A destiempo, sí, una vez más, pero ya he podido ver The Handmaid´s Tale en HBO. No todos tenemos minutos y ansia suficientes para poder sentarnos ante nuestra pantallita streaming para levantar el índice al grito de “¡prime!”. Si aún no habéis visto esta magnífica serie os recomiendo eliminar de vuestra parrilla rellenos innecesarios y entrar en Gilead. Brutalmente aterradora. Terroríficamente maravillosa. Otra pequeña gran obra maestra. Aquí, mi pequeña #gilicrónica sin spoilers.
A estas alturas la mayoría la habréis visto (incluso algun@ habrá leído la obra de Margaret Atwood) y sabréis su argumento. Infertilidad y desastres ecológicos como base para instaurar un regímen teocrático absolutamente disparatado donde (sobre y ante todo) la mujer ve reducida su existencia a un infierno. Donde la violación impune, el maltrato físico y psicológico, la tortura, el secuestro y rapto e incluso la muerte están justificadas por versículos y pasajes. Donde la palabra de Dios está presente hasta para justificar la micción matutina. Un país, Gilead, gobernado por y para hombres autoproclamados salvadores. Personajes que juegan continuamente a dar con una mano y quitarte con la otra. Cuya dualidad es llevada a un extremo sobrecogedor. Cosas de dioses que diría Ragnar Lodbrok.
The Handmaid´s Tale lo tiene todo: un elenco femenino que consigue, con solo una mirada o gesto, hacerte sentir la misma vergüenza, pánico, terror o incluso los mínimos momentos alegres por los que pasan sus personajes. Excepcional la interpretación de Elisabeth Moss o Ann Dowd (pero eso ya lo dijeron los Globos de Oro). El poder ilustrador de sus retinas y gestos mínimos obligados. Imposible premiarlas a todas. ¿Merecido? Sin duda. Una fotografía bestial y unos planos cenitales que son auténticos regalos para el espectador. Una banda sonora que aferra tu corazón a la escena. Una historia de terror. Del peor. Del más absoluto. Excepcionalmente brillante su puesta en escena.
¿Para qué aburriros más con mis desvaríos? Pinchad y disfrutad de otro gran tesoro de la pequeña pantalla. Hace poco leía que este boom de las series estaba destrozando vidas, acabando con el cine. Paparruchas egocéntricas. La mía, sin duda, se ve enriquecida cada vez que tengo el placer de disfrutar obras repletas como The Handmaid´s Tale.
@disparatedeJavi