Pero primero, a Elche, tierra de Susi Díaz. Tercera entrega de esta cuarta edición donde “el pescado sería el protagonista”. Bueno, el pescado, la exposición de ideas de Víctor, las rabietas del moño de Melissa y las primeras lágrimas de nuestra Jurado ilicitana. Aquí, una nueva #gilicrónica de Top Chef.
La PRUEBA DE INMUNIDAD tendría lugar en el Palmeral de la ciudad, lo que hacía envalentonarse a Tomás y Montoro por jugar en casa. Los #concurchefs se encontraban ante dos mesas, una con productos del mar y otra con otros tantos de la tierra. Todos buscarían en la despensa lo que necesitaran para preparar el plato que se les antojara pero cada vez que se iluminara uno de los paneles y sonara su sirena de barco, deberían pisotear los cráneos que pudieran para escoger primero. Los ingredientes de estas mesas no podrían compartirse y su plato final incluiría necesariamente dos productos del mar y dos de cultivo. 60 minutos para preparar un plato que integrara el mar con la tierra de Elche. Comenzaba el tiempo y a Víctor ya se le notaba el ansia con la que comenzaba este tercer programa, desoyendo al Jurado y corriendo a la mesa del marisco en lugar de a la despensa.
Tras unos instantes, sonaba el primer bocinazo y veíamos a todos en estampida como si se repartiera paella gratis en la plaza del pueblo. Mª Rosa Forqué nos repetía que siempre hay un porcentaje de posibilidades de que se “descontrole”. Quiero ver su nivel máximo de locura. Cogía unas sardinas que decía quería pero Alberto Chicote tenía que advertirle que eran en salazón, no crudas. Melissa se decantaba por un arroz y Víctor Celeste dejaba claro que “había venido a hablar de sus métodos de concurso y lo demás, le daba igual”. Rakel con sus galeras pensaba que preparar una ensalada era lo más adecuado para asegurarse una semana más de concurso. Una ensalada. Pues eso. Sonaba de nuevo la sirena de ballenero y todos a masacrarse las tibias por coger una fruta que conocieran.
Mientras tanto, Nelson Filippettas nos convencía que necesita terapia a la hora de tratar los productazos del mar que Top Chef le cede. Si la semana pasada hacía papilla un rodaballo, ésta, ni corto ni perezoso, mancillaba una cigala real: primero al agua sin hervir y, después, descuartizando su cuerpo sin sentido. Alberto le volvía a dar un tirón de mandil por ello además de dejarle claro que cuando sea su onomástica le regalará una bayeta de la Cantina de Mos Eisley para sus noches de insomnio frío. La granadina de moño imposible parecía estar más atenta a rajar de Víctor que de las instrucciones del Jurado para la prueba: “le voy a colocar yo una estrellita en el cerebro”.
Quedaba un tercer estruendo en el que se iluminaban las dos mesas a la vez. Todos debían tener dos y dos productos de cada una de ellas y debíamos verlos integrados en su plato. Matemáticas primarias díficiles de entender para más de uno, sobre todo para una obsesionada Melissa que tenía en su mesa de trabajo tres productos del mar lo que hizo, previo puraco de Paco Roncero, que Tomás tuviera que “quitarle” uno, el calamar, aunque su primera intención fue la quisquilla. Pero ella, a lo suyo, ¿me quitas el calamar? Pues te lo dejo sin tinta y lo echo a mi caldero. Finalizaba el tiempo y, uno de mis favoritos, Richard Goodman, no llegaba a emplatar a tiempo por dejarse no uno, sino dos ingredientes fuera (brócoli y atún) y “la moño“, aún obcecada con el calamar que se fue, olvidaba integrar las cañaillas. Susi, ni probó su arroz negro-marrón. Las reglas son las reglas y ocupar estómago con algo que no sirve para nada, pues no. El plato de Julio “me cago en la leche Merche que no sé si lo he metido todo en el plato” pasaba de puntillas. Mª Rosa utilizó “vuestro pepino” y Víctor se le ocurría utilizar turrón en pleno verano. La ensalada de Rakel, como esperábamos, simple como una Thermomix y con ingredientes volcados pero sin ligar. Ella se alteraba (cómo no!) porque alegaba con sus santísimos ovarios que en una hora poca cosa podía hacer más. Tela. Tomás y sus calamares y chipirones subidos de LSD hacían que la rabiosa Melissa riera. Doc Marcano dejaba cruda su gambaca roja, Manu recibía la felicitación de Susi por sus cigalas y gambas y a Montoro le dejaba claro que sí, mucho “paseo por su provincia” pero lo de cocinar, más bien poco: “lo has ensamblado, pero no cocinado”. Amén. El toque final de despropósitos llegaba nuevamente de Nelson Filippettas y su “cigala real sodomizada bajo wasabi”: “es un plato que me cuesta comer”. No hay más palabras, Señoría.
Mientras que Moño Rebelde Melissa seguía rumiando por ver su plato intacto, nuestra Jurado ilicitana dejaba reducida la elección entre Manu (una vez más con la miel en los labios) y Víctor, quien sería el segundo inmune de esta cuarta edición. Ya tenía lo que había venido a buscar y no se cortaría en machacarnos con ello durante todo el programa. Alberto Chicote señalaba entonces que los privilegios para la PRUEBA GRUPAL comenzaban allí mismo, bajo la lluvia de dátiles maduros. Sería él quien eligiera los, bueno, las capitanas de los dos equipos. Tras una mueca maligna escogía a Rakel por “buen potencial” y Melissa “porque quiere demostrar cosas”. Evidentemente nadie creía semejante patochada. Inciso. Sabéis que, desde mi público y férreo apoyo a Begoña en la primera edición, prefiero gente que tenga claro a qué va a Top Chef: a concursar. Pero no se te puede llenar la boca con ello y a la hora de la verdad cagarte y soltar la primera chorrada que se te pase por la laringe, porque es peor. ¡Hala! Ya lo he soltado. “Vamos a quitarnos las caretas”, decía orgulloso a la cámara para luego … esa argumentación. A Rakel, la tocada de genitales del peruano se le olvidaba rápido, eligiendo a Private Montoro para su equipo con la intención de “hacerlo currar” tras lo de la semana pasada. “Arriericos somos y en mi cocina nos veremos”. Él tenía claro que “ella me la quiere tocar” … la moral. Así, los equipos quedarían: gris, capitaneado por Melissa, Mª Rosa, Manu, Marcano y Filippetti y el naranja por Rakel, Montoro, Víctor, Tomás, Richard y Julio, siendo uno más gracias al estrateguitas Celeste. “Los galácticos sobraos“, que diría Moños.
La propia Melissa y Mª Rosa Forqué eran las elegidas por el “cabroncete estratega” de Víctor para ser las encargadas de colocar las mornells en su equipo y Private y Cypher por los grises. Al día siguiente les esperaban 90 minutos por delante para ir a recoger la pesca de la noche y preparar un plato para 25 miembros de la santísima Cofradía de Pescadores de idioma difícil de entender. Todo “made in a la vieja usanza”, decía Paco Roncero. Dejaban sus mantas de cuchillos y cogían unos pequeños fardos con facas y utensilios de madera teniendo que cocinar bien en brasa, caldero, parrilla … vamos, la vitro para el plató. “Yo he cocinado con dos piedras y un palo”, decía Richard Goodman.
Como Moño Rebelde Melissa iba en busca del pescado, el equipo gris parecía huérfano de mando pero Covered Manu lo organizaba todo a la perfección siendo secundado por el resto de sus compis. Tampoco pensaron mucho más allá de lo típico de la zona: el all i pebre, eso sí, rezando porque unas cuantas anguilas hubieran entrado en las redes la noche anterior. Ya con la pesca de vuelta y con una angula que se escaqueaba por la hierba de nuevo al agua, las féminas capitanas nos demostraban sus nulas dotes de mando. “A tó que sí” y “pá lante”, menos la recomendación de Víctor de utilizar manteca y no AOVE. “A Rakel le parece muy buena idea todo pero ella no propone nada“, decía Alberto Chicote. Eso sí, Melissa, exactamente igual. Entonces llegó el momento 2001 de Filippettas: “amo la leña“, confesaba con ojos cristalinos de pura pasión maderera. Pero, sin duda, demostró saber cómo tener vivo un fuego para cocinar y no el cónclave de bomberos toreros del pañuelo naranja que se reunían ahogando el suyo y lamentándose por ello. Su capitana aconsejaba echar papel para recuperarlo … papel … Víctor daba de nuevo muestras de importarle tres tiraditos lo que pasara en la prueba: “a mi no hace falta que me avives nada”, decía al maestro argentino del fuego rival mientras se daba golpes en su brazalete inmune.
Momento para la cata de los que entienden, los lugareños. El equipo naranja optó por acompañar su all i pebre con con una tosta a la brasa absolutamente inútil ya que no servía para “toma pan y moja” la salsa. Por contra, el gris, en un ataque de creatividad sin sentido, salteaba unas alcachofas y las servía de guarnición en el borde del plato. Tras el zascazo en la prueba de la semana pasada, se intuía un nuevo giro a lo esperado. Víctor daba cremita a sus compañeros diciendo “por eso he elegido este grupo” y Melissa le dejaba claro sus sentimientos: “Sí, te odio, Vic, lo siento”. Con los platos terminados y los votos en las urnas, Susi felicitaba por su “capacidad de adaptación” a los cocineros y les invitaba a empuñar los cuchillos envainados para conocer el ganador, no sin antes dejarles claro que la angula naranja estaba tiesa y la salsa gris aceitosa y sucia, según Roncero. Respiración acelarada … silencio … ¡y un nuevo zascazo! El equipo de Moño Rebelde tenía la hoja verde. Las caras de sus rivales, todo un poema. A Víctor, pasara lo que pasara, le salía la jugada redonda: o bien se iba su intimísima granadina o bien se cepillaba a un peso pesado.
Ya en plató tendríamos la siempre placentera y espectacular visita de Ángel León para la ÚLTIMA OPORTUNIDAD donde los cocineros que se la jugaban debían “traer el sabor del mar en estado puro” a sus platos. Pero antes, “el Chef del mar” nos dejaría con la boca desencajada preparando unas navajas. Espectacular. Ya en faena, y con 50 minutos por delante, se disponían a desenvainar cuchillos para saber qué Océano sería el que tendrían que trabajar. Montoro que quería el pez limón tuvo que apañárselas con el virrey del Atlántico (el único que no quería). Julio “me cago en la leche Merche que me ha tocado el atún del Pacífico y todavía me quejo” desataba todos sus nervios sin encontrar siquiera su caja de compra. Tomás Cypher el pez limón del Índico, ése que no sabía ni que existía, Rakel el salmón noruego y Richard la merluza rosa del Atlántico. Y sí, supimos que hay merluzas rosas en este desequilibrado mundo.
El tiempo comenzaba y Julio se decidía por una ensalada (“poke hawaiano”). Tomás pensaba “si se llama pez limón, pues a echarle más ácido”. Private, para no tener ni idea de qué hacer con su virrey, fue a piñón con su receta. Rakel optó por sus técnicas básicas sobre cómo no utilizar una sartén y Richard por acompañar de todo lo que encontró en la pescadería a una merluza que parecía tener poco sabor. Ángel León se quejaba de la “fiebre por lo crudo” que invade este país últimamente. Razón no le faltaba. En el almacén las típicas quinielas acababan apuntando a Tomás. Las imágenes del recuerdo siempre presente de su padre y las lágrimas de Susi en las promos hacía presagiar lo peor para él.
La CATA FINAL comenzaba por el “Salmón con piruletas” de Rakel con “luces y sombras”. El “Sashimi a la limón” de Tomás gustó mucho a pesar de tener un corte del pescado digno del carnicero de mi barrio. El “Virrey de millonario” resultó muy divertido y repleto de distintos matices mientras que el “Atún de textura no convincente y dulce como mantecado” de Julio planteó alguna duda. Nada más lejos del veredicto final. El último plato en probarse fue el “Gazpachuelo malagueño y secundarios de lujo” de Richard Goodman. “Muy rico pero …”. Se cortaba la emisión en el almacén y los cocineros pasaban al veredicto. “Para nosotros es un placer que nos lo pongáis tan complicado”, adelantaba Alberto Chicote antes de saber que los platos de Montoro, Richard y Rakel (con nivel de acojonamiento máximo) les daban el pasaporte una semana más. Julio “me cago en la leche Merche qué cerca he estado de desfilar” se mostraba educado, sereno y controlando sus nervios cuando vio que era Tomás el elegido para abandonar las cocinas de Top Chef. Me pregunto si lo veremos sonreir alguna vez. Momento para el lagrimeo de éste y Susi. Y para la despedida. Una despedida como un señor, como un compañero y como un profesional que nos ganó a todos. “¿Puedo estrecharle la mano?”, se dirigía a Alberto para acto seguido fundirse en un abrazo con todos. “Te vas haciendo un gran plato“, fue su epitafio. ¡Muchísima suerte siempre, Tomás! Es un gustazo ver a gente así. Con valor y templanza a la hora del mazazo y sin resquemor, reproches o excusas. Ante el Jurado y ante sus ya ex compañeros de cocina. ¡Chapeau!
Gran programa el de ayer en el que se reafirmó lo que todos pudimos comprobar en las dos semanas anteriores. La COCINA ha vuelto a Top Chef. Sigamos cruzando esfínteres para que siga así y no se desvíe el asunto. Mis tres favoritos siguen en liza. Por cierto, ya tengo claro que el bombardeo indiscriminado, sin sentido, corta rollos y vapuleante de la publicidad y de la falta de puntualidad en la emisión responde a un experimento de algún cabrón discípulo de la Fundación Hanso. Una vez más la competencia se adelantaba y emitía su programa estrella y una vez más los “topcheferos” teníamos que esperar casi a las 23 horas para disfrutar de nuestra pesca. ¡Asumámoslo! ¡La derrota del telespectador es evidente! Mejor adaptarnos al medio y a la cafeína. La semana que viene, más.
(Foto portada: @scientist_pi & El Clan del Bosco)
@disparatedeJavi
Genial gilicrónica, como siempre. Pero ya es inaguantable lo de los horarios. La prueba final no la vi, me quedé dormido y desperté justo a tiempo para ver cómo echaban a Tomás. Y lo de la inmunidad lo tenían que cambiar. Al inmune la prueba de grupo se la trae al fresco, casi siempre palma el equipo del inmune. Y si encima hace equipos… Favorece mucho la estrategia y perjudica la cocina. El nombre del inmune debería darse a conocer al final de la prueba grupal.
Gracias Fernando … sí, el horario es insoportable. Admito que también llego con pinzas en las pestañas o inyecciones de café en las retinas. Es un castigo que desmerece tanto al programa como a su audiencia fiel e incombustible … de momento.
El tema de la inmunidad la veo bien tal como está. Está claro que condiciona todo lo que sucede después pero ahí le veo yo la gracia. Ayer no fue realmente culpa de Víctor que ganara el equipo gris y sí la falta de mando. El equipo gris lo organizó Manu mientras que Moño Rebelde se mojaba las manos pero en el naranja no hubo nadie que le dijera a Rakel, “nena, así nos van a pasar por encima” … como así pasó …
Lo del fuego y añadir tres botellines de agua … 😉