… hacen que esta ciudad nunca termine de arrancar o se desmarque al fin de su “caspa cutre”. Sí, soy murciano y así lo afirmo y os aseguro que no soy el único que piensa de este modo. Y me jode. Anoche, sin ir más lejos, en lo que se suponía era un homenaje a una figura más que reconocida de nuestra gastronomía, don Raimundo González, pude comprobar de primera mano ese “quiero y no llego” que tanto se me atraganta en los “grandes” eventos que en Murcia se organizan.
Celebrado en los salones de la “Casa de la Luz” (sin aparcamiento habilitado) los invitados iban llegando. En el patio exterior se servía jamón, queso y bebida. También se encontraba allí una mini food truck RinRan aunque no entendí muy bien el concepto de querer promocionar algo sirviendo una pipirrana en un “pan bollo mazapán”. No sé, seré raro, pero entiendo que si te presentas en un sitio para enganchar a la gente, qué menos que preparar tu mejor anzuelo y no un bocado que terminaba dando vueltas sin cesar en la boca hasta conseguir algo líquido con lo que pasarlo a desintegración estomacal. Francamente, me sorprendió y no para bien. Pero ésta fue la tónica general a lo largo de la noche respecto a los platos que pude probar.
Tras el tiempo necesario para que el resto de asistentes hiciera aparición, pasamos al interior del salón donde María Dolores Baró, presentadora de la “gala”, tuvo que soportar estoicamente los gritos, murmullos, carcajadas y, en definitiva, mala educación de un gran número de asistentes que parecía no saber o querer enterarse por qué estaban allí realmente. Dio paso al discurso de Rodrigo Borrega, presidente de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia, quien, viendo este espectáculo de mala educación, mandó varios recaditos. Pero claro, si no escuchas, tampoco te das por aludido. Ése fue el entorno sonoro en el que don Raimundo tuvo que escuchar su homenaje lingüístico porque, otro, a mi entender, no tuvo.
Salí para tomar algo de aire y prepararme para la cata de los platos que integraban la parte de “homenaje gastronómico”. Tampoco asistí a él. Más bien lo contrario. Lo que pudimos ver los allí presentes fue una horda de gente atrincherada en las puertas de la cocina esperando a que los camareros sacaran las bandejas para abalanzarse sobre ellas como si no fueran a ingerir alimento alguno en días. 17 bocados. 17 tapas que debería haber probado. Solo 7 llegaron al alcance de mis falanges. Lo que debía ser uno de esos raticos para disfrutar se convirtió en un “tonto el último” bastante lamentable. No voy ni quiero entrar en detalle de lo que mi gaznate sintió al probarlos ni especificaré cuál de los siete me gustó menos. No sería justo. La cocina “a granel” tiene inconvenientes y hay que estar preparado para esquivarlos. Lo cierto y verdad es que las mesas se veían repletas de tapas sin acabar y casi ni tocar. Signo más que demostrativo de si lo servido estuvo al nivel esperado o no. No lo digo yo.
En definitiva, fue un buen momento para disfrutar con buena gente de la que siempre se aprende, reir, saludar a otros tantos y conocer al fin en persona “cuentas pendientes” y afianzar promesas a ejecutar en breve. Lo mejor sin duda. Y el jamón. Siento si alguien se da por aludido. Siempre he dicho y diré que no me considero, ni pretendo, ni quiero que me tengan por “crítico”. Prefiero lo de “contador de verdades” y la única verdad anoche fue que se necesita mucho, pero mucho más para que esta ciudad evolucione en todos los sentidos. Una gran desilusión la de anoche. Eso es todo.
@disparatedeJavi
Hola muy buenas podemos hablar de muchas cosas sobre la cena y la organización pero solamente decirte que si dejaste el coche muy lejos del aparcamiento que tiene la Casa de la Luz
Hola, pues si estaba habilitado, no fue ésa la información que nos llegó.
Sí, como dices, podríamos hablar de muchas cosas y puntos de vista, pero créeme si te digo que no fui el único (ni son pocos los que opinan así) que vio todo lo que aquí cuento. Mi intención no es ofender a nadie, al contrario. Es contar lo que allí se vio y que sirva para que entre todos podamos dar un empujón de calidad a la gastronomía murciana y aprender de los errores, empezando por los propios asistentes.
Estamos ya cansados de ver siempre lo más casposo de la cocina murciana , faltan nuevas caras y no los mismos personajes de siempre de bigote y ojos grandes.
El problema no es ver siempre a los mismos, creo yo.
El problema es que esos mismos no dejen paso a la cantidad de gente joven y con muchísimo talento que hay. y que se fusionen las dos vertientes … Que siempre se oigan los mismos nombres … a la sartén y al papel … NO!
Que haya que pasar por un “aro” para ser parte de la cocina murciana … es de otro siglo!
Los dioses para el Olimpo … Los murcianos siempre nos hemos caracterizado por ser algo cerriles a la hora de “cambiar o avanzar” … pues eso es justo lo que hay que zanjar ya!!!