Como buen adicto reconocido desde bien pequeñito a la Factoría Marvel, todo producto que se lance en cualquier plataforma entra por mis retinas, unas con más esfuerzo que ilusión. Ése es mi caso con Jessica Jones de Netflix. Aquí, una breve #gilicrónica del por qué.
He de admitir que la fémina nunca estuvo entre mis usuales viñetas de lectura cuando el acné era una de mis principales preocupaciones. Mi tiempo e imaginación los invertía en otros personajes paridos por Stan Lee. Pero, hoy día, resulta estúpido renunciar a la oportunidad que esta sobredosis bienvenida de superheróes nos brinda a los que seguimos gastando dinero en este “nuevo arte”. Y por ello fue que, cuando la plataforma que más ha apostado por ellos estrenó su primera temporada, corrí raudo y veloz a aposentar mis nalgas en el sofá y conocer algo más de la historia de esta alcohólica detective. De aquella primera entrega poco salvé, más bien, lo mismo que de esta segunda: a ella, solo a ella. Tal vez también a Carrie-Anne Moss, aunque posiblemente más por nostalgia que otra cosa. Tanto el malvado Kilgrave, como su inseparable Trish me parecieron un bourbon difícil de digerir.
El argumento de esta segunda temporada se centra en la búsqueda de los orígenes de sus poderes, algo que suele ser habitual en las primeras dosis del superhéroe en cuestión pero que en Jessica Jones se decidió invertir orden. Y he decir que pareció funcionarme los primeros episodios tras dejar atrás el lastre del nefasto “Hombre Púrpura”. Sus queridos Patsy y Malcom me siguen pareciendo rémoras que lastran el verdadero potencial que la castigada heroína tiene. Ellos, encajados con calzador en la historia, hacen que episodio a episodio (aún no entiendo el alargar dos más este segundo tomo) se vaya diluyendo el interés germinado en los 3-4 primeros. Tampoco perdono el falso cameo de Nuke. La supuesta aparición de Hellcat no es sinónimo de apetencia de 3T.
Todo queda reducido a una historia materno filial que cansa, desespera, aburre … repeticiones innecesarias y actuaciones que agotan al espectador de sillón. Sin duda es lo que han vuelto a conseguir con el que os maltrata en este texto. Netflix nos ha regalado a los fans de Marvel la oportunidad de disfrutar de personajes a los que no veríamos en la gran pantalla debido a todo ese rollo de licencias peleadas entre compañías pero, en ocasiones, un regalo más bien envenenado. Solo Dare Devil ha conseguido mantener un nivel y tampoco por el poder atrayente de su Matt Murdock, sino por sus enemigos de temporada, Fisk o Castle, cuya The Punisher ha sido lo mejor hasta la fecha. Luke Cage, Iron Fist o la indecente The Defenders son un peligro para la supervivencia de esta nueva ventanita que tantos hemos deseado. (¡Ojito con los que hayáis empezado a ver Krypton!).
En una época en que se acercan grandes estrenos como The Alienist (19 abril, Netflix) o West World 2T y The Handmaid´s Tale (23 y 25 abril, HBO) perder el tiempo con nuevas oportunidades a Jessica Jones resulta, cuanto menos, díscolo.
@disparatedeJavi