Enfermo de fútbol, de fuerzas, de ilusión, de puntería, de feeling. La victoria del Real Madrid anoche en Champions ha servido de calmante para muchos, algo que me parece aún más enfermizo que los propios síntomas que muestra el equipo de Zidane desde hace semanas. He aguantado días para comprobar si lo que pasaba en la Casa Blanca era un resfriado mal curado o una patología más grave. Ya lo tengo claro. Aquí, mi #disparate.
Se habla mucho de la diferencia de plantilla con el año pasado. Un hecho tan evidente como ventajista. Es girar el foco a lo más llamativo olvidando dónde está el verdadero origen de esta alargada convalecencia: la falta de forma escalofriante de los que están llamados a mover el equipo y una legión continua de lesiones que los ignorantes como el que suscribe no podemos entender teniendo, supuestamente, a un preparador físico como dibujaba su reputación. La continuidad es imposible. Se dan nombres como culpables (con razón) pero la gente parece olvidar que esto de la pelotita es un deporte de equipo y, si una línea falla, las demás van detrás. El enfermo persiste en incubar y mimar sus síntomas sin que su médico de cabecera parezca saber cómo curarlo:
- Lesiones. Presentes desde el inicio de temporada. El Real Madrid sin sus bandas se convierte en un equipo carente de ideas, de ritmo, de mordiente. Lógico. Al fútbol de ataque, como mejor y más rápido se juega es abriendo el campo. Las bajas durante semanas de Carvajal y Marcelo han provocado una bronquitis difícil de recuperar. El primero parece haber vuelto, más menos, por sus fueros. A la auténtica versión del segundo seguimos esperándola. Theo no parece arrancar y a Achraf no se le puede pedir más. De Bale, mejor callo. El último en caer, Varane, otra vez. Una más.
- Sin centro de campo. El que hasta hace bien poco era nombrado por casi todos como el mejor medio campo del mundo muestra partido a partido su indeseable displicencia cada vez que salta al piso. Modric y Kroos siguen siendo dos sombras: sin velocidad, claridad, desborde, visión y, lo más preocupante, sin equilibrio. ¿Os acordáis de aquella famosa palabrita que tanto castigaba a Ancelotti en sus noches más febriles? Parece olvidada pero sigue muy presente hoy día en Chamartín. Casemiro se ve desbordado una y otra vez por sus dos costados lo que va en detrimento, como es lógico, de la escasa solidez defensiva del Real Madrid y saca a la luz sus carencias técnicas. Reacción en cadena. Sin bandas ni centro campo, ¿qué queda? Si el centro campo siguiera funcionando, esta sala de espera sería para otros.
- Falta de confianza en el banquillo. Si los síntomas anteriores son visibles hasta para un nonato topo, ¿por qué Zidane no ha tirado y tira más a menudo de lo que se llamó el año pasado el “plan B”? ¿Para qué se fichó a Ceballos? ¿Ya no saben jugar a esto Lucas o Asensio? Tal vez éstas sean las preguntas que menos respuestas tienen para el aficionado pero nos traen de la manita el cuadro sintomático del siguiente punto de infección.
- Falta de motivación y con razón de la segunda unidad. Tal vez sea Zidane el único que conozca la realidad de sus chavales. Tal vez él sepa mejor que nadie que ese segundo escuadrón no está preparado, motivado o en forma pero ¿somos nosotros el entrenador? Recuperar la mejor versión de juego y compromiso de éstos también es su labor y, de momento, sigue sin conseguirlo. Con la llegada del francés al banquillo pensábamos que el “decretazo” se había acabado en el Bernabéu pero ha vuelto esta temporada y con más fuerza que nunca haciendo mucha pupita.
- Falta de gol. De 3 delanteros que tenías el año pasado, vendes dos y subes a uno del filial. No parece un buen tratamiento. La gente echa de menos a Morata pero lo que yo realmente no entiendo es cómo no se pudo convencer a Marianilsteroy, llamado a ser uno de los mejores “9” de Europa durante los próximos años. Y no me declaro un visionario, era algo evidente. Mi no entender. Benzema ha conseguido desesperar hasta a uno de sus fervientes creyentes como yo. Cristiano se recuperará, eso, seguro. Pero ¿mientras tanto? Los domingos por la tarde que se solucionaban con un chispazo del portugués se fueron y aún no parecen querer volver.
- Falta de tratamiento reactivo. Con todo, desde el despacho del entrenador, tampoco se muestra siquiera que se sepan realmente las causas de tanto despropósito ni conocer posibles variaciones a un once o sistema. Con el caballo cojo galés fuera, el 4-3-1-2 fue un remedio milagroso. Ahora es un parásito que no deja evolucionar al equipo. Ya no sabemos si por terquedad del francés de risa encantadora o por su puro desconocimiento del vademécum más elemental. No se presentan alternativas para el enfermo. No hubo prevención y ahora tampoco reacción. Se ponen tiritas como soluciones defectuosas a los nuevos virus que aparecen pero más por necesidad que por conocimiento y convencimiento.
Y cuando el cuerpo no te funciona, la mente empieza a fallar. ¡Ojo al Mundialito de clubes! “Peor no podemos hacerlo ya”, me dijo un amiguete hace unos días y, viendo como cualquier aire empeora el paciente (anoche un solo tío, Aubameyang, recogiendo pelotazos casi nos manda a la UCI) os advierto que hagáis acopio de paciencia y pastillas para aguantar hasta que realmente veamos la puerta de salida de esta clínica donde, entre todos, han metido al Real Madrid. En febrero sabremos si la morgue es lo único que nos resta hasta junio.
De los posibles fichajes, charlamos en la próxima consulta.
(Imagen portada: elconfidencial.com)
@disparatedeJavi
Hola Javi amigo me parece muy acertado tu comentario aunque ya te comenté que para mi el principal problema del Real viene desde arriba lo más arriba ese es el principal problema
Sí, es posible, pero este último año que los jugadores parecían estar a tope, no ha habido problema, todo lo contrario. Hemos visto JUGAR al Madrid.
Ahora que las cosas van torcidas es cuando Zidane debería mostrarse. Esperemos que,, ayer, fuera ya el punto de vuelta (Qué casualidad que fue con Asensio y Lucas en el campo) 😉 y jugando por bandas 😛
Hoy, Santiado Segurola, en As, habla de “infección” … ¡qué cosas!