La nostalgia siempre es una piedra en la mochila del disfrutón. Es una peligrosa compañera de viaje a la hora de aposentar las nalgas en butaca o sofá para ver precuelas, secuelas, reboots, … Netflix estrenaba hace unos días El camino, la historia de Jesse Pinkman tras el perfecto desenlace de una de esas series que han pasado a la historia de la televisión. Aquí, la #gilicrónica.
Tal vez hubiese sido mejor dejar en el recuerdo e imaginación de cada uno lo que sucede, para el que suscribe, al verdadero protagonista de Breaking Bad tras ese maravilloso capítulo final. Pero era muy difícil resistirse a narrarlo. Una tentación demasiado fuerte.
¿El resultado? 2 horas en las que continuamente esperamos algo más sin saber realmente qué es lo que deseamos. Al menos ésa ha sido mi sensación. La inicial de “joder, vuelve Jesse” da paso a “vale ¿y?” para, acto seguido y hasta el final, empezar a preguntarme si realmente quería que alguien me contara esta historia.
Con unos días de reflexión en la retina no puedo negar que haya disfrutado con su visionado. Es mejor separar química de física para ello. Hay que dejar colgado el traje de “cocinar” en la taquilla que ya se cerró y ver El camino como lo que es, un episodio extra, Necesario o no, pero un episodio más, El epitafio que merecía Jesse Pinkman. Da igual que contente o no pero este personaje merecía algo más. Tener la última palabra. Tenerla.
@disparatedeJavi