Segunda derrota consecutiva del Real Madrid. Los blancos volvieron a las andadas de la ineficiencia anoche frente al Celta en la ida de los cuartos de final de la Copa del rey. ¿Es sólo un bache, la ruptura definitiva de esa suerte que ha acompañado al equipo o algo más preocupante?
Sin duda es un nuevo síntoma de lo que durante meses se ha mascado en los coros balompédicos. Unos lo llamaban “la flor de Zidane“, otros “coña”, algunos sencillamente “esto es el Real Madrid“. Para el que aporrea el teclado, ninguna de ellas. Que el equipo adolece de un sistema e idea clara de juego FIJOS es algo palpable desde finales de la temporada pasada y, si me apuran, desde el inicio de la era del simpático ídolo francés.
Durante los meses que el antaño “5” de Concha Espina ha ocupado el banquillo blanco, ha ido alternando buenos partidos (que no excelsos) y decisiones acertadas con tostones infames en los que poco resquicio quedaba donde encontrar lo que se espera de este equipo, más bien lo contrario académicamente hablando. El máximo mandatario del banquillo supo retomar el rumbo perdido con la obtención de todos los títulos que se fueron poniendo en su camino, sí, pero ese éxito de palmarés nunca ha ocultado (excepto para ésos que se graban y luego gritan en la pequeña pantalla) que el juego e idea del Real Madrid es un insondable misterio para todos los que vemos más allá. A Zidane le hemos perdonado todo … hasta que llegan las derrotas y la podredumbre de juego. Al menos, hasta hace poco, nos divertíamos viendo las idas y venidas en sus partidos.
No es casualidad que cuando la escuadra ha jugado mejor al fútbol ha sido cuando ha tenido a los peloteros sobre el piso. Con la medular formada por Kroos, Modric, Isco y Kovacic los blancos llegaron a hilvanar grandes minutos de juego. Pocos, sí, pero al menos veíamos una idea, un juego divertido y entretenido y la creación regular de ocasiones. Por contra, la cantidad de goles recibidos, las remontadas forzadas en los últimos minutos, los partidos rotos ante equipos muy inferiores y esa “flor” que siguen plantando algunos, ha hecho que Zidane, con la vuelta de Casemiro al once, se plantee una estructura más defensiva que atienda más a la solvencia de los resultados que a la efectividad y coherencia en ataque, liberando de presión a las defensas contrarias haciendo que cualquiera le discuta la posesión. Pero el problema no es únicamente el brasileño. Ni mucho menos.
Los partidos parecen controlados pero las ocasiones se cuentan con los callos de los pies de Beckham. Caen a cuenta gotas por la mera inercia del poderío atacante del Real Madrid pero no insuflan ese nervio de “está al caer” en el aficionado. No ayuda en nada al despliegue ofensivo del equipo la nueva posición estática de Cristiano Ronaldo. Y no el hecho de que, por condicionamiento físico o simple cautela, se adapte o no a esa demarcación, es el desarrollo de su juego en ella. El portugués ha pasado de moverse en una amplia parcela del campo (sea de 9 o no) a arrendar una superficie de 5 metros cuadrados más que fácil de defender para los contrarios. Anoche, otro ejemplo. Saltó al piso, marcó su “x” entre los dos centrales vigueses y solo buscó el acierto en los centros de sus compañeros. Ni se descuelga a banda, ni baja a la media punta y, ni siquiera, mantiene su efectividad la cual ha bajado enteros, no meros percentiles como algunos vikingos siguen queriendo vender. Se está desaprovechando al hasta hace poco baluarte del equipo, lo que influye en demasía en el ritmo y alegría del balón. El de Madeira necesita espacio y un socio. No es tan difícil.
En definitiva, los síntomas se han hecho realidad para los invidentes. El Real Madrid sigue sin un sistema de juego definido. Sin una idea sobre la que apoyarse y sin un líder en el campo al que seguir. Las rotaciones y hacer partícipes a todos de la temporada blanca es, a priori, un acierto con el cada vez más esperpéntico calendario, lo tengo claro, pero no se puede girar al mismo tiempo una idea ya de por sí inestable e inmadura. Los blancos tienen talento de sobra para rehacer esta situación, sus nombres lo dicen. Solo cabe esperar si gustan o no. Esa actitud e intensidad con la que a Zinedine Zidane se le siguen llenando los carrillos pero que el aficionado sigue sin ver. Todo lo contrario. El segundo gol del Celta ayer es prueba más que suficiente. “Un poquito de ganas, coño“, que diría el socio 40.
(Foto portada: telegraph.co.uk)
@disparatedeJavi
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Hola Albertina, bienvenida pues a mis disparates … En cuanto a las cosas técnicas que me preguntas no te puedo ayudar … esas cosas las lleva “mi programador”. Lo siento.
Un saludico!