Tras pasar por el destructor Imperial flotante del estreno de esta 5T en #PesadillaNémesis, Alberto Chicote nos traía otra de las novedades de este curso de Pesadilla en la Cocina: un camping en Sierra Nevada y su restaurante el “House Café“, regentado por Manolo y Ada, un matrimonio en crisis por la marcha de un negocio del que se hicieron cargo hace 3 años y que no han sabido levantar. A eso se le añade una plantilla más que escasa de profesionalidad y unas brasas mal enfocadas. Aquí, una nueva #gilicrónica, la de #PesadillaHouse.
Ada, “cocinera porque no tenía más remedio” nos contaba el pasado reciente de las instalaciones, un after con cabañas picadero de cuya imagen querían desprenderse. Manolo, por su parte, nos reconocía que “trabajaba allí por castigo” pero que la principal razón de que todo fuera mal era su mujer que no daba el 50% como él. No, claro que no, daba mucho más. En su mundo paralelo no se ruborizaba al afirmar que si ella no cambiaba tendría que marcharse de allí. Conocíamos entonces a la plantilla que, según los dueños, “mejor no hubiesen venido“: Míchel, el autodenominado “fiestero” o lo que es lo mismo un gandul de tomo y lomo. Alexia, se declaraba no camarera sino “gogó y …. y ….“. ¿Y qué? Debería haber una sección de tomas falsas o making off porque ya nos dejó a todos con una curiosidad malsana. Paco, de mirada intensa y carpintero metálico. Un pelotón chiflado responsable de que la inversión inicial de 150.000€ hubiese ascendido hasta el millón redondo. Pero Manolo seguía teniéndolo claro en su cerebro anestesiado: “yo estoy dispuesto a luchar pero ella tiene que mejorar“.
(Lori Meyers, “Caravana”) A esta acampada de #disparates llegaba Alberto Chicote preguntándose cómo en un camping, con la clientela asegurada, podía ir mal un negocio. Enseguida saldríamos de dudas. Una expendedora de condones en la puerta y una recepción desierta era lo que se encontraba nuestro Chef al llegar. Finalmente se cruzaba a Ada limpiando sus aposentos, perro de guardia incluido, y ella le contaba el pasado turbio del camping ante la atenta mirada de su recién llegado huésped a la cama redonda que regentaba la habitación. Además de la pesada carga de la reputación tenían otro problema gravísimo, el que nos interesaba, su restaurante, por llamarlo de algún modo. Primer contacto visual de Alberto con Manolo que ya empezaba a lamentarse tras haber estudiado turismo y estar haciendo labores diarias de mantenimiento y serrería. Poco tardaba en cantar que la deuda ascendía al millón de eurípides, lo que dejaba tieso al de Carabanchel: “y cómo te metes en esto?“, “pues alguna vez había que empezar” … razonamientos Manolo, S.M.L. (Sociedad MUY limitada).
Sentado e incomodado, el invitado de lujo pedía la comanda ante la penetrante mirada de Paco al tiempo que le tanteaba sobre los problemas del restaurante. Los primeros gritos de Manolo de fondo le daban una muy buena pista. En ésas que hacía su aparición el apolíneomorfo cuerpo de Míchel, que estaba con sus amigotes tomando el sol antes del comienzo de su turno. Prefiero pasar por alto los detalles liposuccionadores. Una ensalada César con “pollo tibio“, sin queso y muy lejos de su nombre. Pollo a la brasa “seco como el ojo de un tuerto“, un crepe de idem y bechamel digno del recetario de un “estudiante”, todo ante la atenta mirada de Natalia, la ayudante esteticién de cocina y con un “pero” para todo. El perro que volvía a hacer su aparición campando a sus anchas. La hamburguesa también sin fuste y una pizza con “masa casera congelada” y dura como un endoesqueleto hacían formular la pregunta más simple y evidente de la mayoría de restaurantes al que acude Pesadilla en la cocina: “¿cómo pretendéis que venga alguien si hacéis la comida de un estudiante español de ERASMUS en Dinamarca?“, por ejemplo. Todo servido en plan “banquete de Juego de Tronos” … pero sin el trono. De juego, mucho. De nuevo llegaban gritos del maridito desde la cocina, esta vez, con parte de razón porque, su íntima empleada Nata, no dejaba el móvil: “es así todos los días“, decía resignada Ada. Manolo aprovechaba entonces para empezar a descargar toda la culpa sobre su mujer y su amiga, “la Nata”. Mientras él quería tener un cocinero profesional, ella mantenía a su amiga para que se sacara unas “pelillas”, porque otra cosa, de allí, no iba a sacar: “estoy convencido de que no soy yo el que fallo, sino el resto“. Él, con su medicación.
La inspección de cocina llegaba: “coooooño, qué paliza os habéis metido, no?“. Ellas lo negaban pero llegaba Manolo con su rebaja y decía haberla ordenado él hacía dos días. “Es un tocacojones“, todos los allí presentes de acuerdo con la afirmación de Alberto. Pepinos congelados, gambas fosilizadas y masas de pizza como pectorales del Capitán América hacían a Chicote recomendarles cambiar el nombre del local por “Bajo cero”. Aparecía el canino de nuevo: “¿no decías que el perro no entraba en la cocina?” … “nunca, ha sido hoy” … las casualidades que tanto gustan al madrileño. Se despedía para el servicio al que llegaba a ritmo de Jamiroquai, “Blow your mind” y con el propósito de no “descuidarse para no llevarse una puñalada” viendo cómo se las gastaban allí. Nata a lo suyo, con el “selular” en mano, un ejército de moscas en la cocina y Manolo echando spray en sala. Otro acto inexplicable de este figura: si están en la cocina, ¿para qué lo echas en sala? Al menos no roció la comida. Prevención ante todo, sí señor. Sin la más mínima organización comenzaba la marcha: mal entendido con unos “Mojitos House“, huevos fritos destrozados, masa de pizza cruda, Manolo demostrando saber solo gritar, hacer brasas y “tener una respuesta para todo … PARA TODO” a lo que le aconsejaba/decía/recriminaba Chicote. En un afán de protagonismo insano marchaba una carne sin salsa curry porque a él le salía de esos cojones que tan bien puestos creía tener. Finalmente se quedó con ellos al aire al afirmar Alexia que iban con curry. “Esto debería llamarse House Café Circus“. Platos sin ingredientes porque a Nata se le olvidaban, Míchel “piscinas” deambulando por la sala sin saber qué pijo hacer y con menos ganas de saberlo y “venga y venga a tirar comida a la basura“.
Desquiciado al comprobar como una cocina en la que solo se freía, utilizaba el horno y microondas iba tan jodidamente mal, Alberto Chicote estallaba: “¿que solo te hace falta un cocinero? Porrr favorrr, veeeenga YA!“. Manolo seguía en su mundo de recepcionista: “tengo claro cómo llevar un servicio, está claro“. Se enzarzaban en un bucle en el que uno quería que le escucharan y el otro tomarse una nueva dosis de egocentrismo de zapatilla: “y encima tengo que dormir aquí!“, decía al dirigirse a su cama redonda el ayer chef campista. Al día siguiente se producía la primera reunión entre los tres para la “lectura de cartilla”. Les dejaba claro lo que allí habíamos visto todos: un campo de batalla en el que lo importante era ver quién “ganaba el partido” de las culpas y no que el cliente se fuera satisfecho y queriendo repetir. Pero Manolito “brasotas” seguía echándole la culpa a su esposa por no ayudarle con la plantilla. Era evidente la animadversión de éste hacia la amiga de su chica. Finalmente, ambos ofrecían su compromiso de “confianza mutua”. Pocos lo creímos.
Un nuevo servicio comenzaba con el cambio de roles: “Brasotas” a la cocina y Ada organizando la sala. Poco hacía falta para que Nata y su jefe se enzarzaran de nuevo. Ella le preguntaba cuántos espárragos echaba en la sartén para el revuelto y él, en un alarde de “he venido a hablar de mis brasas y lo demás me da igual“, le contestaba: “no sé, lo que vengáis haciendo“. Dos cojones. Huevos revueltos que llegaban de vuelta bajo una capa aceitosa y un queso hecho “pegote”. Ada pasaba por la cocina para meter caña justo cuando su cónyuge en el papel nos hacía otra demostración de que echaba de menos su mostrador y campanita de recepción al no tener ni pajolera idea de cómo manejar las comandas. Míchel “piscinitas” se movía por el salón con su insolación permanente, dos señoras pejigueras sacaban punta al concepto “individual o para compartir” y Manolito la pagaba con Nata que acababa abandonando el camping: “no soporto más a tu marido“. ¡NI NOSOTROS! Él, satisfecho, le recordaba a su mujer “que esto iba a pasar” en un ataque de cuñadismo suegril antes de casi marcarse un doblete de despidos nunca visto en las cinco temporadas de Pesadilla en la cocina. Alexia explotaba pero reculaba: “esto es una puta pesadilla“. Sin duda, lo era.
“Yo no sirvo para esto” … “¿Y por qué lo mooooontas?“, un nuevo meneo le metía Alberto a “Brasotas” pero éste, en lugar de reaccionar, se marchaba corriendo como un COBARDE: “huyes como un perro” … y se quedó corto. “No es agradable, pero me quedo“, decía nuestro chef tras escuchar como Manolito se bautizaba como el “entrenador” del lugar, segundos antes de que no se quedara tranquilo y le dejara clara las cositas tras escuchar de la boca de su estúpido alumno ayer que “da soluciones y deja de tocarme los cojones“. “Te voy a decir siempre lo que veo, te guste o no, es mi trabajo y si me quieres dejar hacerlo bien, si no, ¡Au! Me tienes harto, tío … ¡HARTO!”. Se marchaba de allí por no empezar a soltar con los hierros de la tienda de campaña. “Si no puede Chicote con él, como voy a poder yo?“, se resignaba la pobre Ada.
Al día siguiente viviríamos uno de esos momentos en los que no sabes si meterte bajo tierra o dejar a Manolo en el gallinero una temporada. Para intentar que la pareja recuperara sensaciones de confianza mutua y trabajo en equipo, jugarían a coger una gallina a ciegas. Ella lo guiaría y él debería dejarse guiar. Cuando parecía que el juego no acabaría nunca, lograron el objetivo. Él demostraba tener la misma emoción que una sartén. “¿Os habéis divertido? ¿Sí? Pues venga, dale un beso!“, decía Alberto … y llegaba la escena más vergonzosa de esta temporada: con sus dos cojones, “Brasotas”, le daba un beso … ¡a la gallina! Más que ilustrador.
(Black Keys, “Remember when (side B)”) y (Holy Ghost, “Dumb Disco Ideas”) nos presentaban una nueva REFORMAZA de @ebarrera_ y equipo: pincha aquí. Los ojos de Manolito se iluminaban por primera vez dejándonos claro que lo único que le importaba a aquel tipo era que le liberaran de sus trabajos de mantenimiento. A Paco se le abrían más sus cuencas oculares al ver la vuelta dada a la zona de parrilla (Two Door Cinema Club, “Something good can work”) y Alberto nos presentaba la NUEVA CARTA (Kasabian, “Eez-Eh”) (con @Albertogleton). Momento babeo asegurado en este minuto de emisión. Ada y Manolo parecían estar unidos en ese momento y éste se arrancaba con un “me estoy viendo que al final te doy un abrazo“, y se lanzaba a por un estupefacto Chicote. Ni Judas los daba así. Además, el Chef le ofrecía la posibilidad de completar un curso de cocina en Granada. Éste parecía emocionarse pero creo que lo que le pasó fue que la avispa que por allí pululaba se le metió en el ojo. “No lo desaprovechéis, por favor“.
ÚLTIMO SERVICIO en bandeja y uniformados al canto. No imaginábamos que esos gorritos naranjas fueran a perturbar el buen final al que solemos estar acostumbrados: “no te pido que sepas pero si el triqui triqui“, arengaba Alberto a Manolo. Triqui no, pero de traca … Todo empezaba con mucho retraso y errores en las comandas. “Lo mío es la brasa y aquí estoy desorientado“, repetía moviéndose como el “tamborilero” el amigo “Brasotas”. Emplataba como un troll y estallaba como todos imaginábamos: tiraba el gorro al suelo y se marchaba, lo que hacía enfurecer a Chicote como hacía mucho no veíamos: “esto ya me lo tomo como algo personal” porque era un tío “que no se merecía nada“. Algo sí se merecía, sí … pero no palabras. Allí lo dejaba con su miseria y corría a ayudar a Ada: “no te gustará pero lo haces como si te gustase“, le decía y ella, en una demostración final de quién llevaba allí los pantalones decía: “qué voy a hacer, Alberto? Hay que tirar pá lante“. ¡Sí, señora! El otro seguía excusándose: “es normal que si me metes en un trabajo que no es el mío y con tanta presión … lo mío son las brasas” … Su mujer se encargaba de terminar el trabajo … y bien.
La charla final destiló toda la tensión que en nuestro sofá percibíamos. “Creía que ya no venías“, le espetaba Alberto al ver que Manolito llegaba el último a la fila. “Menos tú que te has convertido en un mierda” … felicitaba a Paco “ojos de halcón”, a los otros al menos por haberlo intentado y a Ada, como no podía ser de otro modo, le deseaba “la mejor de las suertes” con una canción de fondo que ni al pelo: Foo Fighters, “My Hero”. Ella por su parte decía que llevaría siempre a Alberto en el corazón y su, hasta ese momento cónyuge, en su línea cretina, dejaba claro que se la pelaba el que se hubiera marchado enfadado. Él ya tenía su reforma y curso. Los demás nos hacíamos la misma pregunta que el chef: si esto lo lleva Ada, puede ser un “referente durante mucho tiempo“, si lo lleva Manolo … (Nudozurdo, “Golden Gotelé”). ¡Mucha suerte siempre Ada! Con el nuevo “House” y en tu vida personal porque, si sigues ligada al amigo, vas a necesitarla y mucho. Apostaría porque sigue “a sus brasas” sin dar un mandil derecho al agua.
Highlights:
– momento “Míchel piscinitas” y ese paseo metiendo barriga. Sonrojarme fue poco.
– “Coño! Si parece una rana“, Alberto viendo los muslos estilizados del supuesto pollo a … la brasa de Manolo.
– Nata y su mente montada. Nunca antes habíamos visto a un “ayudante de cocina” olvidar tantos ingredientes en distintos platos.
– “Dile que como no hay demanda, el pollo es congelado” … esto lo estudió Manolo en primero de Turismo.
– el momento beso a la gallina … ¡valiente sin sangre!
– “lo he intentado, no como la colombiana” … terminó escupiendo Manolo. Tardó, pero lo soltó.
– “Estoy encabronao“, es el resumen perfecto del estado anímico de Albero Chicote anoche. Muy pocas veces lo vemos así y, aún con ésas, demuestra ser un Jedi … ser diplomáticos con semejantes villanos no está al alcance de muchos. Los desagradecidos … ésos …
– Y Ada … otra de las MUJERES que pasan a formar parte de ese grupo que tantos matrimonios salvan. Muy grande.
Otra gran entrega de esta 5T que, atentos, agarraos los machos … y los de otras cadenas y programas más … lideró la audiencia de anoche con un 12,9% y 2,2 millones de #pesadilleros. Bestial. Y sigue subiendo …
La semana que viene a redondear al 13 con …
#Written by @disparatedeJavi
#GiliConcepArt by @disparatedeJavi & @scientist_pi … y cía 😉
#MontajeFinal by @scientist_pi
#disparateTeam
Creo que falta el momentazo TOP de “Brasotas”: “Para que veas lo que yo quiero a Ada, que gracias a mi, ella se ha podido sacar esto adelante porque yo la estaba molestando, entonces, algo de beneficio he tenido también”
Ole sus huevos toreros y brasas, di que sí Manolito.
Tienes razón, Jordi, él siguió con su medicación jajajaja