Madrid. En pleno centro de la capital, junto a la calle Preciados, encontrábamos el “María la Portuguesa“, restaurante que inicialmente se basaba en la cocina tradicional del país vecino pero que , poco tiempo después de abrir, pasa los días sin servir comanda a un solo alma en pena. Su dueña solicitaba la ayuda de Alberto Chicote y Pesadilla en la cocina antes de ser enterrada en el recuerdo de muy pocos madrileños. Aquí, la #giliCrónica de #PesadillaPortuguesa.
Susana María, propietaria y emprendedora, gasta su tiempo laboral en otro de sus negocios, una pastelería de éxito, dejando las riendas del restaurante a su socio fantasma que parece tenerlo todo terroríficamente mal organizado. Víctor, el “figura”, con un “30% de las acciones” y supuestamente encargado de la gestión “aunque ahora no participaba“, decía sonriendo. (Al Hirt, “Cherry Pink and Apple Blossom”) En contraposición a lo que decía su socia, él, con sus santos cojones cubanos, afirmaba pasar todas las semanas “a las 5 para comer”, su hora. Eso sí, los fines de semana ni portaba pero sí decía estar atento para “velar por su dinero”. Dejándolo a un lado, más bien en un rincón, se nos presentaba el plato fuerte de la noche: la pareja de cocineros encerrados en la pequeña Filipinas de su cocina: Ron y DJ de cuyas virtudes conocíamos por su empleador: “no tendrán una Michelín pero croquetas sabe hacer“. Me enamoraron desde el principio. Rodrigo, con tres semanas en plantilla, Carlos, despedido 3 veces en un mes, y Bárbara, formaban el resto del equipo que esperaba como pala en arena húmeda la llegada del chef madrileño.
En los fogones se escuchaba a dos filipinos reir mientras pronunciaban el azote de las cocinas: “Chicote TÉrror“. Una mesa coja era la elegida para empezar a echar un vistazo a la carta “todo con 90 céntimos”. En ella destacaba el que sería estrella repugnante de la noche: “la francesinha”, supuestamente considerado como uno de los 10 mejores sandwiches del mundo en 2011. Antes de Cristo, claro. Un bacalao dorado, revuelto seco como el ojo de nuestro tuerto favorito era la previa perfecta para ver como DJ sacaba de su mesa de mezclas un sandwich envuelto en film no maleable y lo metía en el microondas. Llegaba “la mierdinha“. “Suena como un leño”, decía el chef mientras intentaba cortarlo. Realmente no hizo falta cuña del técnico de sonido. Sonaba tal cual. A María se le grababa en el cráneo. Ron, en el ataúd de la cocina, explicaba a DJ que si estaba duro era por la carne, que tenía muchos días. Y se quedaba tan ancho. Lo único que se salvaba de semejante esperpento de comanda era el pastel de Belén que la propia dueña suministraba de su otro negocio. Una nueva clásica cuestión que siempre queda sin respuesta o balbuceos sin sentido en su lugar: “¿Por qué lo pones si lo sabes?“.
“Esto es un guá!!“, exclamaba Chicote al ver los escasos metros cuadrados donde Ron y DJ pinchaban. Eso sí, para tener tan poco espacio, acumulaban mierda sin reparar en grasa. El almacén no se iba a quedar corto. Situado en otro extremo del local, todo pegajoso, albergaba un jamón con hierba de La Comarca y perfume de Minas Morgul: “ni en Portugal María, ni en ningún lado”. Una harina para rebozar los calamares que llevaba en el tupper años luz y que aún albergaba fósiles de cefalópodos anteriores. Tarros de sal gruesa y sal fina que realmente eran “mierda” de idénticos grosores. Con semejante lienzo nos despedíamos hasta el servicio sabiendo que íbamos a vivir otro auténtico #disparate.
Llegaba el SERVICIO y el socio no había portado aún. Lo peor es que no tenía intención de hacerlo. Tras llamarlo se desmarcaba poniendo de excusa un incidente con su hija. Todo parecía como sonaba. Alberto intentaba aclararse con Ron y DJ sobre cómo organizaban el trabajo y este último decía estar muy “nervioso porque Chicote my side“. Dos jóvenes guiris se pedían el famoso sandwich y lo devolvían por parecer chicle el pan. Como no podía ser de otro modo porque Ron, ni corto ni perezoso, al ver el plato de vuelta, lo introducía de nuevo en el microondas. Todo el mundo sabe que es lo mejor para otorgarle textura crujiente a algo. De primaria en Filipinas. En la mesa de atrás, una ensalada podrida era también enviada directa a la basura justo antes del momento asqueroso de la noche. Muy asqueroso. “¿Vas a poner eso?“, señalaba Chicote al ver unas sardinas negras y pestilentes como el esfínter de un búfalo. Arcadas, asco, arcadas, asco y más arcadas. A punto de vomitar estuve, lo admito. Esta vez, sí. La dueña, también. No sé cómo pudo contenerse Alberto. Repugnante. Eso debía olerse desde la cuarta planta de la Fnac de Callao. Aparecía entonces Víctor, the phantom menace. “¿Tú eres el que lleva esto?” … “No, ella”. Asumiendo que llegaba el caribeño. Sangre caliente, la justa. “Pero si vengo todos los días“, se explicaba el estresado ejecutivo. A lo que inmediatamente, Rodrigo, le cagaba la cara dejándolo por lo que ya parecía desde la llamada de teléfono, un milongas de mucho cuidado.
Su único logro era haber creado la carta copiándola de otro restaurante donde estuvo trabajando: “Ah, que se la has fusilado, no?“. Lo admitía sin duda ni vergoña. Terminaba por cantar. Confesaba en cámara que no, no iba mucho por el cuasi tercio de su negocio. Volvía a sonreir. Una sonrisa que me alteraba bastante. En la charla de Alberto demostró no tener flujo sanguíneo y se hacía el longui preguntando a su socia quién era el actual responsable cuando supuestamente era él. Carlos el “bilingüe” intentaba defender lo que allí veíamos argumentando que tenían al menos 10 clientes que volvían. Todos reíamos y Chicote tiraba de ironía extrema por no callarle la boca con un servilletero. “Necesito autoridad para ejercer mi labor“, terminaba de hacernos reir Vic.
Al día siguiente reviviríamos otro desastre. El segundo servicio no iría ni una milésima mejor. El socio cubano nos demostraba las inexistentes ganas de currar e interés que tenía en aquello. Ron no probaba nada de lo que servía, solo “imagine” el punto del arroz. El mismo que se devolvía a cocina por una señora que lo encontraba con la misma dureza que sus callos. Pizzas cuatro quesos de supermercado que ni siquiera se preparaban bien, clientes hartos de esperar que querían largarse cuanto antes … “¿Esto es tu modelo de gestión?“, le decía el chef y él, con su ritmo arterial intacto y sus genitales densos contestaba que “a veces era mejor callar para no importunar” … “aaaaah, claro, no sea que salten las dos fieras” … grandioso. Ron y DJ ni se inmutaban. Lo esperábamos todos. Ya se sabe que en Filipinas no usan tostador. Chicote clamaba contra la pasividad infame del cubano: “eres un campeón, un jeta, se te ve a la milla“. María lo echaba de la cocina y lo mandaba a sala. Allí hacía el ya conocido movimiento peonza. Aquel que perfecciona todo inútil que ni sabe ni quiere. “¿Pero qué haces?” … “¿Yo? Conversando, bueno no, escuchando las quejas de los clientes” … “¡Vaya PAQUETE!“, estallaba nuestro chef. Vic, ante tal deshonor, intentaba presionar a Bárbara para que atendiera bien a unos clientes que se levantaron en armas a su favor callándole, otra vez, la boca al socio del 30% de vacío. En cocina, y ante el desastre, Ron se hundía tras el fracaso. Al menos es uno de los pocos cocineros al que hemos visto realmente afectado por los despropósitos. Estamos acostumbrados a que se la suden. “¿Y os preguntáis por qué no funciona esto? Os merecéis cerrar. Así, tendréis lo que buscáis. Hasta lueguito“, se marchaba agotado.
Al día siguiente, y previas imágenes de la visita a la pastelería de María, tendríamos el primer gran cameo de la noche: Inma, la chica de Alberto y encargada del Yakitoro: “tengo a alguien que hace las cosas como yo sin que esté yo”, decía él. A la vista está su trabajazo. “Cuando pones un negocio tienes que estar y el problema es que no puedes estar las 24 horas, así que necesitas a alguien que mire con tus ojos“, decía ella que se ofreció en adelante a ayudarla en lo que necesitara. Muy crack es.
(The Lumineers, “Stubborn love”) Mientras tanto, @ebarrera_ y sus chicos, nos ofrecían otra REFORMA espectacular convirtiendo aquello en el “Cheespain“. Aquí podéis echar un vistazo al currazo. María se mostraba más que agradecida, contenta, alegre y achuchaba a un Alberto que esta vez sí se dejaba lagrimando un poquito. Víctor, por contra, no movía más que una mejilla. Parecía estar repleto de ansiolíticos este hombre. ¡Qué poco nervio, pijo! La presentación de la nueva carta de @albertogleton nos castigaba las papilas como todas las semanas. Realidad virtual tipo Willy Wonka ya! Sonaba la musiquilla de Kung Fu Panda mientras que Chicote intentaba motivarlos para la gran reapertura: “esto hay que tomárselo en serio”. Ron y DJ sonreían como niños con calzado nuevo. Los adoro.
(The Hives, “Hate to say I Told you so”) En la reapertura, María, siguiendo las indicaciones de Inma, se traía a su marido para ser su “pilar”. A Víctor no le hacía mucha gracia y era nombrado el “tabla quesos” oficial. Una tabla que, por cierto, tenía un auténtico pintón. Alberto seguía arengando a las últimos de Filipinas porque el servicio comenzaba lento a más no poder. El cubano y su peonza dancing seguían ocupando la barra. Dos hamburguesas “yin yang” hacían explotar a Chicote que pedía a María que pusiera orden de una vez allí: “ni san Pito Pato” se movía. En el comedor, un nuevo cameo de altura, Noam, antiguo miembro del equipo de cocina del programa. ¡Qué alegría verlo! Finalmente, y al contrario que el de la semana pasada, el servicio conseguía salir y DJ sonreía por no haber tenido de nuevo “un servicio de mierda” (en un perfecto castellano). Ron también se mostraba alegre y agradecido: “he aprendido a preparar comida bien“. Ya os lo he dicho, esta pareja, me conquistó el corazón. Guarros en inicio, sí. Terroristas, también. Pero cuando encontraron a alguien a quien seguir, así lo hicieron sin una mala palabra ni excusa. Tal vez el idioma fuera una barrera para verlos en su auténtico yo pero eso, nunca lo sabremos. Mejor quedarnos con lo que vimos (Hola a todo el mundo, “Leon Comunion”).
María seguía mostrando lo que otr@s much@s han sido incapaces: agradecimiento y convencimiento de que podrían seguir en la línea que Alberto les mostró. Organización era la palabra más repetida en boca de todos. “Víctor se ha dado cuenta de que voy a prescindir de él“. Sí, parecía que se había percatado. Ahora solo falta liquidar y enterrar su parte. “Os va a costar mucho trabajo y energía”, se despedía el chef pero con el convencimiento de que un gran paso les había ayudado a dar para salir de la tumba de miseria en la que los encontró (Madredeus & A Banda Cósmica, “A Estrada Da Montanha”).
Penúltimo programa de esta 5T. ¡Mucha suerte siempre, Cheespain! Si Ron y DJ logran traducir la carta al fast filipine, siempre bajo la supervisión de alguien y estando en esa zona, todo debe ir caminando. A mi, sinceramente, me despertó la curiosidad. Llamadme loco. Una 5T que sigue manteniendo unos datos bestiales. Ayer con el 13,3% y unos 2.369.000 de #pesadilleros. La semana que viene última entrega en … esta vez sí lo sé, pero tendréis que esperar un poquito más a ver qué cameo hay la semana que viene … Gracias una semana más por seguir aumentando también el número de visitas a las #gilicrónicas, ésas que algunas dicen no conocer pero de las que se nutren sin vergüenza alguna. Y no son ejemplos aislados. Da gusto ver como prensa nacional (mirad el cartel de la derecha, aquí) se nutre de contenidos salidos del #disparateTeam sin mencionar sus fuentes y recortando las imágenes para que no aparezcan. Eso es periodismo en la actualidad. Aquí, seguiremos a lo nuestro.
Vamos con los highlights:
– “No tendrán una Michelín pero croquetas saben hacer“, filosofía aplastante de Víctor sobre la calidad de sus cocineros. Así, ¿cómo no va a funcionar algo?
– la Francesinha … “comida de aserradero” … pocos bocados han dado tanto asco esta temporada.
– “¿Es todo del congelador? ¿Pero tú qué esperas cuando vas a comer a un restaurante? Que sea todo fresco, no?” … no hay más preguntas, Señoría.
– “He comido paellas mejores en Estocolmo“, dijo una de las jóvenes guiris que tuvieron el honor de sentarse a la mesa del #PesadillaPortuguesa. ¡Toma #disparate!
– “Eso no es así, camarada!”, único alegato de Víctor al que sacamos sentido … su plumero. Espero que su hija haya mejorado de la conjuntivitis.
– “En ella tengo una confianza absoluta mundial, una estructura irrompible“, Alberto de Inma. Imposible explicarlo mejor.
– Los cameos de la propia Inma y de Noam.
– Ver a María tan agradecida, siempre es un punto que te deja con buen sabor de boca a pesar de sus sardinas.
#Written by @disparatedeJavi
#GiliConcepArt by @disparatedeJavi & @scientist_pi (and cía)
#MontajeFinal by @scientist_pi
#disparateTeam
Yo es que me he visto obligado a hacer esta cosa, con todo el respeto del mundo hacia Chicote:
https://i.imgbox.com/ED5ttIAj.png
Se me puso un mal cuerpo de cojones con lo de las sardinas. Casi vomito yo en lugar de Chicote XD
En otro orden de cosas, la vidente de los cojones del Irlanda ha creado una asociación de damnificados por PelC.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/television/2016/12/02/ferrolana-lidera-creacion-asociacion-damnificados-chicote/0003_201612G2P56991.htm?utm_source=facebook&utm_medium=referral&utm_campaign=fbgen
Lo que son las ganas de llamar la atención.
Plataforma de Arkham podrían llamarse 😉