Tras una semana de descanso vacacional, volvía Top Chef con un programa bien calentito. Novena semana de concurso y, conforme nos acercamos al final, los verdaderos egos van apareciendo por las cocinas. Seis supervivientes de este vuelo que querían el brazalete de inmunidad por encima de todo y todos. Aquí, la #gilicrónica de una travesía, más que aérea, de trincheras: #topchef9.
A estas alturas y millas de vuelo la PRUEBA DE INMUNIDAD y su brazalete obsesionaban y de qué forma a los seis cocineros: “me voy a dejar el pellejo”, decía Moño Rebelde … y las amigas por el camino … y nuestros tímpanos. Desde el inicio comprobamos como Rakel Grititos Infames seguía con su recelo hacia ella, sus complejos y berrea: “vienes cargadita, eh?”, algo que los demás también veían. “Hoy Top Chef se convierte en una pasarela de moda culinaria. Desfilarán por aquí los grandes clásicos”, adelantaba Alberto Chicote. En esta ocasión los #concurchefs deberían pelearse con un clasicazo de nuestros aperitivos, la ensaladilla rusa. Alberto, Susi y Paco nos enseñaban sus truquis y yo me reafirmo en que, posiblemente, sea en Murcia donde mejor ensaladilla RUSA he comido. Sí, me acosté muy regionalista. Víctor y Montoro discutían sobre el concepto de “rusa”. El primero, por sus años y esposa zarina, defendía el concepto “Olivier”, mientras que el segundo, decía que “ésa, se la quede”. Todo para luego sacarse del mandil una ensaladilla de color infame con calamar insípido. Cosas que tiene Private.
45 minutos para “ensaladillear” y “hacer volar” al Jurado. Conocíamos la fobia del chef de millonarios a las aceitunas, ni tocarlas ni olerlas aunque por Top Chef “estaría dispuesto a tocarlas con máscara y guantes”. Todos peleaban con gambas, carabineros, “verduritas” (vuelve el diminutivo extremo a nuestras pantallas) y la mayonesa. Cuando el reloj marcaba 20 minutos el Jurado pedía a los cocineros que parasen un poquito para meterles la espátula por el esfínter y apretárselo más restando al crono 5 minutos. Las patatas de Montoro se endurecían aún más del susto. Víctor temía por su invento del tubérculo crujiente en el horno. Paco Roncero discutía con el ilicitano sobre si sus patatas estaban duras o no y, Moño Rebelde, con su dedito limpio y pulcro, empujaba la mayonesa al sifón, al contrario que Víctor, que prefería hidratar con la suya los pies de Marcano. Éste era el más agobiado y, finalmente, no conseguía terminar su plato como deseaba … por culpa de unos guisantes que nunca encontró. Su plastaca, con verde o sin ella, pinta agradable no tenía, no. “Parece una ensalada de encurtidos … y tú lo sabes”, le sentenciaba el sargento Highway. La noche empezaba muy mal para Doc.
La cata por la inmunidad comenzaba con la “Ensaladilla con ventresca y cefalópodo guayón” de Montoro. Visualmente fea y bastante repulsiva, todo hay que decirlo. “Color caquita”, decía Rakel. Cojones tuvo Roncero de meterse en la boca algo de ese color salmonelítico. “Las críticas las llevo fatal desde pequeño”, decía su autor. Lo sabemos, hombre, no te preocupes. Sigo cogiéndole cariño. Melissa y su Moño fijado con semen de yak presentaba otra diarrea ocular: “Coulant con sorpresa para la salud“. Con su santo cuajo introducía una yema CRUDA (por mucho que dijera que la había pasado por soplete … a tu moño lo pasaba yo por él) dentro del mejunje: ya se encargó Paco de dejarle claro que le daba mucho miedo meterse en la boca esa yema y que, como ensaladilla, era infame y sin personalidad. Turno para Rakel, su bombilla y su “Ensaladilla Multicolor de botánicos“. Visualmente, sin duda, el más bonito pero hizo dudar a Víctor si era un gyn tonic o una ensaldilla. La obsesión del peruano por el uso del vocabulario casi sobrepasa a las palabras “Estrella” y “Michelín”. Deja que el personal venda lo que quiera como quiera y céntrate en tu prosa si tanta importancia crees que tiene para el sabor del plato. “¿Tú estás contenta?”, le preguntaba Roncero. Engañifa y despiste ya clásico del madrileño. Richard Goodman presentaba su clásico con “carabinero y aceite de oliva” que según el juez ni aceite ni extra, “plana”. Como el guistante gate acabó con la esperanza del brazalete para Marcano, el último plato fue el de Víctor El Celeste que defendió a encurtido y batidora la ensaladilla Olivier de su casa: “tu mujer puede estar orgullosa”, le dijo el sargento, lo que hizo que todos lo miraran como el gran favorito y él esbozara una sonrisa con algo de sarna tras el “te lo llevas tú” de Marcano (no dio una anoche) que se le borró de inmediato cuando escuchó el nombre de Grititos Infames como la única ganadora de dos brazaletes inmunes.
Para la prueba grupal nos trasladábamos a la T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas I de España, IV de Mozambique y IX de Mongolia. Nombrecitos ponen para no quitar otros, así somos en este “país”. “La T4 es como mi segunda casa”, decía Montoro, para luego comenzar con sus conclusiones de la página 88 de su libreto Top Chef: “nunca han ido a Canarias”, como si las Islas fuesen el único destino con aeropuerto de España. Tras empalmarse con la posibilidad de coger las maletas y viajar (este año se ve que el presupuesto no da) veían como era el GASTRO HUB, asesorado por Roncero, donde deberían pelearse por no irse esta semana. La valenciana inmune sería la encargada de formar los dos equipos comenzando por el de los que no quería a su lado para la prueba: “Mel”, decía de primeras, y Moño Rebelde entraba en modo “pánico paranoico” y ya no saldría hasta el final. “Para protegerla”, dijo. La pelirroja se recalentaba aún más. Doc Marcano y Richard serían los otros dos componentes del equipo naranja. Confesó haber hablado con el malagueño para no incluirlo en su equipo y así, si perdía, tener solo un 33% de posibilidades de irse por un 50 si se quedaba en el suyo. Números, cálculos y estrategias que no quisieron admitir en ningún momento por mucho que les pinchara Alberto. No hacía falta. Era el momento de elegir los jefes de equipo y tras nombrar a su, en breve, ex amiga en el otro bando, se auto proclamaba jefa del suyo sin preguntar. El ansia por mandar sobre Montoro y Víctor le carcomía la pasta de sus gafas. “Lo único que quiero es que me mande bien”, decía el primero por “no me fío de ella, va a hacer todo lo posible por perder”, del segundo.
Los equipos tendrían que preparar un menú de entrante, principal y postre para 30 pobres pasajeros perdidos más los 3 jurados en 60 minutos. Todos corriendo a cocinas. Las dos mujeres de decibelios insoportables cerraron su propuesta a pesar de los “peros” y “sugerencias” de sus pinches. Porque así los tomaron. Lo que decían ellas no soportar, lo llevaron a la práctica en cuanto pudieron. Eso sí, a puro y puto grito, como solo ellas saben hacer. Desde un primer momento Moño Rebelde vio cumplida su fantasía de dominatrix y tener personal a su cargo y destrozarle los tímpanos a base de órdenes contradictorias. Bueno, eso, y de culparles de todo mal que sucedía en sus metros cuadrados de trabajo. Seguro que lleva ropa interior de cuero. Rakel y Montoro se las tenían con los puerros, champiñones, pan customizado y cualquier sugerencia que saliera de la boca del segundo. Víctor rumiaba sobre la idea de hacer un bocadillo. Alberto Chicote comenzaba la primera inspección y comprobaba el arte de pegar chocolate a la cazuela de Melissa además del aderezo metálico que implica dejar la varilla dentro. El “baño María” no se estila en su casa, en la de Richard sí. Ni él ni Marcano estaban convencidos del menú ideado por la granadina pero tragaron. Y bien que tragaron a pesar de las #ChicoteDudas. Jefa y súbdito en el otro bando seguían a lo suyo: que si tú has dejado la gamba con tripa, que si tú también y me callo, que si yo decido si se hacen 70 rollitos, tú no … hasta que Montoro sacó su “otro yo” a grito pelao: “No te pases ni un pelo!“, le espetó a la valenciana. Susi aparecía en ese momento para intentar poner orden y paz pero casi se lleva un sartenazo. Víctor defendía a su compañero. Yo, también. Tener a alguien que te esté pellizcando las pelotas a cada cosa que propones … yo habría explotado mucho antes. En ésas que Moño Rebelde, en otro alarde de orden en su cocina, tiraba los huevos al suelo y ahí los dejaba. La que luego se sobreexcitaba aún más con la limpieza, los dejaba allí esclafados pero, claro, ella no fue. Ella nunca hace nada malo. Ella es pasión. Ella es emoción. Ella es insoportable. “Me los han tirado”, repitió con su santo moño fósil. Las caras de Richard y Marcano, una oda griega. Montoro y Rakel seguían a lo suyo pegándose gritos por no darse con la rasera en los genitales: que si se queman los espárragos, el aceite … y la sombra de la conspiración sobre los fogones.
Melissa, una vez más demostrando la coherencia que rige su cráneo, berreaba pidiendo silencio al otro equipo. ¡Ella! ¡Ella que reventó los tímpanos de sus pupilos y telespectadores! Solo Doc Marcano la dejó en su sitio: “Ella no ha hecho nada”. Amén. Para ella los demás no hacen nada y son culpables de todo. No la soporto. El tiempo finalizaba y los equipos presentaban sus platos. El GRIS: “Crema de espárragos y una gamba, no vaya a ser que se arruine Gastro Hub“, “Bocata de cerdo Ibérico para que me cojas el mango” y “Macedonia grumosa de frutos rojos sobre ladrillo de choclate“. El NARANJA, por su parte, “Ceviche de corvina en fat brunoise y plasta platanera encima“, “Pollo de puerta de embarque 17” y “Marronazo“, porque eso no era un brownie. Al creador de la carta del restaurante anfitrión le pareció el segundo mejor a simple vista … Mientras que los pasajeros cataban las elaboraciones, Moño Rebelde, a lo suyo, a vociferar llamando guarros a su equipo. Ella que llevaba las suelas de los zuecos bien maceraditos de yema de huevo. Su, de momento, amiga también aprovechaba para seguir dando palos a Montoro: “que no siempre se va en yate”. Él se mordía la laringe por no mandarla a chupar masclets. Richard así también lo admitió respecto a su inestable e insoportable jefa. El Jurado, mientras tanto, flipaba con la simpleza de los entrantes ideados y, aún más, con los emplatados y sabor: “esto te lo hacen en primero de Hostelería”, decía Alberto Chicote. Ante él, Rakel, la valiente, no encontraba el puerro suficiente como para admitir que todo había sido acordado con Richard, excusando su mierda bocata en que no pudo idear otra cosa distinta dado el caos y los egos que había en cocina. Al volver de explicar los platos, ni contestó a las preguntas de su equipo. ¡Qué bonito sería que siguiera con la boca cerrada hasta el final!
A la espera de recibir el veredicto, las dos amigas comenzaban a afilar uñas la una contra la otra: “eres maaaaalaaaa”, le decía la valenciana con esa típica sonrisa de la que no quiere malos rollos pero te lo está diciendo a la jeta (sí, esa diplomacia encubierta que tampoco soporto). Lo mismo le dedicaba su querida granadina de apósito con vida propia. Ya delante del jurado, Richard volvía a negar la conversación estratégica con Rakel. Ésta, a su vez, callaba como Bonifacio VIII. Al final se descubría el pastel y lo mal que había salido todo por culpa de su estimada Moño Rebelde. Los cuchillos no mienten y era el equipo naranja el que desfilaría hacia la última oportunidad. Con su valiente, ético y profesional modus operandi, Melissa no veía fallo alguno en su despliegue en cocinas y empezaba a poner en duda el trabajo del otro equipo y, en especial, su bocadillo. ¡Qué tristeza de mujer, pijo! Alberto Chicote entonces le daba EL consejo a Rakel: “lo que mejor puedes y debes hacer para ganar Top Chef es cocinar“. No hay más preguntas Señoría.
Justo antes de desfilar hacia las cocinas, la valenciana le aconsejaba: “sin rabia, Mel”. Ésta se revolvía con otra mentira de las suyas: “yo rabia nunca he tenido”. Solo la misma que un tejón castrado, solo ésa. Para saber si desfilaban para casa o no deberían enfrentarse a otro clásico: la SOPA, a la cual habría que añadirle un ingrediente fundamental e inexcusable: la emoción. “Esto es lo mío”, decía Moño fósil, la misma que transmitía su jeta viendo cocinar al invitado de anoche, Oscar Velasco, que nos abrió el apetito a altas horas de la madrugada con su “Sopa de champiñones y salmonetes“. 50 minutos por delante para jugársela. “Sentía la ópera mientras cocinaba”, decía ella. Ópera … tanto ella como Marcano decían no haber preparado nunca la sopa que se habían planteado. En el almacén Rakel prefería que se marchara Marcano, Víctor apostaba por Richard y Melissa nos dejaba otra perla de sabiduría: “me gusta demostrar que se puede hacer cocina improvisando” … Oscar Velasco la miraba con diplomacia … Tempus fugit y al volver a la despensa humana para esperar el veredicto veíamos a Moño Rebelde pasar por delante de su ya ex amiga sin ni siquiera mirarla a la pasta de las gafas. Ahora prefería que fuera ella quien se fuese. La paranoia se había apoderado definitivamente de las dos y tiene pinta de no haber alcanzado su punto álgido.
El Jurado comenzaba la cata por la “Sopa de roca con tentáculos de calamar” que les gustó por el sabor pero se les quedó corto de emoción. Doc pecó de boca chancla al decir “creo que me salvo” antes de siquiera saber qué opinaban de los otros dos platos. El subconsciente le traicionó y pensó que Melissa saldría de nuevo por la puerta. Turno para la “Sopa de moluscos con toques Thai” de Richard que fue la que más me gustó visualmente. “El marisco está matao”, dijo Roncero, algo que hizo temblar al malagueño hasta la aclaración de Montoro sobre dicho término: “textura perfecta”. Para terminar, Alberto, Susi y Paco, probaban la “Emoción” que les resultó divertido y muy distinto a los otros dos a pesar de que a Chicote le quedaba corto de sabor. Fundido en negro en la pantalla del almacén y a contraer ano antes del veredicto final. La suerte estaba echada. “La hora de las buenas y malas noticias”. La mejor se la llevaría Goodman que entraba de vuelta con un grito que casi cura de golpe las dioptrías de Rakel. Víctor ponía cara de póker por verlo de vuelta pero ambos saben y respetan las reglas del juego. Nada personal, solo concurso. Frente a frente, Marcano y Melissa. El primero se temía lo peor … como así fue. Melissa, muy a mi pesar y al de cientos de miles de los 1,7 millones (12,3%) que anoche aguantamos hasta pasada la 1 de la madrugada. Mis peores augurios se hicieron realidad. La granadina hacía su pequeño teatrillo y su rival le espetaba (por no escupir) “que me voy yo, no tú”, basta de casting. Ella volvía al almacén y se iba directamente a abrazar a Víctor! El síndrome de Sigüenza aún perdura. La última, su ex pareja de berrea.
Marcano se despedía con una cara mezcla de “defraudado” y de muy mala hostia por verse derrotado por semejante especímen. Más que comprensible. “Top Chef me ha abierto los ojos y horizontes … es una competición única”. El Jurado lo despedía con mucho cariño y él de sus compañeros con sobriedad aguantando sus ganas de darle un sartenazo a alguna cámara. ¡Buena suerte Doc, siempre! Y así finalizaba la novena entrega de esta cuarta edición, con una nueva eliminación sorpresa. En liza siguen dos de mis tres favoritos junto a las dos con las que sueño desfilen, aunque cada semana que pasa me temo lo peor. De acuerdo, esto se trata de cocinar, sin duda, pero es que a mi me gusta cocinar en silencio.
Si la publicidad extrema se ha convertido en tema de perenne debate, ¿qué decir de la vuelta a las andadas con las meteduras de pata en las promos? Anoche reventaron el resultado de la prueba grupal sacando a Roncero y sus “3 grandes platos”. ¿De verdad no hay nadie que controle esto? ¿O las programan sin saber dónde y cuándo meterán los eternos cortes publicitarios?
La semana que viene otra de las míticas pruebas de Top Chef: las mamis. Visto lo visto, el nivel de ebullición entre concursantes no piensa atemperar.
(Montaje de portada: @scientist_pi & El Clan del Bosco)
@disparatedeJavi
Entiendo q te de un repelus q gane Rakel … a mi me lo da q gane Montoro … es cuestión de gustos … a platos Montoro lleva 4 semanas de Castaña en Castaña, tan mal no debe cocinar Rakel.
Igual si pasas por su restaurante cambias de Opinión.
Hola Pedro … no me entiendas mal, me da “repelús” sus formas no su cocina (hoy: “Visualmente, sin duda, el más bonito “) … pocas veces he criticado ésta, sino sus gritos, sus chulerías y sus formas … como las de su amiga … y por supuesto que me gustaría pasar por su restaurante … si hay silencio :))
Sí, Private lleva una racha de telita … jejejeje … (Hoy en la #gilicrónica: “Visualmente fea y bastante repulsiva, todo hay que decirlo. Cojones tuvo Roncero de meterse en la boca algo de ese color salmonelítico.”)