas las que deben tirar de los “mataos”. Y claro, nos enterábamos de por lo que había pasado esta mujer toda su vida: un jodido VIVIDOR y por qué no decirlo, un buen putero. Las cosas, así se llaman aquí, en mi web. Al borde del divorcio 6 meses antes, Rosane se venía abajo y Chicote decidía, por ella (una vez más) hablar con el crápula de su marido: “el problema es que no me fío de ti” (Chapeau!!) “Tener un restaurante implica responsabilidad de TODO lo que en él pase“, le recordaba. Él, solo asentía. ¡¡Un poco de sangre, coño!!
Viendo la necedad de lo que tenía delante, el Chef decidió traer a Luis de Blas, carnicero de confianza y que les daría unas breves (y necesarias) lecciones sobre cómo se despieza una vaca. A pesar del desconcierto inicial, más o menos, sabían de dónde se sacaba la picanha. Mientras tanto, yo, salivaba como perro hambriento. Para el nuevo servicio de despegue, se iba a servir: picanha, pito, cadera y vacío. Y, para ello, el de Carabanchel arengaba al “listo de la sala”, Marcos: “no eres tan bueno? pues lo quiero ver“, mientras que se chocaba una y otra vez con los sacamantecas en la cocina: “por la derecha!!!”. A una mesa llegaban seis brasileños (incluida una “mamma” que tendría un momentazo): “quiero que me digáis qué echáis de menos de Brasil aquí“. Entonces, otra vez Marcos, siempre él: incapaz de memorizar 4 piezas de carne, gritos allí, allá, Frank en su línea de maniquí, Rosane con sus crisis. Chicote volvía a salir a tomar aire. Un puto desastre de gritos e ineficacia absurda. “Espérate y cállate“, tuvo que decirle Alberto a Marcos, y éste, se iba farfullando “uno más burro que el otro”. Pero eso sí, cuando llegaba a otra mesa, se daba cuenta que se le había olvidado la ensalada. Entonces, se decide un cambio: Marcos a la cocina y Frank a la sala: “no querías tu oportunidad, pues aquí la tienes”. “Esto me lo como yo con harina“, dijo el “retrasobrao”, mientras casi hacía arder el microondas. Ya calentito, decidía ir a ver qué pasaba con la carne que había pedido la mesa canarinha y casi se lía a hostias (qué pena, porque estoy seguro que la “mamma” lo habría puesto fino!) diciéndole a un cliente: “no consiento que vengas a decirme que la carne está mala” y “esta mujer está loca“, sentenciaba en el escondite de la cocina. Rosane, a llorar. ¡¡¡Menos llorar y echa a la puta calle a ese desequilibrado!!! Y Alberto encontraba un símil perfecto para concluir con ese “servicio”: “¿os gusta el fútbol? Pues estáis perdiendo en casa contra Argentina, 6-0!” (zás!)
Desesperado, decidía ir a una lavandería a ver si captaban el “mensaje” para que todos pudieran poner sus cartas sobre la mesa, y decirse las cositas a la jeta: Frank decía de Adrián que hacía lo que le daba la gana; de Marcos que era un puto arrogante e indisciplinado; de Norberto que era un “zombie” sin interés; y al propio dueño, también le caían unos cuantos palos. La conjura parecía dar resultado y hasta el matrimonio parecía estar unido otra vez: “eres mi ancla”, le decía a una esposa ilusionada. Pero, el ancla, me pregunto, ¿quién es para quién realmente y qué función desempeña? Pobreta. Me daba mucha pena.
La REFORMA(za) llegaba y otra vez, el equipo, se salía. Las caras de todos eran un poema (bueno, menos de los Sacamantecas, que tenían menos expresividad que el esfínter de un koala) y Alberto repetía una máxima innegociable: “qué importante es que te guste el sitio donde trabajas“. La cocina, al pelo, “para toda la vida” y el nuevo menú, me hizo correr a la nevera a por algo que meterme en la boca para parar de salivar. ¡Ojo! que llegaba un momento novedoso en el programa: el primer PIBÓN que se ve en las tres ediciones que llevamos. Chicote traía para dar ambiente y vida a un cantante y a una camarera para los cocktails … Diane (del nombre de él, ni me acuerdo :P). Supuestamente aliviaría el servicio al encargarse únicamente de menear las caipirinhas y el ritmo sanguíneo de los nuevos clientes. El último SERVICIO comenzaba y no podíamos esperar otra cosa (a pesar de los uniformes @chefaporter) que el DESASTRE. Marcos a su movida de gritos y reprimendas, mientras que la cagaba una y otra vez en sala. Frank como si estuviera haciendo sudokus con las comandas. Los Sacamantecas, en una galaxia mental paralela (poniendo una tapa blanca a un plato amarillo) y Chicote deseando que acabara la grabación para salir de allí corriendo. Los hijos dando ánimos y el montaje quedaba finalmente digno. Pero nada más lejos de la REALIDAD. Todo había sido un jodido desastre por mucho que se maquillara.
Chicote se despedía de todos (con unas gaaaaanas, imagino) con Fat Boy Slim de fondo y una canción muy acorde con la PACIENCIA ETERNA que demuestra el madrileño semana tras semana: “cuando llegué aquí, tenían la caja de Pandora, ahora, al menos, tienen el espíritu brasileño“. ¿Qué pienso yo? Lo sabéis ya. Como gritaban los “Sex Pistols” en su canción más pinchada, “Nooooooo Fuuuuuuuture … for youuuuuu”. Es que no vi ni un solo atisbo de esperanza en ese grupo. En cuanto Alberto saliera de allí, la señorita Amapola crisis, el cocinero Pizarro, Marcos de Mariná, el doctor (Frank) Danonino (por aquello de la blandura) y la señorita Norberto Prado, iban a volver a repartir cartas y echarse una partida de Cluedo a ver quién encontraba más mierda del otro. Espero mi error, como siempre. Pero lo dudo, y mucho. La versión del “Castro de Lugo” brasileño, fue lo que vi. ¡¡Suerte Rosane!!
Vamos con los highlights que, anoche, encabezó sin excusa alguna “Marcos I, el hostiable“:
– “Tengo potencial para subir mucho” (en el ránking de hostiables), “No tengo que chuparle los huevos a nadie“, su puto “Porrrr faaaavoRRRR” con ese frenillo al pronunciar, su mirada de desequilibrado … dejaron paso a los dos grandes momentos: “Chumy mango” y “La Paca de Río” … jajajajajajaja Pero esas carcajadas no me quitaron ni un solo gramito de deseo de plantarme delante de su cráneo cual Leslie Nielsen en “Aterriza como puedas”.
– “He trabajado ´poquismo´“, otra gran frase resumen de lo que se cocía allí.
– “Este tío tenía que currar en una parrilla, porque es un braaaaaasas“, Chicote sobre Marquinhos.
– “Esto significa PELIGRO, me cargo a gente, siempre hay un capullo que haciendo esto se lleva a 30 personas por delante” … ante unas caras que parecían decir “y?”
– “Frank parece un espárrago al frente del restaurante” jajajaja. Un espárrago que tuvo la “cojonuda idea de poner en la cocina a un jardinero y a un administrativo“
– “Yo no soy un asesor matrimonial“, duro tuvo que ser este momento para el Chef.
– “No era tan fácil? Te lo has comido con harina y has quemado el pan“, le dejaba clarito a Marcos que, por mucho que su ego creciera, su inutilidad, también.
– “Me la suda todo“, Marcos sobre el mosqueo de la clienta brasileña con la carne. Ilustrativo. “Así son todos los brasileños, falsos“.
– “Si mientras comes, no hablas, come” jajajajaja Alberto a Marcos, claro.
Muy posiblemente haya olvidado alguno pero, anoche, estaba flipando al mismo nivel que aguantando las ganas de meterme en la pantalla y meter en la parrilla la lengua del amigo Marcos. Así que, como siempre, sóis libres de recordarme los olvidos.
Otro programazo para nuestros lunes por la noche. Ayer, publicaba Alberto un “tuit” en el que decía estar grabando el último programa de la temporada. ¿Cuántos quedarán? No lo sé, pero sigamos disfrutando … y aprendiendo. ¡¡Gracias a tod@s!!
@disparatedeJavi
@facebook.com/eldisparatedejavi
Os invito a que os paséis por “El Escondío” … “)
https://www.facebook.com/pages/El-Escond%C3%ADo/593534360731432
Lo de los sacamantecas me ha llegado al alma y no está bien partirme el culo en horas de trabajo. Yo creo que este chaval, Marquinhos tenía una tara psíquica importante, vamos que no estaba sano de la pelota. Los gestos y las posturas me recordaban a veces a otro brasileño con trastornos de la personalidad llamado Képler Laveran Lima Ferreira aka PEPEEEEEEEEEEEEE, ajajaja.
Saludos
Jajajajajaja, cabronazo eres!!! Es que los dos “maestros” de la cocina, fue verlos, y me vino a la imagen esos sábados por la mañana cuando todavía peinaba acné viendo el esperpento WWF que tanta diversión me proporcionó!!! Me alegro que te hayas echado una risa jajajajaja porque yo también me la he echado con lo de Pepe! jajajajaja
Y sí, “Marquinhos Hound, el Hostiable”, es evidente que se había esnifado toda la picanha de Brasil … o de Madrid! 😛