Ya con ver la promo del lunes pasado donde se marchaba Fran Vicente, nos podíamos hacer una idea del espectáculo que nos esperaba esta semana. A casa de Ángel León que se dirigían los #concurChefs, lo que nos daba el privilegio a los que calentamos nalgas en el sofá de poder conocer más de cerca a semejante GENIO (o “Cabecica”). El auténtico “Big Fish” de los fogones. Aponiente y el Puerto de Santa María nos esperaban. “¡Rumbo al Sur!“. Las Salinas de San Vicente serían el marco en el que se desarrollaría la prueba de INMUNIDAD donde David decía querer sacar “más jugo de mi” e Inés se declaraba bastante flipada. Allí que formaban como “los Dalton” para recibir al crack andaluz.
Nos contaba lo que es el “despesque” y los “esperos” donde entran las doradas para “vivir como en un Spa“, amén de enseñarnos el truco de cómo coger el punto perfecto de sal para el pescado: las agallas. Todos los días se aprende. Todos. Las caras de admiración de todos ellos (y de los que estamos en casa) eran fiel reflejo de lo que transmite este tío: “No le conoces de nada, pero te dan ganas de abrazarle“, decía Peña. Carlos, mientras tanto, nos contaba el envío masivo de curriculum que le hacía antes de ser “Estrella Michelín” … Así, la prueba consistiría en calzarse el traje de “atunero” y despescar unas doradas para cocinarlas “in situ” en las brasas, acompañándolas de algas. La explicación de cómo hacerlo bien nos la daba Regla Ruiz: caminar despacito para no levantar fango y que después pasara al paladar del Jurado. “Moverse como vietnamitas en arrozales“, según Peña. Las risas estaban aseguradas viendo la diferente destreza que exhibía cada uno. “El que quiera peces, que se moje el culo“, daba el pistoletazo de salida Alberto para la prueba.
45 minutos. Allá que se metían en la “charca” y lo primero que veíamos es que el hombre es un “animalico de costumbres”. Todos bien juntitos para no dejar respirar al pescado. El más hábil fue Marc que se apartó a un lado y enseguida obtuvo su premio. Eso sí, a todos se les preguntaba si estaban seguros de coger solo una. Él decía que su objetivo era adelantarse a la hora de escoger los ingredientes. ¡Ea! David ya empezaba con sus “problemas con los animales que respiran”: “Dónde vas chiquitina mía?“. Carlos parecía empezar la velada con suerte al pillar dos, una de rebote. Initry intentaba entrar en Matrix y conectarse al curso rápido de pesca, mientras que Chicote y Ángel se descojonaban viendo al vallisoletano de interior buscar su producto. Yo también me eché unas buenas risas: “Pareces el último superviviente“, jajajajajaja. Iban volviendo a su mesa de trabajo y Carlos empezaba su “marcaje al hombre” de Víctor, examinando su idea, probando su salsa, pidiéndole soja, picante. Marc, por su parte, achicharraba su primer ejemplar algo que jodía especialmente a Ángel por tal “sacrificio gratuito”. Al agua que se iba otra vez ante la alegría de Bacterio. Alegría que se desmoronaría inmediatamente al ver la destreza de su “amigo”. El viento era el peor enemigo de los concursantes ya que hacía que las brasas estuvieran a “full”, por lo que, Víctor, decidió taparlas un poco con los aromáticos que tenía para que así, el pescado, no pasara por un láser de temperatura. Muy buena idea. Inés también estuvo fina preparándose un hornillo improvisado colocando una bandeja encima: “mola cantidubi“, decía Yayo … “Cantidubi”?
Llegaba el momento de la CATA “a pellizco“, señalaba el crack gaditano. ¡Por supuesto! ¡Cómo mola comer con las manos! Eso sí, antes, un nuevo truco para saber el punto de cocción del pescado y su “espinita indicadora”. El de Peña resultó estar soso, lo que hizo que las risas volvieran al mostrarle Chicote la montaña de sal que tenía a escasos metros: “para tirarte al mar“, jajajajaja. Con Marc hubo más coña. Que “no había salido tan fácil” la espina, decía, jajajajaja, lo que hizo que los dos jurados se miraran como diciendo “anda, andaaaa ….”. Carlos, como casi siempre, convencido de haberlo clavado, se encontraba con que se había pasado. El de Inés era la primera que estaba “jugoseta”, mientras que la de David les devolvía a la realidad de anoche, estando también pasada. Hasta llegar a Víctor, el más técnico a la hora de currar con las brasas según Susi (yes). “La más jugosa” y “bien hecho” fueron el preludio para saber que el valenciano “había clavado el punto” y se alzaba, al fin, con su primer brazalete de INMUNE. Ayer desplegó todo un repertorio del “buen concursante”. Sí señor.
Pero no se irían de vacío el resto de #concurChefs. ¡Menudo regalazo que recibirían! Directos a Aponiente a degustar las delicias paridas de ese gran cráneo que es Ángel León. La envidia me acercaba peligrosa y rápidamente al Lado Oscuro. Una envidia poderosa. “Hay gente brillante en la cocina y luego los demás, intentamos hacerlo bien“, fue la descripción más que acertada de Peña. Ya solo con ver los panes de algas, de plancton, … La organización en la cocina de la tripulación … “empalmaico” estaba. Como lo estaban todos, solo que Carlos y Víctor se regocijaban en su conocimiento de las creaciones que iban a tener el PRIVILEGIO de probar: “yo he comido muchas veces su menú por los ojos“, decía el primero, recordándonos que cada vez que publicaba un menú, lo estudiaba de arriba a abajo. Empezaba la guerra fría en la mesa y Bacterio se decidía a ocultar información al resto de concursantes (lo veo bien) y de intentar confundirlos respecto a los ingredientes de los platos. Las tortitas de camarón, la falsa anchoa “pichonera”, el plancton, los callos marinos … en fin … qué putas delicias deben ser! Hasta que llegaba “Alberto con la rebaja”.
75 minutos para cocinar en parejas y replicar los platos que habían degustado ejercitando su “memoria gustativa“. ¡Casi nada! Víctor e Inés, Carlos y David, Peña y Marc. Así fue la distribución que anunciaba Susi. A intercambiar los papeles con la tripulación de ese paraíso junto al mar. ¿Y qué debía cocinar cada pareja? Sería “El Jinete Artista Eléctrico” quien lo decidiera. ¡Saltaba la sorpresa! Carlos se mostraba confiado en que su amigo le daría algo más fácil que a Marc, pero no fue así. Para sí mismo, escogía los entrantes mientras que a su compañero de andanzas le clavaba el cuchillo de la desilusión con el, según ellos, el plato más difícil. Marc y Peña se quedaban con los callos marinos en busca del “chorizo de mar”. Empezaba el baile y ya veíamos como estos últimos decidían abrazar la inteligencia para que les condujera a la supervivencia. Adaptarse o morir, y ellos, lo supieron hacer y ¡de qué modo! Bacterio y Lingüini, a pesar de los temores de éste hacia las estridencias instantáneas de su partener, también hicieron buen equipo y empezaban la faena, aunque Carlos empezaba ya a mostrar los primeros síntomas de haberse “quedado tocado” por la no traición (esto es un concurso pijo!) de su amigo. Tal vez él no lo hubiera hecho de ese modo … pero nunca lo sabremos. Víctor e Inés, por su parte, parecían ir viento en popa y Carlos dejaba deslizar tinta de calamar en exceso para convertir el supuesto marrón del fondo el plato, en negro chapapote. David, se desesperaba, pero calmado, sieeeeeempre calmado. Pero no sería el único que se equivocara, solo que, este error, más bien produjo el efecto contrario en los jueces. Marc decidía echar “cerdo” al plato para conseguir esa textura de gelatina de los callos, sin conocer que la raya era lo que lo obtenía.
Se acababa el tiempo y sería la propia Tripulación la que puntuaría las réplicas de los concurChefs. El turno para Inés y Víctor y sus aperitivos. Las críticas fueron desde un “plancton cortado” a una valoración de 4 sobre 10. Alberto replicaba “qué ganas tengo de venir a comer aquí“, porque, parece ser, de malo nada de nada, solo que el concepto “réplica”, quedaba lejos. En la cocina, Carlos empezaba a desmerecer lo cocinado por Marc y Peña y ya nos dejaba ver cuál era su paranoia anoche: la palabra “GUISO“. Las perolas no son cosa de este pequeño geniecillo loco, está claro, pero de ahí a estar siempre metiéndose con ellas, tampoco. De hecho, ya escuchamos a Ángel León describiendo lo que es su cocina: TRADICIÓN. Y, querido crack, la tradición sin perolas, yo, no la entiendo. Salían a la palestra Carlos y David presentado “tú el de la derecha y yo el de la izquierda“: Papas con choco y Raviolis de calamares con sus interiores. La presión pudo con Bacterio y acabo cantando como “Joselito” su error con el negro néctar. Sus descripciones fue un momento realmente cómico, la verdad. El equipo de Ángel no tenía piedad y lanzaba críticas como “soso, basto ….“, lo que hacía que su Jefe les recordara que con el poco tiempo que tienen, sin haberlo hecho nunca, “esto, es para cantarles un sainete”. Si yo fuera Carlos y David, al ver esto, engordaba unos cuantos kilos de autoestima. Turno final para Marc y Peña que soltaron un buen rolletaco sobre cómo prepararon el plato: “escaldar”, el concepto. Eso sí, otros que confesaban haber utilizado el cerdo para darle gelatina al callo. “¿Tú has visto alguna vez a Ángel con una careta de cerdo en las manos?”, decía Alberto. Y llegaba un MOMENTAZO de esos que todo aquél que cocina, sea a la escala que sea, ¡QUE TE PIDAN REPETIR! ¡Menudo subidón! Pero a Carlos le seguía pareciendo un “simple guiso” e increpaba a Marc con su otra gran coletilla obsesiva: “Calla y aprende a cocinar“. A Víctor, el fallo de echarle carne, debía ser crucial a la hora del veredicto. Eso sí, el valenciano dejó más que claro que fuera del plató, “Friends will be friends“, pero allí, Carlos ya era uno de los rivales a batir. Como debe ser, vaya.
A orillas del mar y con una luz de las que te hipnotizan durante horas con un gyn tonic en la mano, debían desenfundar cuchillos para ver qué pareja pasaba de ronda. El tema parecía estar bastante claro. Como así resultó. Marc y Peña sacaban el machete verde ante el hundimiento de Carlos, muy, muy dolido con Víctor: “Se me acabaron los amigos aquí dentro“. Ya en el almacén, esperando la llamada de Chicote para la última oportunidad, Carlos y Marc se enzarzaban de nuevo. Mientras que el primero decía sentirse orgulloso de que su contrincante quisiera verlo fuera porque eso era signo de considerarlo un rival fuerte, Marc le aclaraba que no, que no era por ello. “Es que me cansas, simplemente, me cansas“, jajajaja a lo que el Profesor replicaba con un “y tú como una patada en el culo … cállate … ni me hables … “. Como, otra vez anoche, señalaba acertadamente Peña: “son como críos”. Desde luego. “Si se va Carlos, será como cuando gana el Madrid, que te alegras“, decía el catalán. Por si quedaba alguna duda de que no es “perico”.
Al plató que se dirigían los tres. La ÚLTIMA OPORTUNIDAD daba miedo a David: “no te faltan motivos“, le espetaba el de Carabanchel. Inés estaba “cagadita” al ver sus rivales. Y Carlos parecía mostrar seguridad hasta que comprobaron con qué debían cocinar: una cabeza de atún “que pedía fuego“, no “chachimi”, decía Ángel. Las caras de los tres eran ilustradoras, sobre todo, la de Carlos que entraba en crisis al ver que sería su cuerpecito el que debía lidiar con semejante cráneo. “Pero si es más grande que yo“, decía Inés, jajajajaja. “A cocinar con mucha cabeza” era la gracieja con cuchilla que escuchaban antes de que comenzaran los 60 minutos que les separarían de volver o recoger.
Carlos se ponía cada vez más nervioso al ver el animal. Se acercaba a ver qué estaba preparando David (un “falso rabo de toro”), lo probaba, preguntaba, y el catalán que mostraba nuevamente su excelsa paciencia y diplomacia diciendo ser “honrado” a pesar del momento. No se puede replicar. Bacterio Extremo rompía dos cuchillos de cerámica ante la mirada atónita de Ángel que veía como el pequeño Chef se decidía a golpear al estilo “Hong Kong Fui” el atún para terminar de despiezarlo. El robot tampoco parecía entenderlo anoche. Mientras tanto, sus rivales parecían saber el camino a seguir. El laboratorio parecía estar fallándole el momento menos oportuno a Bacterio. Lingüini y Remy mostraban una seguridad inmensa diciendo que veían “un plato ganador”. Cuando el ratón se pone … se pone. Finalizaba el tiempo, y su excelso anfitrión se despedía deseándoles suerte. La sencillez siempre es una llave para la admiración.
La CATA A CIEGAS comenzaba y el “Galete de Atún con nombre largo para variar” de David parecía tener un “buen punto de cocción”, “armonía” y “conocer lo que hacía”, como bien confesó su autor. Menudo gran lector es este chico. Pintaza de plato. El “Morrillo a la naranja” de Inés también lucía, solo que, a pesar de estar muy tierno el atún, resultó estar “soso”, “pero muy rico”, terminaba Susi. Turno final para Carlos y su “Happy Llera” que, tras varios intentos fallido de emplatado, terminaba por tener un aspecto cojonudo. Riesgo que hizo que se desmarcara de su tabú, los guisos de sus compañeros. Eso sí, Susi le dejó muy claro que “solo se lo comería una vez en la vida“, lo que le hizo temblar canillas como nunca. Volvían para escuchar el veredicto y Yayo le dejaba claro a Remy que su creación le daba el pasaporte sin más palabras a la semana que viene: “no olvides la receta”, le decía Chicote. Así, Inés o Carlos abandonarían las cocinas de Antena 3. Pero, ¿Quién? A pesar de ser un plato muy bueno, rico y que debería meter en carta ya, la gallega tuvo que escuchar la #fraSentencia de Alberto y recoger sus cuchillos. Carlos estallaba de emoción contenida y por primera vez se le escapaba una lagrimilla. Pura presión, emoción, nervios, descontrol. Inés Abril se despedía, al menos, demostrando que sí es una COCINERA y no una comparsa como la creía más de uno. ¡¡Muchísima suerte siempre, Initry!! (“Lone Survivor“, tu banda sonora). David lloraba desconsolado y nos brindaban el último gran momento de esta pareja: “Adiós Chiquitina mía” … “Adiós, solomillito” … no sigo.
Pedazo de programón el de anoche. El poder visitar la casa de uno de los más grandes genios de la cocina hoy día es todo un regalo y privilegio que me hicieron pestañear más bien poco anoche. Aprender a cada segundo que observas es un todo un jodido tesoro que guardar bajo la llave craneal. En cuanto a los concurChefs, anoche pudimos comprobar, como decía Inés, que “Carlos tiene una inseguridad tremenda en sí mismo“. Inseguridad que le lleva a obsesionarse con cada detalle que hay a su alrededor, sea guiso, sea Marc, se alginato o sea una traición (que no lo es tal) de su amigo. Anoche estuvo más que cerca de “no rentabilizar más su vuelta de Asia” y debe aprender de los errores. Si como él mismo dijo “he tenido problemas en todos los restaurantes donde he esto, ¿Seré yo? … pero no voy a cambiar!” … cada uno es libre … pero no creo que ése sea el camino del Jedi. Es como el chiste: “no me he perdido yo, han sido los demás” … Tienes talento, recondúcelo. Es lo que yo pienso. En el lado opuesto, me gustó la sobriedad, serenidad, saber estar y coherencia que mostró Peña anoche. Tanto a la hora de currar como a la hora de poner paz, orden y conciencia. Muy inteligente sin dejar de lado lo emocional.
HighLights:
– Por supuesto, la MASTER CLASS que recibimos de Ángel León … cómo me gustaría estar 3 días pegado a él … con 3 días “me conformo” …
– La retahíla de “cojones, guiso, joder, me cae mal, nervios, preguntas, subidas y bajadas de estado de ánimo” de Carlos anoche … Toda una demostración de cómo se aumenta la PRESIÓN del programa cada semana …
– El descojone de Chicote y León viendo a Peña en el “arrozal” del Vietcong … jajajajaja
– “Me hace llorar“, decía Peña en la mesa de Aponiente … ¿Qué mejor crítica?
– “No se puede ganar siempre, Carlos” o “Tú siempre desmereciendo a los demás“, de Marc. Anoche, toda la razón.
– El que repitieran el plato de callos marinos … todo un momentazo, sin duda! “Si no cantan, nos la meten de pleno“, decía Alberto sobre el ingrediente puerquil …
– “No te enrolles, eh!” jajajajajaja, le decía Carlos a David antes de presentar sus platos. La fama de contador de historietas ya la lleva colgada el catalán …
La semana que viene otra entrega de “Tira a mamá del Chef”. Vienen sus progenitoras para darles con el mandil en la colleja. Atentos al #giliTheme …
@disparatedeJavi