A Córdoba viajaba esta semana Alberto Chicote y Pesadilla en la cocina a ejercer una labor de auténtico detective para lograr conocer la verdad de lo que en “El Rosal” sucedía. Alto nivel de decibelios y mentiras anoche en #PesadillaRosal. ¿Era el marido con su rabo de toro duro en la barra el culpable del desastre? ¿O era la mujer y su conejo entero en cocinas la responsable de la histeria que reinaba en ese pequeño edén? Aquí, la #gilicrónica.
Se nos presentaba a los sospechosos de este nuevo caso: Mari Carmen, dueña, cocinera, multiusos y soprano. Su marido, Pedro, “pá servirle”, “la voz cantante” que no se escuchó en toda la noche. Su hija Mari Jr, que trabajaba allí porque no le quedaba otra. Unos pocos gritos, unas versiones contradictorias y unos “huevos de Mahoma” terminaban la exposición de los antecedentes criminales del personal de “El Rosal”. ¿El problema del restaurante? “Mi mué” … “Mi marido”. A mi me pareció que todo allí era el problema. Pedro trabajaba en la construcción y con la crisis engrosó la lista interminable de gente que piensa que montar un restaurante (y que vaya bien) lo hace cualquiera. ¡Chupito! Con la casa embargada y viviendo en la planta de arriba del negocio terminaban los primeros cameos y declaraciones. Sierra cordobesa, levantamiento del cadáver. Llega el inspector (“Love comes around“).
“El Rosal“, rodeado de claveles. Indicio número uno. Alberto conocía a Mari Carmen. Dos años abiertos con un salón enorme para las 5 personas que cohabitaban durante el servicio. Insultos de un marido nervioso, decía. “¿Pero aquí quien manda, tú o él?”. Su declaración jurada dejaba claro que Pedro era el culpable de la desorganización escandalosa que aceleraba la descomposición del semi muerto. Mónica, la camarera y única implicada libre de sospecha y con un declinar suave, servía la comanda al chef que, por otro lado, pedía la más extensa que recuerde en Pesadilla en la cocina. Imagino que atraído por lo que parecía ser comida casera 100%. Casi.
“Un poquito de conejito de monte”, venado en salsa, EL flamenquín del Whatsapp, carrillada, carne con tomate, rabo de toro y flan. ¡Casi ná! Antes de enviar la lista a cocinas, la camarera paciente cantaba ante nuestro inspector. Pedro ni estaba todo el día en el local como decía ni sabía de organización. También olvidó decirnos que se iba a dar unos paseitos por la sierra cordobesa cuando le apetecía. El primer plato servido eran un emparedado de patatas con venado, “mejorable pero solo un poco”. Eso sí, ojito al tamaño de las raciones que allí se servían. Pero el arma homicida principal de la noche sería el “boomerang de Córdoba”. Hay que quitarse el sombrero con la capacidad de acción/reacción de Alberto. A cualquier mente sucia que estuviera viendo el programa de anoche le vino a la mente meses y meses de grupos de Whatsapp y cientos de gifs borrados. ¡Qué disparate! Si a Peter Jackson le hubiese dado por mostrarnos el lado carnal del troll de Moria, hubiésemos visto de dónde sacaron el molde del flamenquín en “El Rosal”. No era de extrañar que quedara un poquito crudo, calentito pero crudo. Que se me va … vuelvo. Seguían llegando platos con más y más patatas fritas (caseras, ¡ojo!). Un auténtico infierno de hidratos sobre cualquier cosa que desfilara sobre el mantel. Mientras tanto, Mari “qué más” Jr, mantenía su versión sobre la falta de comunicación familiar alineándose del lado del principal sospechoso hasta ese momento. “Rabo duro”, “flamenquín crudito” y “un conejo entero”, al ajillo, caldosete y rico. Puedo escuchar vuestras risitas de anoche. El primer cadáver, a los postres: un flan que no era flan sino una crema catalana “sin cuajá” y “de polvos” que le dio por innovar a Mari Carmen. Manda fritura que en un sitio donde invierten tanto tiempo en producto y cocina se desmarquen con un remate industrial. Primer informe sobre la mesa de nuestro querido Clouseau: el principal problema no era la comida servida.
La inspección de la cocina iba a reafirmar las primeras conclusiones. Bien limpita y organizada por MC y su compinche, Ramona la gritona. Alberto iba a someter a una autentica encerrona a Pedro a ver si así cantaba como Joselito sobre su verdadera ocupación en el restaurante. La mirada inquisitiva de las cuatro féminas para enmarcar. Lo que viene siendo dejarle con la panza sudorosa y su cinturón-cuerda al aire. El “apañaba” los guisos por la mañanita y a su barra. Alberto mareado del timbre agradable de Ramona y viendo que allí no iba a obtener indicio limpio alguno, giraba su dedito índice en plan “aquí os quedáis, luego vuelvo”.
¡Al servicio! (The Black Keys, “Gold on the ceiling”) Apunte, la brasa apagada en beneficio de la plancha. Mal empezábamos. El sistema de comandas ni siquiera lo entendería un duende de Gringotts. Asín, imposible. Ramona saltaba cual raspallón sobre aceite hirviendo para seguir con su pliego de cargos sobre su jefe y su ineptitud organizativa. Un brain storming de academia se producía entre Alberto y las implicadas, lo que recalentaba el riego de Mari Jr mandando a su padre a la barra por no enviarlo a una sodomización rapidita. “Un museo de la comanda”, indicio razonable anotado. Segundos que se servían antes que entrantes. Platos a mesas que no correspondían. “¡Cristo pichichi!”. Como nos sugería la pista de la plancha, la carne salía a sala congelada, cruda, fría … las brasas desaparecidas. ¡Una brasa en un restaurante es un tesoro! Pero ojo, el problema no era acordarse de descongelarla, era no haber repuesto el micro para darle un proceso más práctico. ¡Llévame pronto Comisionado Dreyfus! ¿Y los dos secretos?, se atrevía a preguntar Pedro a su mujer. ¡A la calle! recibía por respuesta y él, orejas gachas, obedecía. Insultos y deseos de viajes coprofágicos era lo siguiente. “Podéis dar un Máster de como desorganizar un restaurante en 10 minutos”. Fin de la primera ronda de cameos entre sospechosos. Ni saber, ni querer. Ardua labor la de Chicote anoche. El cartelito de Frigo en la puerta no ayudaba.
Antes del segundo servicio se reuniría con el matrimonio para saber un poco más. Lo que se reafirmaba era lo esperado: un matrimonio abocado a buscarse la vida y que piensa que un restaurante lo monta cualquiera. No hay más preguntas, Señoría. Que lo primero que pienses al levantarte por la mañana y sentarte en la taza a miccionar sea que tu vida es una mierda es el punto de no retorno. MC culpaba a su marido por haberles metido en semejante pesadilla. Drama familiar bien maceradito el de anoche.
A ritmo y paso de la marcha del Río Kwai, Alberto les iba a dar antes unas clases básicas de organización. Lo primero, saber la correcta numeración de las mesas. Tema inspirador para ello. Segunda lección, cómo redactar una comanda. Ver a Alberto con un flamenquín en la mano, una visión a olvidar. Huevos fritos en aceite frío. Un pollo troceado a base de machetazos que “siempre sale así”. A MC le subía la temperatura del venado que llevaba dentro con las mentiras de su marido y ya no le bajaría. Ramona, empática ella, cogía el mando de la serenata a berridos que sería el servicio. Todos se unieron a ella. Su miradita a la hija de los dueños bien le empuja a entrar en el univero de villanas de PECómics. ¡Lo calentáis ustedes con los cojones! Explotaba MC confesando al chef no poder más con las mentiras de su maridito que se iba de bares por las noches. Su hija, tampoco se libraba del recargo. Dos meses llevaban sin hablarse. Aparecía su esposo y se liaba la de dios. Cortes de manga, reproches y “llévalo tú” con tu forro. El inspector ya no sabía qué creer. “Sois todos más falsos que un duro de madera”, sentenciaba sudando … sangre, más pendientes de echarle la culpa al de al lado que en tirar pá lante. Interrogatorios sin respuestas pero sí con reproches. “Aquí lo que hay es un restaurante que se va a tomar por culo y vosotros detrás”.
Reunión familiar, sin Ramona la gritona (muy de agradecer). Nos enterábamos que había otros hermanos zánganos que no echaban un cable a la familia. Que no cobraba. Que un traductor de Google habría venido bien. ¿Qué es dialogar?, les preguntaba el de Carabanchel. ¿Y escuchar? (“In un´altra vita”, Ludovico Einaudi) Y mientras ellos parecían irse convencidos de que el respeto y la comunicación son pilares fundamentales no solo en un negocio sino en cualquier relación familiar o no, el equipo de reforma hacía su trabajo pinchándose a Camarón de la Isla. Coldplay (“Shiver”) nos presentaba el lavado de antecedentes y Mecano los acompañaba al subir el telón del nuevo “El Rosal”. Batería de cocina y cuchillería nueva y una nueva carta que me hizo rasgarme las papilas, sobre todo, ese arroz con conejo de monte. El último que me comí adolecía de precisamente eso, monte, por todos sitios. Y parecía que estaba como yo lo degustaba en mi sofá. (Radiohead)
Preparados, limpitos y sin polos rosas sudorosos para el último servicio. Actitud parecían tener. A Pedro le asignaban ayudar en cocina pero al menor despiste volvía a pasear de aquí a allá en su querida barra, con sus trapitos. Alberto lo traía de vuelta a empujoncitos por no tirarle de la barba como a un ñu. Y, a pesar de errores en cocina con un bacalao que nunca quiso vivir en Córdoba y, como hemos visto en numerosas ocasiones en Pesadilla en la cocina, Mari Carmen cogió al flamenquín por su rebozado y puso orden en casa sacando el servicio haciendo sonreir a Alberto de satisfacción. El programa le homenajeó con su tema. “Esto es para enmarcarlo, la primera vez que Pedro hace caso a Mari Carmen”. Listo para sentencia, Señoría.
Un nuevo caso cerrado por nuestro inspector culinario preferido. Duro pero con final satisfactorio. El restaurante sigue abierto. Mola ver a gente que se toma en serio la maravillosa oportunidad que te da Pesadilla en la cocina no a ésos jetas que vemos desfilar 2 ó 3 veces por temporada y cuyo fin y objetivos ya sabemos cuáles son. Gustico ver sonreir a la gente tras esfuerzo y trabajo bien hecho. Una sonrisa de agradecimiento bien vale un programa. “El Chicote ha salvado É Rosá y parte de mi familia”. Selfie incluido. Despedida con un tema más que acorde a lo que era antes el lugar, Dirty Paws, “of Monsters and men“. Voy a hacerme una Playlist.
¡Hasta la semana que viene!
(cartel by @scientist_pi)
@disparatedeJavi