Larga se ha hecho la travesía hasta que, anoche, al fin, volvió Alberto Chicote y Pesadilla en la cocina. ¡Y qué manera de volver! Dando su primer golpe en la Pequeña China de Yon y su familia de cuñaos en Gerona. Aquí, la #gilicrónica de un regreso ansiado.
Las plegarias a Budha de miles de fieles seguidores de las aventuras y desventuras de Alberto Chicote se hicieron realidad y el programa visitaba por primera vez un restaurante chino, el de Yon, regentado desde el 2004 por su madre, Zenge, la reencarnación del malvado Lo Pan, a la que se le quedó la “cabeza loca” tras llevar años sin un día de fielta. Según su hijo, regidor de aquel despropósito de organización desde hacía poco más de año y medio, la “crisis azoteó España” y a su toque innovador de comida “cojonuda” para los habitantes de las profundidades del Mar de China. ¡Qué manía tienen estos hombrecillos de querer abarcar toda la cocina asiática! ¡Ansia de amase! Y qué mejor presentación del modus operandi de este restaurante que ver como las instrucciones para si un filete de ternera cae a ese suelo mugriento, son lavarla y ¡hala! al wok otra vez. ¡Si después de quitarle la mierda bajo un baño purificador está más buena!
Tras flipar cómo se las apañaban en esa cocina demoníaca, nos presentaban otro gran problema “complicat”, la carta. Un manuscrito ilustrado que ni el mismísimo Gandalf recuerda haber visto en las entrañas de la biblioteca de Minas Tirith. Como su lectura podría llevarte varias horas, Yon el visionario, había decidido que se manejaran solo con los números para, acto seguido, partirse la caja ante cámara demostrando no tener ni puta idea de qué debía echar al fuego si le pedían un 33, 44 ó 19. Aunque, sin duda, el primer gran momento estrella de la noche fue conocer a los cuñaos, Ledon, el Trueno y la Lluvia silenciosa, Bob en la versión yanqui. “Me sacan de los quicios“, decía el único que durante toda la noche demostró estar hecho de una pasta wonton diferente a lo que le rodeaba. Xiamo Miao voy a mitad de servicio, su mujer, y corre, corre, corre que te van a echar el guante Pei Pei completaban el grupo de yakuzas que escoltaban al pobre Yon. Teníamos servido un arroz 3 infiernos con pérdidas acumuladas de 30.000€ en el que seis maníacos deambulaban como 88.
¡Ojo! Os invito (pinchadla una y otra vez) a descubrir esta adictiva versión del “The Loook” de Roxette que nos presentaba, al fin, a nuestro Jack Burton de la noche, solo que esta vez no había chica a la que rescatar y sí estómagos que salvaguardar. El hospitalario dueño volvía a recordarnos que la “crisis azotea a todos …” lo que le empujaba en su afán innovador y negociante a pasar tiempo ilustrándose en Youtube o Google para aprender a cocinar lo que luego servía de (eso decía) Japón o Thailandia. “Con Chicote va a haser clientel”, sentenciaba por primera vez Lo Pan, Zenge. Mientras que Alberto se perdía entre la cómoda carta, los cuñaos debatían sobre si era ya sexagenario. ¡Qué lástima que el de Carabanchel no lo oyera! Habría gif para rato. Unas yakitoris de San Jacobo vacuno y queso de engrasar buques, un sushi de lubina frío como el ano de uno de más allá del Muro y mal montado, un pollo maligno y un dim sum relleno de lo que veríamos más tarde guardaban en las cámaras fue la comandita. Ni la arenga a “sacar fuerzas de la leche que mamó” que Yon nos dedicó, a nosotros y a Ledon el Trueno, hicieron que sacaran algo comestible al chef. Apuntad “la ternera se hace pa, pa y pa” y recordad “no sacar y meter la ternera del congelador 4 veces”, que “se nota”. “El que mucho abarca, poco aprieta”, le decía Alberto. Él lo entendió como “quien pisa con suavidad va lejos”, solo que olvidaba el balance negativo de las cuentas.
Y llegaba el momento que miles de malvados pesadilleros deseábamos. Ver una cocina de restaurante chino. Las historias, leyendas y vivencias de todos nos venían en cascada esperando sentirnos identificados con algo, lo que fuera. ¡Admitidlo, canallas! El Mizuna no defraudó. Enchufes grasientos y con pringue como para hacer un tocado del inframundo a su mujer, la cámara frigorífica con todo el producto sin tapar porque Chinese Bob decía rebanarse los dedos cuando quería sacar algo, grasa chocolatera que demostró el equilibrio de la Fuerza que el cocinero madrileño se gasta para no echar una pota digna de Regan. Una nueva enseñanza de Lo Pan llegaba: “Chicote tiene más carácter que un dragón”. (Inspirar, orar). Pero a Ledon le daba “pereza hasta hablar con él” y no le molaba nada, nada, el pulcro pelo de Alberto.
El campo de batalla estaba dispuesto para el primer servicio a ritmo de Carl Douglas, Kung Fu Fighting y glutamato como para una boda. Las comandas empezaban a cantarse pero era algo que no iba con el cuñao Ledon, él seguía lavando el fregador, que ni platos. Su homónimo el silencioso e impasible no sabía hacer la mitad de los platos, ni ganas. El tiempo de espera de los clientes iba en aumento como el ataque de histeria nerviosa que sufriría Lo Pan descojonándose sin sentido. Su esposa, Xiao Miao voy a dar la teta, se piraba a medio servicio (no creáis que a un ritmo frenético, no. Se movía cual garza contra el viento esquivando los juncos que obstaculizaban su destino inminente de amamantar. Así). ¡Que alguien atienda los pedidos a domicilio! Tras demostrar que tampoco se enteraban de que la gente suele pedir un par de birras con la comida, Ledon raudo como el trueno que es, aprovechaba la oportunidad para salir de aquella catacumba organizativa. Su vuelta nada solucionaría. Las mesas se iban quedando vacías y el primer intento acababa en estrepitoso fracaso. Pocas veces se ha visto en Pesadilla en la cocina tal descoordinación y desorganización que en el Mizuna, anoche.
Al día siguiente Alberto se reunía a solas con Yon, a puntito de coger su fusil y liarse a tiros con sus cuñaos, y le pedía les dijera a ellos qué es lo que necesitaba. Primero con The Cure y luego con Iggy Pop, y sin Pei Pei, en su otro curro, comenzaba un nuevo servicio con Zenge liándola como solo Lo Pan sabe. “Llevamos ya una hora aquí”, le decía una parejita con una sonrisa. Ella un escueto, con sonrisa también, eso sí, “ah, vale”. Su hiper gesticulante esposa, “Miao liado otra vez con los números de las comandas”, no sabía ni por donde se empezaba a contar en ese momento. El nuevo esperpento de servicio seguía a ritmo del más que apropiado “Woo Hoo” de la banda sonora de Kill Bill. Hilarante. Sin duda una matanza de “moscas sin cabeza” la que contemplamos, rematada por un atún que nunca llegaba y por una disculpa (que le honra, también es cierto) de la madre milenaria al comedor. Si veis el vídeo no os perdáis la cara del calvito junto a ella. Alberto no podía más y, en un clarísimo homenaje a C3PO y sus queridos Ewoks, le gesticulaba lentamente a Lo Pan lo que le parecía el sitema organizativo de su hijo: “mierda de grande como un piano”. Pinchad aquí (min 5.45) y luego abajo. Es un claro homenaje. El madrileño lo clava.
(Watchtower) A reformar se ha dicho. Alberto Chicote mostraba a Yon y su familia el lavado de cara absoluto que se habían marcado y, con esta maravilla de temazo de fondo, comprobamos como bajo el manto de Lo Pan se hallaba una madre realmente preocupada por su hijo y AGRADECIDA a “Budha y Chicotel”. De 152 platos iniciales, se dejó la carta en 29, presentados por el clásico de Alphaville. Una cocina más que reconocida por todos los que se han sentado a la mesa del chef. No recordaba los apretones de hambruna que entran a estas horas cuando llega este momento del programa. Con otro clasicazo, “Japanese Boy“, la familia se deleitaba ante nuestros apretones de tripas.
Apertura de Cold Play y Rihanna, con menos ánimos que Greedo en las tomas falsas, con Ledon sin saber aún que las alitas se freían y confundiendo hortalizas con sushi en sala. Una comensal ilustrada le soltaba un “demoran” a la mujer de Yon, la misma que no entendía los números. “¡Pero cocinad más de una cosa a la vez!”, se desesperaba Alberto. Los platos fríos de nuevo y Pei Pei que se marcaba otro “me pilo”. Chicote flipaba y Yon salía corriendo en su busca pidiendo una ayuda que le iba a ser imposible conseguir. Pero entonces salía el samurai que lleva dentro ( You! Me! Dancing!) y, márcándose una arenga digna de blockbuster, conseguía sacar lo mejor de los cuñaos imperturbables y la implicación hasta de su madre para finalizar (tampoco tirando cohetes chinos) el servicio.
Alberto se despedía de una familia, sin duda agradecida, recibiendo el regalo de una estatua de su pueblo, de la Edad Barroca marismeña de China y con la “segunda sonrisa en una semana” del Chinese Bob el silencioso. A Ledon el Trueno se le veía aliviado. Alberto les deseaba de corazón buena suerte y organización. Ojalá le vaya bien a Yon, la buena y currante gente siempre tiene que salir adelante. ¡Suerte!
“El éxito nace del fracaso” (Lo Pan)
“El fracaso es la madre del éxito” (Yon cogió su fusil)
Y nosotros habíamos disfrutado, no solo del estrenazo y vuelta de Pesadilla en la cocina, sino de escasos cortes publicitarios que nos hicieron estar pegaditos sin pestañear como hacía mucho tiempo no lo hacíamos. ¡Y que así siga! Títulos de crédito con The Killers y fin de esta primera entrega de la sexta temporada. Ganas de más, mucho más. Y, a pesar de que han suprimido el avance del próximo, me quedé un ratico más viendo el #PesadillaEle del gran Puma de los Canales, Fermín.
Hoy, cameo de lujo de Arturo González-Campos para despedir esta #gilicrónica.
(cartel: @scientist_pi)
@disparatedeJavi