“¡Bienvenidos! Competencia, trabajo en equipo y, sobre todo, mucha cocina“, Alberto Chicote. Ahora sí podríamos decir que ha comenzado la cuarta edición de Top Chef donde, al menos de momento, parece que sí vamos a ver más manoplas en faena. Aquí, la #gilicrónica.
“El tiempo tomará hoy una dimensión desconocida hasta la fecha en el programa“, apuntillaba el de Carabanchel consiguiendo que los esfínteres de los #concurchefs se apretaran. Entre ellos los de Doc Marcano que decía tener cocciones largas en su laboratorio. La primera PRUEBA DE FUEGO estaba a punto de comenzar: no habría tiempo establecido para hacer el “plato que os nazca del corazón” (Paco Roncero), eso sí, en plató solo había dispuestas 10 cocinas, por lo que Susi dejaba claro que dos de ellos se quedarían en el sofá del almacén mientras sus compañeros se las tenían tiesas por el pasaporte-brazalete. Sólo podrían entrar una vez en la despensa y, una vez hecha la compra, deberían correr a hundir el pulsador que se encontraba junto a los fogones. Así, Alberto daba la salida y veíamos una “estampida de animales” que dejaba “como un lenguao” a Melissa. Lo de ver ropa interior y huchas masculinas podría evitarlo el editor en futuras entregas. Es un ruego personal.
Eva Croft se mostraba (o eso pretendía hacernos ver) como una persona “que siempre intenta estar tranquila” en situaciones estresantes mientras que María Rosa Forqué fue a la despensa con una idea y allí se quedó intentando encontrar los ingredientes para una opción B que nunca llegaría. Ambas comprobarían como sus compañeros volaron hacia los pulsadores y ellas a mullir el sofá de la trastienda. “Aprovechad muy bien el tiempo“, les decía Chicote antes de explicar que no habría tiempo límite sino que, el primero que finalizara su plato, marcaría el de los demás con un minuto extra para emplatar. Esto inspiraba a Melissa que decía que sus platos eran como cuadros … ya sabemos cómo está el mundo del arte gráfico … Richard Goodman se decidía por un clásico malagueño, ajo blanco y sardinas y Nelson Filippetti nos hacía sangrar pupilas al aplastar, batir y amasar un rodaballo con su indiscutible filosofía de cocina de cuadrúpedo de Atila.
Llegaba el momento de darle al review varias veces tras escuchar a Montoro, el privadito, que antes de entrar en concurso se había estudiado un guión de 90 páginas sobre cómo comportarse. En él estarán las recetas que nunca repite durante 365 días, 5 comidas y el almuerzo de la perrita e imagino que uno de los capítulos se titula “Como mandar sin mancharme las uñas” (a continuación) y el Prólogo “Inocular subliminalmente a la audiencia el carácter privado de mis servicios a base de repetirlo hasta que no me quede saliva”. Cansinismo, el aroma. Fili nos enseñaba como calcular un 1% de agar agar a ojo es de las cosas más estúpidas que puedes intentar (“la balanza es muy moderna para mi“, decía). The covered Manu se lanzaba a por el bonito y Rakel me rallo, rallo se las tenía siesas con Susi sobre si un buñuelo es un platazo o una puñetera tapita. ¿Nosotros lo tenemos claro como la ilicitana, no? Tomás Cypher y su adicción a las gyozas de masas universales también hacía sangrar los ojos a Alberto comprobando lo que había dejado de las vieiras escogidas. Todo parecía indicar que Julio me cago en la leche Merche “no me aguanto del asco que tengo aquí” sería el primero en emplatar sus (con dos cojones) sardinas con guacamole. De hecho, su amiguete el guionista privado, parecía esperarle para cogerse las manitas y levantarlas al mismo tiempo pero fue Manu quien las alzó a los 26 minutos y 11 segundos. El resto a emplatar lo que pudieran con el minuto extra. Bueno, el resto no. Rakel me rallo nano con el vacío de mi plato decía que para emplatar una mierdaca que no hacía nada. Buenísima elección para ver llegar a Paco Roncero con su rebaja.
“Pero, ¿tú lo has probado?“, le decía éste a The covered … ¡sigo flipando con que cocineros con mucho arte y oficio en su curriculum no caten lo que cocinan! La confianza en uno mismo es fundamental, el ir de sobrao, no. El ácido le valió ser el primero para nada. Huevos y extra en el contrato tuvo el Juez para probar el esperpento de Filippetti. El canelón de Tomás Cypher resultó tener el sabor que todo motorista busca en el aceite del motor de su motocicleta, demasiado reprise. El gazpacho de pepino y moluscos de Privachef, aunque no supiera a moluscos, hizo tilín a Roncero. El tolón se lo hizo los huevos de Me cago en la leche Merche y su simpleza de preparación. Víctor el celeste comprobó como en Top Chef hay que dejar el ritmo sanguíneo del hemisferio Sur para fuera de plató y Melissa, la musa de Hestia, exhibía un cuadro expresionista de setas revueltas y volcadas en su platico. Insisto, ¡cómo está el oficio de galerista! Finalmente, a pesar de que Manu acabó primero, el brazalete fue para Montoro.
A la moto y al Jarama para la PRUEBA GRUPAL. El ganador de la inmunidad tendría el privilegio, primero, de hacer los equipos y, segundo, de nombrar el capitán de cada uno de ellos. Sin pestañear, se hizo su equipito con Julio, Manu, Eva, Rakel y Tomás, dejando claro que el patrón sería él ya que como en su trabajo diario no mandaba ni en la perrita de su jefe, tenía ganas de probarse. Richard Goodman fue el elegido para el equipo rival gris. Escuchar el “Born to be wild” esperando a los 100 moteros comensales, un guiño no esperado. Nunca sabremos si realmente se marcaron 300km en moto … El tiempo del que dispondrían sería de 60 minutos pero el portador del brazalete tendría un último privilegio: fijar el tiempo de sus rivales. 10 minutos menos para el equipo gris. Manos a la obra para el equipo naranja, bueno, todas, menos las del señorito capataz Clark Kent que desde su esquina bajo el toldo daba instrucciones sin mancharse las uñas. Callaba una y otra vez a Tomás son sus recomendaciones y advertencias sobre la conveniencia o no de presentar a unos comensales hambrientos su “bocadillo de 100 gramos” (por si no nos quedó claro). También Rakel recibía un “sí, sí, claro” cada vez que le recordaba que al horno a vapor había que darle caña. Ni siquiera tomó dichas advertencias en serio cuando las ratificó Alberto. Al otro lado, el equipo gris se embarcaba en la odisea de preparar 300 albóndigas, acompañadas de una salsa de setas Anarchy y con tierrecilla que, Fiti y su saber espiritual, sabían que conseguiría la comunión entre carretera y moto.
Hacía su aparición Sergi Arola recomendando para una ocasión así unas alitas picantes, una hamburguesa, pastel ruso … tarde. Tomás seguía marcando igual de cerca las hamburguesas que a su jefe de pista. El equipo gris entraba en DEFCON 2 al darse cuenta que las 300 nunca llegarían. Víctor estuvo muy hábil al proponer una guarnición crudité con la que completar el vacío de la carne. Rakel seguía rallada con el vapor y volvía a rechistar a su jefe: “duraba dos días en mi cocina”, saltaba antes de mandarle un “estoy a muchas cosas cabrón”, igual de quemada que todos nosotros viendo como no se movía de su sombrilla de zar ruso. “Alguno se va a tener que lamer el casco”, decía Alberto viendo que las albóngidas no llegaban y que el bao no llenará ni una muela. El tiempo finalizaba y Montoro, con su sonrisa inmaculada, les decía a sus esclavos: “chsss, eh, os lo digo ya, hemos ganao”. “Bao de Buey y fuááááá” contra las “Albóndigas espesas de Richard“. En contra de lo que podía parecer, esa salsa horrible a la retina parecía tener un sabor cojonudo y fue lo que, finalmente, inclinó la balanza. Susi, pobreta, se las veía para poder apretar bien el bao con una sola mano. Tomás y Rakel se veían venir el zascazo insistiendo en que el bao fue un error de Perfect Private. Así fue. Los dos capitanes frente a sus cuchillos. Montoro confiadísimo en sacar el verde ensayando la sonrisa Profident para el plano de cámara. Richard, sin miedo alguno y con más humildad de la que parece tendrá su compañero, admitía que podría ser cualquiera. Y el hostiazo se hizo realidad. Goodman sacaba la hoja que daba paso a la siguiente semana de concurso. “Me siento un poco molesto … pero por ellos”, vamos, que son los que las van a pasar putas. Private rules.
Los esclavizados por el saber leal y entender de su jefe se enfrentaban a la eliminación recibiendo a un grande, Javi Estévez (La Tasquería), conocido como “Quiet Man” en las primeras #gilicrónicas. Un gustico ver a un cocinerazo y mejor persona como él en esas cocinas de nuevo, aunque verlo me recuerde que hace mucho que no voy a disfrutar de #somoscasqueros. El tiempo para la prueba sería el que tardara el invitado en terminar su versión de la pepitoria (Fran!) con crestas. Los demás deberían realizar en ese período un plato con los mismos ingredientes y un elemento aromático a libre elección. Alberto Chicote ya señalaba lo que intuíamos de Javi: a velocidad slow para facilitar el trabajo de los #concurchefs. El cronómetro se paró en 34.04.
Podrían entrar y salir las veces que quisieran a la despensa y la cata sería a ciegas. Julio me cago en la leche Merche que tengo las manos frías y las piernas cargadas era el único que se acercaba sabiamente a probar el plato de Estévez. Rakel y Eva dejaban claro que para ellas la casquería era una invitada no deseada a sus fogones y Tomás preguntaba ansioso si con la wonton se podían hacer también gyozas. ¡Qué obsesión! Manu se mostraba más “estresado que en el Entreprise” y el tiempo volaba dispuesto al primer gran juicio final. Julio presentaba su “pollo pepitoria y garam masala” con el wonton crunchy. No comments. De fondo muy rico y sabor calcado al del invitado. Rakel con “Wonton de pepitoria y crestas” con su fondo “deslabazao” rabió en el almacén ante la pantallita: “es un consomééééé”. Turno para Eva y su “Pollo, crestas crujientes, azafrán fluorescente y almendra” que le hizo estar “casi atacada” escuchando las valoraciones. Tomás consiguió el plato más bonito con su empanadillica de sabor rico, rico. Finalmente, Manu se dejó el pollo sin cocer en un salsa también jugosona. La suerte estaba echada y las nalgas bien prietas y rojizas.
En el almacén las clásicas quinielas sobre quién sería el primer eliminado de esta cuarta edición de Top Chef. Montoro nos dejaba otra perla de empatía: “tengo los pelos de punta … pensando en ellos”. El Jurado encontró dos en un nivel superior a los demás que resultaron ser los de Julio y Tomás, consiguiendo peaje para la semana que viene, viendo Rakel como era la tercera elegida. La cara blanquecina de Manu mascaba la tragedia. Eva Croft, en ocasiones me parezco a Jessica Alba, estaba flambeada de indigestión. “Pocas veces hemos tenido una decisión tan compleja”, apuntaba Alberto Chicote justo antes de darle a la barcelonesa la noticia que no quería oir. Teníamos nuestra primera expulsada: “Me voy con la sensación de haberlo dado todo y ellos han sido mejores”, sin duda, la elegancia triunfa. ¡Mucha suerte, siempre! “¡Qué batalla nos espera por delante, eh!“, despedía el programa Alberto antes de la promo del próximo.
Buen comienzo de la competición en sí. No sé si serán mis ganas o la realidad, pero parece que esta edición hemos empezado viendo más manos en la masa y menos relaciones humanoides. El tiempo dirá si es otra de mis alucinaciones. Sigo viendo a cuatro algo por encima del resto. Ganas de que llegue la semana que viene y ver la evolución de los nuevos valientes que se someten a millones de juicios de sofá y algún que otro gilicrónico. Y aquí, un inciso que no puedo dejar pasar tras el escandaloso bochorno publicitario de anoche. Que se siga manteniendo en redes, web y televisor las 22.30 horas como el inicio empieza a ser vergonzoso. Toda mente sapiente es consciente de que, si coincide con Champions, hasta que no acabe, no empieza. Hasta ahí, vale. Pero ayer, el amigo Motos echó el cierre a las 22.45 y Top Chef, realmente empezó a las 22.58h. No contentos con ello, los cortes publicitarios NUNCA respetan el tiempo que dicen. Sí, 7 minutos, pero ahora te meto otro de recetas, otro de electrodomésticos y por qué no, otro de lo que vas a ver ahora cuando tenga ganas de cortar el grifo de anuncios. La competencia está más hábil respetando horarios … vigilen eso, señores. Las masas empiezan a perder la paciencia, es un hecho. Al menos, siempre os quedarán las #gilicrónicas.
(Foto portada: @scientist_pi & El Clan del Bosco)
@disparatedeJavi