Y se lió con Samanta Villar. Este país, ejemplo a seguir por el resto de la humanidad y parte del infinito estelar, paradigma de la ética, carente de doble moral, ya tiene su nueva pieza de caza para alimentar el fuego eterno de las redes sociales.
¿Y por qué? Por decir algo que en algún momento de su inmaculada y santísima existencia ha pensado cualquiera que sea madre o padre. Sí, los padres también nos incluimos en este ring de sin sentidos. “Tener hijos es perder calidad de vida“. Me resulta jodidamente insultante que se encienda la hoguera por tal afirmación. ¿No es cierto? ¿Ustedes, inquisidores de vidas ajenas y legisladores del futuro de la humanidad, están en disposición de jurar ante su Biblia que lo que ha dicho Samanta no posee un alto porcentaje de veracidad? ¿Sus vidas son exactamente igual de despreocupadas, no planificadas, irresponsables, divertidas y móviles que antes de decidir que sus óvulos y espermatozoides estaban listos para perpetuar su legado? ¿Hacen exactamente lo mismo que antes de desprenderse de la ropa interior y la profilaxis? Si la respuesta es afirmativa deben sus eminencias saber que su vida antes tenía que ser un auténtico coñazo.
Por supuesto, entiendo, que todas esas mujeres que deciden no ser madres o esos hombres que se apuntan a su carro, deben ser también lapidados … en muchos casos por simple envidia. Aquella que mueve y mucho este país. Envidia por no haber tenido el valor de admitir que no estaban “hechos” para gozar de la maternidad/paternidad. Envidia por no haber sido capaces de decidir por sí mismos y no por una moral que más que humanizar, deshumaniza. Por unas enseñanzas espirituales y educación erróneas que te hacen sentir extraño e infernal si decides disfrutar tu vida “contigo mismo”. Envidia por no haber sido valientes y sí unos cobardes. ¿Quién coño está legitimado para decidir qué hacer o no con tu vida? Visto lo visto, todo el que tenga un teléfono con datos en su pezuña o, lo que es más preocupante, una estampita del Apocalipsis. Patético. Realmente, patético.
Pues ilustrísimos haters, yo pienso igual que ella. ¿Eso me hace peor padre? No se confundan, humoristas del desperdicio. Mis hijos son lo más importante de mi vida y lo que me enchufa la energía día a día. Me la quitan, pero me la devuelven doblada y siempre con una sonrisa, un abrazo, una caricia, una mirada. Los amo con toda mi alma pero no me han hecho tener más calidad de vida. Me han dado una distinta. Eso es todo. Una vida distinta con una calidad que nada tiene que ver con la de cuando al abrir el ojo por las mañanas solo debía pensar si quería el café solo o cortado, sin pensar un segundo más allá. Ahora sufro y amo a partes iguales, con una fuerza desmesurada y en muchas ocasiones irracional. Y soy plenamente consciente. Es un implante que no puedes arrancar de tu interior y para el que nunca, no dejéis que os digan lo contrario, se está del todo preparado. Y sí, echo de menos la calidad de mi anterior existencia, pero así es el ciclo de la vida. No hay corrosión ventricular alguna detrás de estas líneas de sinceridad. ¿De verdad créeis que Samanta Villar no siente ese amor irreductible por sus pequeños? La cultura de hoy día, leer el titular y vomitar 140 caracteres.
Sólo en algo de lo que he leído no estoy de acuerdo con ella, al menos, en cómo ha expresado la idea: “Yo no soy más feliz ahora de lo que era antes“. Yo sí, sin duda, sí soy más feliz. Y estoy seguro que si le vuelves a preguntar a Samanta Villar respondería con otras palabras o distinto orden en éstas. Mis hijos me han dado y darán muchísimas cosas que, de no tenerlos, no habría sentido ni imaginado. Pero, ¿debe sentir lo mismo todo bípedo que os crucéis en la acera? Claro que no. ¿Estáis obligados a tener hijos para ser mejores personas? Si pensáis eso, mejor que optéis por la castración genital ya que la craneal ya la sufristéis. Samanta, no estás sola.
(Foto portada: elperiodico.com)
@disparatedeJavi
Eres un auténtico disparate! Me encanta! Enhorabuena por tu felicidad!
Siempre hacia delante! 😉