Zamora. Allí viajábamos esta semana con Alberto Chicote y Pesadilla en la cocina para conocer a “la Sole“, Reina de Corazones, afable, amable y empática como ella sola. Una de las personas más deliciosamente insoportables que han pasado por nuestras pantallas. Aquí, una nueva #gilicrónica, la de #PesadillaZamora.
Restaurante situado en el casco antiguo de la ciudad y por el que únicamente portaba la gente de paso, conocíamos a “La Sole”, ¡ay “La Sole”! Caso claro de diván permanente dejaba claro desde el inicio cuál era su visión del problema: el personal. Al otro lado del espejo, sus empleados. Con los ansiolíticos inyectados en vena para soportar semejante déspota laboral. La señalaban como el ÚNICO motivo por el que aquello era un horror. “Tiene muy mala hostia“, decía Jonathan, el encargado de los fogones. Ella, por contra, con la música del “Lago de los cisnes” de fondo (en clara alusión al film “Cisne negro”), nos mostraba sin espera alguna, su doble personalidad: “me dicen que tengo mal humor” … “me dicen”. “La llaman de todo menos guapa“, marujeaba Johnny. En una ciudad pequeña donde los comentarios corrían como la pólvora ella seguía en realidad egocéntrica: “tengo la conciencia tranquila pero el bulo está ahí“. Ejemplo sublime de “no me he perdido yo, se han perdido los demás”. Cuadro clínico: “vivir en su propio país de las pesadillas”: “necesito ayuda para ordenar y organizar y que les haga ver que lo que yo les digo es para mejorar“. Lo dicho, ella solo quería que alguien le regalara los tímpanos con su razón.
(The Lively Ones) Alberto comprobaba el lugar privilegiado donde se encontraba el restaurante y surgía la misma pregunta de siempre en estos casos. Pero la respuesta tardaría muy, muy poco en llegar. Con problemas para encontrar un taburete que no se desarmara, aposentaba sus nalgas dispuesto a escuchar la cantinela reiterada de “la Sole”: “el problema básico es el personal” … “¿y por qué no los echas?” … “lo he hecho varias veces” (aunque ella negaba ayer en prensa que fuera una amante de los finiquitos). Con 30 años a sus espaldas, Chicote se preguntaba cómo podría haber acabado en esa madriguera. Ella, a su ritmo: “porque la actitud de la gente no ha sido la correcta. No termino de acertar“. En su cráneo hermético decía que todo lo que la gente mascullaba en Zamora (que si chillaba, que si no pagaba, …) era mentira. En cocina, Yelena se descojonaba: “al final lo despide a él (Chicote)!”. No iba muy desencaminada.
Los primeros síntomas de desconfianza psicótica los veíamos en forma de múltiples notas que dejaba al personal por todo el local: que si acuérdate de lavar los platos, que si recuerda subirte la bragueta cuando orines y, la más importante, prohibido beber refrescos. Prohibición que ella ampliaba in voce a cubatas y cervezas, informando de que era algo habitual. Yo no vi al personal beberse ni un vaso de agua. Las tablas de cortar repletitas de mierda: “sabiendo que venías tú, qué harán cuando yo no esté?“. Ya me surgía la pregunta: ¿en serio hay algún día que no portes por allí? El papel y la tinta era algo con lo que “la Sole” no podía vivir. Nos quedó claro al ver el local repleto de carteles cutres señalizando los baños. Ni en una fiesta universitaria. Pero el problema era el personal, solo el personal.
Alberto tomaba asiento en el salón (parte de abajo) para ir echando un ojo a la carta. “La Sole”, mientras tanto, iniciaba sus clases de canto de sirena (fuera del agua): “no bajo a la cocina porque me pone de mala hostia!“, así empezó … y así cayó por su agujero. “Bin to the iron”, “Sausages of the earth” o “Cod to the Tranca”, ejemplos de la carta redactada en un inglés de Los Morancos. Ella, en cocina, ponía orden: “¿qué quieres que te de una hostia?“. El madrileño tenía que interrumpir su cariñoso discurso: “¿me toma alguien nota?“. Un arroz a la zamorana que llegaba a la mesa en tiempo récord, 5 minutos (de sabor rico). Habones a la sanabresa fríos de bajón, aunque, nuevamente, de buen sabor. Pero ese “medio bien” se rompería al llegar los fritos: unos caballitos (gamba gabardina) masa-tierra, un rollito de queso con “sabor a cámara”, pimiento y bacalao pastoso y empanadillas congeladas y medio hechas. Turno para el bacalao al que no había tranca que meterle. Pasado era poco: “y la gente no viene, claro“, suspiraba Chicote ante Ana, diplomada en lenguas muertas. Acudía entonces a la cocina donde el monólogo de chillidos continuaba. A chispazos, “la Sole”, aparecía en el confesionario contando su verdad y una musiquilla sonaba de fondo insinuándonos que muy pronto iba a salir el bicho que llevaba dentro: “a veces me descontrolo“, decía. Solo a veces, cuando comía tranca pasada la media noche.
La inspección de la cocina nos dejaría auténticas maravillas: los rollitos sin empaquetar y cubiertos de escarcha; los preparados de la cámara fría sin tapar; chuletones congelados durante más de 5 meses que provocaban otra oleada de reproches entre Johnny y Sole. Ella que por qué no gastaban el género y él que por qué seguía comprando si le habían dicho que parara. Otro chuletón podrido se posaba sobra la mesa. Bolsa de pan de molde para guardar producto y un trozo de jamón en el mismo recipiente que los chipirones y gambones. Chistorra mohosa, callos criogenizados como los genitales de Walt Disney o carne sobre capa de agua/sangre completaban el inventario de maravilla que “la Sole” almacenaba en su castillo de naipes. “Yo compro tuppers con rejilla para que no pase eso“, saltaba inmediatamente antes de que Jonathan “Do Mi Sol” se echara las manos a la calva: “en 5 meses que llevo aquí no has comprado nada!“. “La Sole”, autovictimizada, decía estar “tan asqueada que paso“, algo que a su cocinero le reventaba. Alberto se despedía hasta el servicio sin tener muy claro cómo rehabilitar tanta personalidad volátil.
(The Strokes, “Reptilia”) Comprobábamos como parecía iniciarse todo rápido pero, enseguida, saldría “la Sole” en estado puto, perdón, puro. Una carne con una pinta repugnante, aceitosa, sin ligar: “a veces no digo nada para no entrar en trifulcas“. ¿Cómo? ¿A veces? ¿Cuaaaaándo? “Oye, y estos platos que servis, son recetas de Sole?“, preguntaba intrigado nuestro chef. En ésas, unos guiris devolvían el jarabe de melón con jamón seco que les habían servido. “¿Utilizáis para todo aceite de girasol? ¿En España?” a lo que la reina de aquel sin dios contestaba sin perder la compostura ni peluca: “es que no saben cuando parar de echar“. Empezaba a subirle la temperatura sanguínea. La guarnición de un rape sería la mecha para una nueva batalla campal: que si debían ser patatas cocidas y no fritas porque había que gastar las primeras. El personal le respondía que ella había sido quien había ordenado servir las segundas pero ella lo negaba: “Sole dice, Sole dice, … ” se repetía para ella. En sala los comensales flipaban con el concierto de gaznates que provenía de la cocina. Un pisto aceitoso hacía preguntar a Alberto: “y con estos platos habéis durado 30 años?” … “hace 30 años no tenía esos platos“, respondía la dueña masticando su lengua. Una sepia poco hecha, dura y fría … clientes cachondos cansados de esperar en la barra y a punto de caerse por el taburete roto y “la Sole” sin parar de repetirse su mérito: “cuando yo no estoy todo es una mierda” o “si yo estoy aquí esto no pasa“. Botando le llegó a Chicote el zasca: “perdona pero estás“. Johnny “Do Mi Sol” aprovechaba para echarle en cara que a ella se le había levantado muchísima gente sin comer y ella le amenazaba con cambiar la actitud o “el final sería muy malo“. “Teneís cero capacidad de entendimiento. Tengo suficiente por hoy. A ver si llegáis vivos a mañana“, se despedía Alberto visiblemente hasta los cojones de tanto desequilibrio.
Al día siguiente los propios trabajadores solicitaban reunirse con él para contarle su visión que no era otra que la del lado contrario del espejo de Sole. Ángela tuvo que dejar la cocina por salud. Jonathan confirmaba que trabajar o hablar con ella resultaba imposible para ellos y para las 25 personas que durante 3 meses desfilaron por aquel país de pesadilla: “mucha gente nos dice que no viene por ella“. Alberto seguía flipando. Así, para el siguiente servicio, traería una balanza y unos saquitos de colores para que los clientes valoraran el servicio, ambiente y comida dejándole claro a la dueña que no estaría durante gran parte del envite: “te vas a tomarte un cafelito“, le decía sutilmente. En casa, agradecíamos la tregua. Los de cocina aprovechaban para utilizar aceite de oliva y, a pesar de problemas con un revuelto seco y de verlo manipularlo todo sin guantes (mal extendido y sin freno) el servicio parecía marchar … hasta que llegó ella, siempre ella, “la Sole”: que si unos ajos blancos como su pelo que solo ella veía a punto de calcinarse, que si “organización y sincronización son dos palabras ausentes” y varios gritos sin sentido hacían que Jonathan le dijera algo que todos pensábamos: “eres como un grano en el culo” y ella le preparaba el finiquito verbal: “¡coge y marcha!” … “a mi me lo das por escrito“, le respondía el cocinero y nosotros pasábamos vergüenza como hacía mucho. Patetismo en tan poco metro cuadrado. Toda la calma inicial se iba a tomar por culo y ella, encima, decía que la culpa era de Alberto por el experimento de su ausencia: “a eso se van a agarrar ahora”, repetía psicóticamente sin dejar de hablar ni escuchar al chef: “¿quieres hacer el favor de darte cuenta de lo que generas a tu alrededor? ¿no te das cuenta?“. La respuesta era evidente.
La reunión con “la Sole” a la mañana siguiente fue más maquillaje que efecto. Chicote le leía las críticas de sus clientes y no había una que salvara lo más mínimo. “Ya quisiera saber yo qué falla” … jodidamente desesperante era esta mujer. Él, sin paños calientes ya, se le lanzaba: “¡Tú! Tienes que cambiar tu manera de dirigirte al mundo.” Y ella, dale que te dale: “si muchas veces me lo planteo, dónde está el fallo?“. Lo dicho, como hablar con una sartén. (The Smashing Pumpkins, “Today”).
El local iba a ser objeto de otra gran REFORMA (Jungle, “Time”) de @ebarrera_ haciéndole llorar y dejarla sin abrir su bocaza durante al menos unos minutos. Aquí el trabajo realizado. La cocina dispondría de unos fuegos profesionales y el salón se remodelaba hasta la última esquina (Nudozurdo, “Golden Gotelé”). “Yo ya he puesto todo de mi parte ahora queda que vosotros lo saquéis adelante”, les decía el de Carabanchel. “Hoy estoy más positiva, más lanzada, más segura“, Sole dixit. La carta (@albertogleton) (Miles Kane, “Rearrange”) con su puesta en escena espectacular y cumpliendo su función: hacernos babear. A todos menos a los interesados: “¡Sóis de un expresivo que da gloria!“, tenía que despertarlos Alberto. “¿Volveríais aquí con esta comida?“, la respuesta era unánime.
Comenzaba el último servicio y lo hacía con paz, aunque un poco lentos. “El sitio está muy bien pero la comida no viene“, decía una comensal. Pero poco iba a durar la paz en el país de las maravillas. Sole decía dirigir el servicio pero lo único que hacía era darle vueltas a una sartén con una chucharita. Cuando Alberto intentaba darle instrucciones ella se hacía la loca (su salsa) y se ponía a buscar la receta de las ancas de rana o mandaba apagar la freidora. Pero no engañaba a nadie: “no sabe ni lo que hace“, decían. “Echa agua a estos garbanzos” para acto seguido discutir por un bacalao que ella misma había dado a la camarera. “¿Esto es lo que sabes hacer?“, flipaba Chicote: “te voy a chivar una cosa, has sacado dos terneras con patatas fritas y no escabechadas como decían las comandas, pero eh! como te lo digo yo no tiene importancia“. El chef empezaba a llegar al punto de no retorno. Un bacalao sin su ajoarriero volvía de la sala pero ella y su chucharita a lo suyo. “Me equivoqué contigo“, se lamentaba el instructor. Le recriminaba que no hiciera nada, ni siquiera escuchar y ella perdía definitivamente el cetro de corazones: “lo demuestro habitualmente … hooooombre, lo que yo te diga, ha, ha, ha … venga ya!“. Y llegaba el momento primicia tan anunciado. Alberto le decía que si molestaba, “la dejaba tranquilita enseguida y se iba” a lo que ella, ni pestañeó poniendo la puntilla al paso del programa por Zamora: “no te he dicho lo contrario, eh!” … un segundo de silencio devastador y Chicote se despedía para no volver: “¡Hala! Pásalo bien“, le daba la mano y se marchaba con la ovación de los casi 2,5 millones de pares de manos que estuvimos enganchados a esta locura. “No soy capaz” (Bon Iver, “Skinny love”) se marchaba desesperado y jodido por el resto del equipo que se mostraba incrédulo con “Sole la desagradecida”. Eso sí, ella tenía que poner la última palabra: “le mandé a paseo“.
Así terminó el primer programa donde Alberto Chicote se marcha del restaurante para no sucumbir al Lado Oscuro, algo que habríamos hecho todos con “la Sole de corazones”, una de las personas más insoportables y desequilibradas que hemos podido ver en la pantalla. Una persona encerrada en su burbuja de sin razón y que tenía como recetario de vida el echar la culpa a todo bicho viviente a su alrededor sin la más mínima autocrítica. Caso de diván. Ayer ya se encargaba de rajar en prensa y yo me pregunto nuevamente: ¿para qué cojones llamas o aceptas que venga el programa? ¿Por la reforma? Aparecer así es un precio muy alto en comparación. Tú sabrás. Siempre deseo buena suerte a todos pero, en este caso, voy a economizar texto y simplemente esperar que sus soldados hayan encontrado otras batallas que librar fuera de su fortaleza de infamia.
Ya solo quedan dos programas por emitir y, esta semana, como viene siendo habitual, nuevo récord de audiencia con casi 2,5 millones de #pesadilleros y 14,3% share. Datos que sí son de maravilla, al contrario que “El Zamora”. ¡Vamos a por el 15%!
Highlights:
– “La Sole” en sí misma. Un caso de cuarto de Psicología y la villana con diferencia de toda la 5T de Pesadilla en la cocina.
– Alberto leyendo la carta spanglish.
– “Me dijo no sé qué de tranca … yo no tengo por qué saber inglés“, Ana con total impunidad. Tranca, dialecto de las Highlands, tercera línea sucesoria de los Mc Loud.
– La banda sonora, especialmente, esas sutiles referencias a la protagonista de “Cisne Negro” y a los “Gremlins” de fondo cuando “la Sole” hablaba de sus problemas.
– “Congelar no significa la eternidad llama a tu puerta“, Chicote.
– “Cuando andéis en la mierda, os hazáis” … dialecto de Wonderland.
– “Chicote no me ha dicho ni bien, ni mal” … la percepción alterada de la realidad de “la Sole”.
– La conversación tête à tête de Alberto y Sole y la demostración de cómo alguien que no quiere ver es imposible que perciba cualquier resquicio de luz.
– El “aquí te quedas maja” del chef por primera vez en cinco temporadas. Decisión aplaudida en los sofás. Cualquiera de nosotros no habría sobrepasado el momento de los callos cristalizados.
#Written by @disparatedeJavi
#GiliConcepArt by @disparatedeJavi & @ebarrera_ (and cía)
#MontajeFinal by @ebarrera_
#disparateTeam
Y yo que pensaba que no había propietario más egocéntrico que Manolo (#pesadillaHouse) … pues sí, superado y con creces.
Lo de “La Sole” ha sido un ejemplo para las Facultades de Psicología … 😉
Me hace gracia que los dueños que se quejan de que todo es un montaje son los que han quedado como los más incompetentes del lugar. Al tío del Bodegón, a los de El gusto es nuestro, a los de El último Agave o a los del Sagar (por citar cuatro casos que han salido adelante) nunca les oirás decir que es un montaje. En cambio, los del Costra de Lugo (salió una “entrevista” con la cochinera poco después de la emisión del programa), el gordo del Rocío, la Sole de este último capítulo o la del Irlanda, que han demostrado ser unos zoquetes, sueltan que es un montaje y que les obligaron a enguarrarlo todo y a exagerarlo.
No dudo de que PelC esté guionizado, pero no al nivel de lo que sueltan algunos dueños.
Sí, realmente curioso, ¿Eh? 😉
Créeme si te digo que hay mucha más realidad de lo que la gente cree …
Creo que no me he explicado bien con lo del guion ^^U
No me refiero a que no sea real sino que tienen que tener un guion que seguir, no creo que suelten a Chicote a la aventura, improvisando.
De todas formas, coincidimos todos en que la Sole está de psiquiátrico como mínimo.
A mi lo que me sorprende no es ya que siguiese 30 años en el negocio …. que haya aguantado 50 y tantos viva … yo en dos horas me entro ganas de irme a Zamora y darla y sopapo, ni me imagino varios meses a su lado XD XD XD
Pues como no se ha quedado contenta la señora … se ha aliado con otra de las grandes villanas de la temporada … la “bruja del Irlanda”, para poner en un brete al programa … seguro que no será la última vez que oigamos a estas dos berrear sus penas y miserias …