El último combate … y la última #gilicrónica. #TopChefFINAL no defraudó. La batalla entre Víctor “El Celeste” y Rakel “Grititos infames” nos dejó, posiblemente, la final más igualada de las cuatro ediciones de Top Chef. Último asalto para ellos … y para mi.
Los dos luchadores se presentaban dispuestos a recordarnos por qué tiene una Estrella Michelín, el peruano, y, la valenciana, para demostrarnos que “si se quiere, se puede”. El salmantino de adopción declaraba abiertamente haber preferido una final contra su amigo Monty pero no le disgustaba su rival a la “que tenía muchas ganas”. El punto cuasi obsesivo de Víctor hacia Rakel alcanzó anoche su máxima expresión. Como quiera que Top Chef no solo va de cocinar sino de saber dirigir y coordinar un equipo, los dos pinches con los que contaría en la gran final los escogerían, como es habitual, entre los ex concurchefs. Todos entraban sonriendo y con ganas de COCINAR, excepto una, ya sabemos quién, que estaba allí única y exclusivamente por reventar la final de su antigua parejica de berridos. La fémina dejaba clara su preferencia por Richard y Julio (“MecagoenlalecheMerche” no estaba muy por la labor) y el macho dominante (de su casa) comenzaba sus machadas que, si bien parecía confundirían a su contrincante, no variaron el rumbo final: “a Melissa y Montoro”. Grititos se mostraba, como no podía ser de otro modo, acojonada solo de pensar que Moño Rebelde podría colarse en su cocina para esta última faena.
La novedad este año sería que los aspirantes a stagiers cocinarían por parejas por lo que procedían a sacar cuchillos que los emparejarían. Monty y Manu (el cielo seguía enviando señales al peruano Celeste), Filippettas y Eva Croft (los cuchillos los crían y Top Chef los junta), Julio y la malvada MelisaNDRE, Richard Goodman y Doc Marcano (también le salía la jugada redonda a Rakel) y Mª Rosa Forqué y Tomás Cypher (los invitados de arcilla). 30 minutos para cocinar un plato que integrara 3 clases de marisco. ¡Todos al ring! Entre idas y venidas a la piscina de los bogavantes, Doc nos hizo la demostración empírica de una de las leyes de Goodman: “el karma te dice que si te hostias, ganas”. ¡Y vaya si se hostió! Empotró coxis y calva contra el frigo. No tenía mucha emoción la prueba gracias, una vez más, al que monta las promos del programa: por un lado, los pinches de Rakel aparecían sin disimulo alguno y, de otro, una mano con la pulsera inconfundible de Private Montoro hacía el resto. A los pocos minutos de meternos el gusanillo en el cuerpo, ¡zasca! primer gran corte publicitario. Tiempo de micciones.
La cata a ciegas comenzaría con el “No sé hacer otra cosa que no sean tiraditos thai con mucho coco” de Evi y Fili que no gustó a ninguno de los finalistas. No se rascaron mucho el cráneo. MelissaNDRE y MecagoenlalecheMerche se llevaron un buen repaso con su “Ceviche aceitoso de tropezones gruesos y crudos“. Como era de esperar no le sentó muy bien a Moño Rebelde que no dejó pasar de lado sus segundos de gloria para atizarle a su ex: “¿Aceite? El que sueltan los jamones” o “no sé para qué quiere las gafas” fueron sus hechizos al viento. El turno era para el “Mírame bien que es mi suquet” de Monty y Manu, que Víctor reconoció inmediatamente pero soltó el nombre de Melissa para confundir a Rakel (incomprensiblemente, lo consiguió): “no sé si son mis miedos …” y apartaba el plato en plan vade retro bruja! El “Bogavante lo emplato como me sale de la gorra” de Cypher y Forqué solo sirvió para que Vic, una vez más, intentara confundir a la luchadora rival diciendo que le gustaba y recordaba a Montoro o Julio. Pero las dudas de la valenciana se disipaban rápido al ver el último plato: “Mi porra antequerana y tu gazpachuelo” de Richard y Doc. Así lo declaraba y así lo eligió. Ella fue la primera en escoger pinchestagiers. La promo no nos engañó. El peruano estrellado se frotaba sus zambitos viéndose ganador con los dos compañeros de ring deseados. Equipos formados y dispuestos para la gran gala final.
Y ésta se desarrollaría en un lugar de auténtico lujo, la Abadía de Párraces (Bercial, Segovia). Llegaban los familiares y los ex, y Rakel pensaba en “callar bocas y dejar muchas más abiertas” ganando el título de Top Chef. Alberto Chicote hacía de maestro de ceremonias en el combate presentando, en primer lugar, a los pinches de los púgiles para, acto seguido, darles entrada y someterlos al visionado de su paso por el programa. La valenciana hasta decía que lo echaría de menos. El jurado que decidiría el nuevo campeón estaría formado por 25 telespectadores bien abrigados que decidirían catando el principal y postre que los chefs debían preparar. 2 horas para realizar todas las elaboraciones de ambas recetas y emplatado del principal y 10 minutos extra para emplatar el postre. Los dos llevaban sus ideas bien claras: Grititos prepararía su ensalada Mediterránea, un plato de su restaurante de triunfo asegurado y un postre basado en el mejor cacao salido de la despensa de Willy Wonka. Víctor, por contra, decidió arriesgar y preparar algo que no había hecho nunca (¿os lo creéis?): “un menú degustación en un solo plato” y un postre de “escándalo” mientras comenzaba su particular show de “Repite palabra”: “ahora sí, habrá muchos cocineros esperando ver qué nivel tiene un Estrella Michelín”. Todos a correr de un lado a otro del cuadrilátero.
En el público, los ex apostaban por el equipo naranja del peruano. Así lo deseaban. “Ellos no son mi gente, me la pela”, era la contestación de Rakel a los gritos de ánimo contrarios. Las #ChicoteDudas hacían su aparición. Alberto se preguntaba si con tantas elaboraciones de su ensalada llegaría a tiempo de emplatar. El de Carabanchel y Paco Roncero no compartían la decisión de Víctor de arriesgarse con algo nuevo: “lo nunca falla“, hubiese sido su elección. Los dos se decidían por incluir atún y chocolate en sus platos. Montoro echaba hipnóticamente vino a la cacerola, Marcano ordenaba taquitos del pescado como si fuera Rain Man (a esa velocidad yo también me habría alterado!), Manu corría cual Forrrest y el finalista salmantino de empadronamiento comenzaba su SOBERBIA show: “Rakel no se merece ganar Top Chef“. Ésta, por contra, advertía que para emplatar su ensalada necesitaba 30 minutos., algo que a Alberto Chicote (y a todos) nos extrañaba. Más tarde, al ver el lienzo que dibujó sobre pizarra entendimos el por qué de sus prisas. ¡Y con un solo molde! Los stagiers de Víctor se peleaban con la nitro y las falsas fresas del postre mientras que su jefe lo ponía todo perdido de harina friendo algas. “Esto es un platazo (chupito!)”, “mi plato es mejor”, “una ensalada? pelar tomates?”, “montar platos es muy sencillo”, “esto es cocina, se ponga quien se ponga” … se autoalimentaba de crema indigesta. Nadie discute eso, querido cocinero, solo que, lo que se estaba haciendo a tu vera, en la otra mesa, TAMBIÉN! Pero, si le faltaba aún más engrasar su ego, llegaba Monty el visionario: “esto está ganao” … Imagino que, tras esta edición, Montoro habrá actualizado la versión de sus apuntes. “Esto es un platazo tío (chupito!)”, “me merezco ganar Top Chef“, “la perfección, tío, la perfección” … seguía perdiendo seguidores virtuales.
Alberto daba la bienvenida a los 25 miembros del jurado popular antes de la cata de los platos principales. Visualmente me gustó mucho más el de Rakel (como casi siempre). Su delicadeza a la hora de “dibujar” los platos ha sido la más brillante de toda la edición y eso es indiscutible. No obstante, Víctor afinó anoche mucho más su emplatado (no sé si por la colaboración de sus stagiers) mejorando unas últimas mezclas a las que siempre les faltaba algo. El Celeste notaba como se le retorcía el esfínter al ver las excelentes críticas que recibía la ensalada (“Mediterráneo y media Mancha mangotera”) de su rival. Esa dureza intestinal no se le pasó hasta que no escuchó los halagos a su plato que, antes que por su sabor, sorprendió a los comensales solo por llamarlo “Toro rematao a carrillerazo limpio” y no ser eso, toro, sino ATÚN!! Lo que me hacía preguntarme cuánto toro de lidia habrían comido esos engañados comensales viendo la inexistente grasa que había en su plato. Pero no había tiempo para especulaciones ni más alegrías: los últimos 10 minutos de sudar sangre para emplatar los postres. A Rakel otra vez le entraba el pánico al no saber si llegaría a tiempo mientras que Víctor seguía con su aceite corporal galáctico: “esto es ser una Estrella Michelín” (chupito) cuando colocaba el algodón de azúcar sobre su tarta de chocolate y falso fresón de Rohan. El tiempo terminaba y Rakel no estaba contenta con su trabajo. Sus pinches, Doc y Goodman, intentaban calmarla pero ya sabemos que es una tarea ardua y complicada con esta chica si no tienes un par de dardos tranquilizadores de mapaches rabiosos, lo que aprovechaba Víctor para soltar otra de sus perlas de empatía social: “Nosotros comos profesionales de la cocina” … Su postre “Pasión por las ferias de pueblo” vió como le pasaba por la derecha el “Azafrán, chocolates Wonka y cítricos escasamente texturizados“: “el postre ha marcado la diferencia” se llegó a escuchar entre el público, lo que borró de un plumazo su sonrisa anterior cuando su ego se había quedado con “el conjunto del menú es espectacular”. No tuvo en cuenta la “ciglogénesis de sabores” que el invitado popular más dicharachero nos dejó en los tímpanos para siempre.
La (posiblemente) final más igualada de la historia de Top Chef estaba lista para el desenlace. El equipo de El Celeste seguía encremándose con la que ellos veían como segura victoria. Rakel se derrumbaba y a pesar de sus “me la pela”, la tensión le hacía derrumbarse por unos momentos. “Tío, vas a ganar”, seguía Monty. ¡Menudo oráculo! Antes del gran momento, Alberto Chicote les daba las gracias por haberlo dado todo en plató y fogón. Víctor admitía que llevaba días humedeciendo el pijama soñando con este momento y Rakel seguía sin creérselo. ¿Quién desenfundaría la hoja dorada de la Excalibur fogonera y quién la de plata roma? Uno de los mayores zascazos que se recuerdan. La pequeña valenciana se proclamaba JUSTA vencedora de la cuarta entrega de Top Chef y edición nos regalaba uno de los momentos televisivos que a ciencia cierta veremos una y otra vez las próximas semanas: un slow motion del momento de extraer los cuchillos. En la cara de Víctor se había dibujado previamente la expresión del ganador y sus gestos faciales iban cambiando al ritmo de un estreñimiento post comida en el chino de la esquina. Grandioso. El hermano de la ganadora se percataba de “lo bien” que se lo tomó el peruano que, con los genitales contraídos, se acercaba a su rival a darle una enhorabuena trampantoja. “A veces uno gana y otras se aprende y, esta vez, me ha tocado aprender”, declaraba en público. Aquí solicitaba nuestro perdón por tanta soberbia y falta de humildad. Pocos segundos duraba nuestra simpatía: “Mi familia me lo ha dicho, soy el ganador y yo así lo veo”. La cara de MelisaNDRE nos sacaba un “jódete”. Así es. No mintáis.
Los saltitos de mapache loco que dió Rakel por todo el plató escenificó perfectamente el triunfo del que se presupone inferior pero que vuelve a demostrar que los partidos hay que jugarlos hasta el minuto final sin mirar a tu oponente, solo tu trabajo. No tener en cuenta el nivel del jurado popular, otro error. Lo rico siempre triunfa. Ya lo dijo David “Lingüini” la semana pasada: “el sabor enamora” y si hay algo que parece no se puede discutir a la flamante ganadora de Top Chef es que sus platos siempre se dirigían al sabor por mucho diseño que invirtiera. ¡Bravo! ¡Mucha suerte siempre Grititos! Su despedida, aquí.
Intentaba limar asperezas con su rival y consolarlo diciéndole que lo sentía pero éste se la quitó de encima como el que aparta a una mofeta en celo. Patético, aunque viendo su actitud durante 13 semanas y habiéndose destapado del todo en la final, no nos extrañó. Alberto Chicote despedía esta edición (¿quién sabe si la última?) agradeciéndonos el haber soportado tan estoicamente los horarios intempestivos, los cortes publicitarios sangrantemente humillantes, los gritos de Moño Rebelde, la insoportable soberbia del ser, las filtraciones, las promos destroza pruebas y unos más que buenos raticos y momentazos de cocina rematados por una gran final (así la vi yo). Molaría un Top Chef 5 a lo Royal Rumble, los mejores de las 4 ediciones al ring.
Y hasta aquí. Hasta aquí ha llegado el cuarto capítulo del “programa de cocina más exigente del mundo” … y las #gilicrónicas. Estas líneas que sois tan sadomasoquistas de seguir leyendo son, más que posiblemente, las últimas para los dos programas que se han llevado gran parte de mi tiempo y trabajo estos últimos 4 años. Mañana os lo explicaré mejor.
De momento … ¡Gracias disparata@s!
(Montaje de portada: @scientist_pi & El Clan del Bosco)
@disparatedeJavi
No era la final que me esperaba. Yo pensaba (hace tiempo, claro) que Manu sería uno de los finalistas, pero esto es un concurso y va cómo va.
Dicho ésto, la verdad es que me alegro que ganase Rakel. Básicamente porque me repatea esa actitud de superioridad que tuvo Víctor durante todo el consurso con su tan nombrada Estrella Michelín. Ojo, no digo que no sea un gran cocinero, pero para mí también es importante la humildad y no poner en entredicho la cocina de nadie para ensalzar la mía (la suya, en este caso) y eso es lo que hizo durante toda la temporada.
Cierto es que Rakel llevó al extremo sus nervios, que transmitió a todos sus compañeros y a nosotros los espectadores, pero se notó su evolución en el programa y cómo sus platos convencían al jurado una y otra vez cuando no dependía de los demás. Le falta un punto para trabajar en equipo, pero al menos, no pisotea los platos de los demás.
No puedo dejar de nombrar a Moño Rebelde (con la melena suelta daba más yuyu todavía). Su “bromita” del veneno la acabó de delatar del todo. Si a ella le hubiesen hecho esa broma … le hace budú a quién se lo dice, vamos. Que no cuela, guapa, que sabemos perfectamente que no era una broma ni mucho menos. Estabas deseando que Rakel perdiera.
En fin, mi enhorabuena a Rakel. Tiene que mejorar en actitud, pero ha demostrado que su cocina está a la altura de TopChef.
Muchas gracias merecidas a Javi por sus crónicas, que nos han hecho pasar un muy buen rato después de cada programa.
Suerte con tus nuevos proyectos. No te conozco en profundidad, pero intuyo que eres de los que no para quieto.
Un abrazo
Hola A!
Sigo creyendo que de las 4 ediciones ha sido la final más apretada y emocionante (si has podido abstraerte de las filtraciones, algo cada día más jodido) … Rakel se ganó el “cariño final” de la audiencia de forma pasiva, Víctor se encargó de darle la vuelta a todo él solito …
Posiblemente en los platos de Víctor había más cocina pero siempre hay que tener en cuenta todos los factores y, cuando el jurado no es profesional, lo que realmente triunfa es únicamente el sabor y, ahí, ninguno de los que estamos al otro lado podemos discutir nada … ésas son las reglas …
De Moño Rebelde prefiero ya ni mentarla … de los “villanos” de Top Chef ha sido la más insoportable (al menos, para mi) …
Gracias a todos vosotros que realmente sóis los que habéis dado forma y sentido a las #gilicrónicas … ese “buen rato” fue siempre el objetivo de ellas …
¿Quién sabe si volveré con otras?
Un gran abrazo y espero seguir viéndote por aquí!
Pd.- No, no puedo estar quieto 😉