Puerto de la Carrasqueta y para arriba. Alberto Chicote no imaginaba lo que se iba a encontrar en su primera visita a Alcoy. Una hamburguesería ideada en plan custo-gourmet y que había decaído tanto como la educación de sus empleados. Su propietaria, Clara, desesperada por ver el escaso o nulo apoyo que recibe de su compañero de alcoba (Juan) y en absoluta crisis con la cuenta de resultados tatuada en su memoria, junto con una crew que parece salida de un reformatorio, harán que el Chef se plantee en más de una ocasión coger carretera y puerto y vuelta a nivel del mar. Con poco más de un año de vida el concepto “high quality” se perdió en el cajón de la poca vergüenza del equipo de cocina.
Clara montó el negocio por la “ilusión de tener algo suyo“, negocio que, según una de las personas más lamentables que hemos podido ver en pantalla, su marido el diseñador gráfico de flyers, había sido idea suya pero creía que “le había quedado grande” a su chica porque, eso sí, él de hostelería ni puta idea, pero de “lógica”, sobradito. Conocíamos a Miguel y Nicoleta, un auténtico cáncer en cocina. El primero se definía como “qué bueno soy, soy lo mejor de aquí” y “tengo una cocina perfecta” mientras que, su chica la insolente extrema, dejaba claro que el negocio sería de Clara, pero la cocina era de la parejita. Convertida en “taberna de 3ª categoría“, la propia dueña nos confesaba que sentía vergüenza por todo lo que allí se veía. ¡Menudo panorama!
“Cuesta para arriba, cuesta para abajo” (¡porque mira que las que hay en Alcoy!) y con “Another brick in the wall” (mensaje subliminal acertadísimo) Alberto iba directamente al campus Universitario a recopilar info de los clientes más habituales de una hamburguesería. Las expectativas no podían ser más lamentables. Así que, manos a la obra, llegaba a la puerta del local y la primera cuestión sobre la que fijaba su vista el Chef era el precio de lo que allí se servía: “montaditos a 1 euro“, lo que hacía preguntarse que con esa carta tan asequible qué sería lo que sucedería realmente. Enseguida lo veríamos. Mientras que se presentaba a la propietaria, hacía su primera esperpéntica y “hostiable” aparición “Michelangelo, el tío bueno, tío guapo“. La sangre empezaba a manar de la frente del madrileño. De la mía, también. Unos carteles con productos que ya no se servían, precios no actualizados y una carta “flyer” diseñada por el ingeniero de su marido, hacían que Clara se pusiera ya en guardia. Mal comienzo. Mala actitud: “Pá pedir, sobra“, respondía a Chicote. En un segundo plano, aparecía Chiti, la madre adoptiva de la propietaria y cuya cara de resignación constituía ya una indubitada evidencia de que “algo se mascaba”.
Echando un ojo a la CARTA, y con la advertencia de @weezermij, director del programa anoche en Twitter, nos preparábamos para “una de las peores catas” a las que ha tenido que enfrentarse Alberto: de primeras, intentaba que Sergio, “el camarero disperso”, le recomenadara qué no podía perderse de la comida y le rogaba que pensara en él como su padre. La respuesta no pudo ser más aclaratoria: “puuuuuueeeees … (silencio) …. las hamburguesas“. “¿De lo demás, nada?“, se extrañaba el Chef, pero el amigo en su paseo espacial asentía. Unas patatas fritas (congeladas, cómo no) con mozarella y bacon que resultaban ser un “plastón” empujaban al de Carabanchel a pedir un cubo de basura cercano donde ir tirando todo lo que le servían. Javier, el supuesto camarero jefe, se acercaba y preguntaba qué tal iba la cosa y nos aclaraba que todo lo que se veía en la mesa procedía de “una bolsa u otra“. ¡Ahí estamos, calidad ante todo! Como era de esperar, las primeras críticas no sentaban muy bien al personal. Clara mostraba una actitud chulesca y altanera (“si no te gusta, pues nada“), secundada por la bocaza de su “cocinero”: “aquí nadie se ha quejado nunca, me devuelven los platos vacíos” … ¡Evidentemente por vergüenza y educación de tus vecinos! Y aparecía la excusa tantas veces escuchadas no en el programa, en este país: “la gente, que es rara“. No words.
La inspección de la cocina pocas sorpresas nos iba a dejar. Grasa, cartones por el suelo tapando las fugas de tuberías, excusas y vaciles a mansalva de “la parejita de guapos” y todos “descojonaos”, incluido propietaria, hacían inflamarse antes de tiempo la vena al Chef. “Te lo digo en 2 ó 3 palabras?“, todo un clásico ya … “una puta mierda” era la comida que allí se servía. ¡Pero ojo! Que no había un solo fuego en la cocina, solo plancha y freidoras de pringue y Clara seguía echando balones fuera, eso sí, con un tono nada conciliador ni agradecido. Alberto les dejaba claro que no le iban a engañar con el tema “limpieza Xpress”, ésa que casi todos hacen antes de que llegue el equipo pero muy pocos realizan a fondo. Siempre hay restos: “pero muchacho, cómo no voy a limpiar, paso todos los días la bayeta“, alegaba el impresentable “Miguelito”. Con dos cojones. Las explicaciones a la basura de producto, cocina y servicio se reducían a que como no había dinero no podían invertir en calidad del negocio. Chicote les decía que vale, que si el problema para ellos era el “cash”, a la noche les traería a gente … a ver entonces cómo funcionaban: “no sé si siento asco o frustración, pero ahora sé lo que significa tener más moral que el alcoyano … pero el que pretenda venir a comer bien aquí“.
Comenzaba el SERVICIO y no podía hacerlo peor: sin tener barril que pinchar, la cerveza se servía de litros porque no había dinero para pagar a los proveedores del zumo de cebada. Los nuggets de pollo congelados, una vez más, porque no había efectivo para “comprar una pechuguita de pollo y empanarlos como Tutatis provee“. Unas hamburguesas con una mala pinta de flipar pero que solo nuestras retinas visualizábamos. “Mike ojos azules” no, pero sí se daba cuenta de que se le caía un filete al suelo ante Alberto y se iba directamente a echarle un chorro de agua con la intención de cocinarlo. Le salvó que estaba allí Clara, si no, seguro que con Chicote o no, la carne acaba en la parrilla. Pedidos devueltos y a la basura sin pestañear. Parecía importarle una grandísima mierda. Eso me poneeeee … “pues si no le gusta, que no se lo coma“, decía. El insultante prepara congelados salía a fumar y la jefa nos deleitaba, de nuevo, con su actitud pueril de mando hasta que el ayer William Foster empezaba a desear tener algo contundente a mano. Un vacile tras otro, unas risas, una chulería y una jefa que terminaba corriendo a buscar nicotina para “relajarse”. Los invitados/clientes salían “tarifando” de allí.
Decidía entonces reunirse a solas con ella para intentar entender a qué coño venía esa actitud. Si no quieren ayuda, que no la pidan y, si no están dispuestos a aprovechar su oportunidad, menos aún. “Normalmente me hago una idea al poco de llegar, pero hoy …“, se declaraba desesperado. Entonces ella cantaba como un gorrión y confesaba estar en la ruina más absoluta y tener un marido solo en papel oficial que, no solo no ayudaba, sino que era su puto “Pepito Grillo” particular metiendo el dedo en el ojo continuamente: “pensaba que esto iba a ser sencillo“, otro clásico. Así pues, tocaba visita para conocer la perspectiva del “diseña flyers de papel higiénico”: “soy el que compra el pan todos los días” (eso sí es una labor eh!) y también decía ser el encargado del “I+D en montaditos” (¿Sería él entonces quién bautizó el “Nacho Vidal”?). Vamos que, según él, brindaba todo el apoyo a su mujer y pringaba como el que más, solo que no podía “desatender a sus clientes”. Pero lo más heavy no era su inexistente amor por su mujer, no … ¡¡¡lo peor es que dijo que le “cobraba solo los costes” por hacer esas cartas de parabrisas de coche!!! Su concepto de “apoyo” eran unas palmaditas en la espalda. Me gustaría saber qué entiende él por “CRETINO“. Alberto no se iba a quedar con las ganas y se lo dejaba claro: “te jode que te diga que eres parte del problema, esperabas que viniera a darte la razón, solo eso“. Su respuesta, ¡¡¡sonreir!!! Se despedía pidiéndole que se pensara lo que le había pedido y el figura tenía claro que pasaría de todo, por mucho que más tarde intentara maquillarlo. “Yo lo dejaba delante de cámara!“, decía mi chica.
De reunión con todo el equipo, Chicote les decía que lo que allí veía era “toda una farsa” y le aclaraba conceptos a Miguel “no te equivoques, no estoy aquí para enseñarte, sino para que el negocio funcione“. ¡Zás! Pedía a la pareja de graciosos que saliera de la cocina y enseñaba a Clara cómo montar una brocheta de pollo y verduras. “¿A mi?”, se sorprendía ella … “Claro, si conoces, puedes exigir” (tomen nota). Los dos “montacongelados” (me niego a seguir llamándolos cocineros) seguían en su línea: “tontolhaba“, espetaba el “guapo” y ambos reían. Una vez más veíamos la poca disciplina que impartía la dueña ante el flipe del Chef: “si no quieres acabar en disgusto es mejor callarse la boca cuando se ponen así” … Todo preparado para el servicio de noche en el que se vendería la creación, intentando motivarles con la creación del hagstag #retohamburguesia por el programa para que todo comensal le diera a la tecla plasmando sus impresiones y así demostrarle a Clara que no todo el mundo está loco: “nos van a dar por todos lados“, se temía.
¡Sorpresa! Aparecía el maridito de la palmada a la espalda. Y todo comenzaba de nuevo del peor modo posible. Se tomaba nota de las bebidas y la cerveza estaba más caliente que las pelotas de un dragón. Pero claro, ¿para qué mirarse el ombligo? Mejor echarle la culpa a los demás. Mejor dicho, ¡al programa! Clara insinuaba, por no decir acusaba abiertamente, que el programa había desenchufado la cámara frigorífica lo que hacía ya mosquearse al Chef. Olvidaba la perdida dueña que 2 horas antes había “saltado el automático” y nadie había caído en revisar el funcionamiento de todos los electrodomésticos. Chicote daba consejos aquí y allá y lo único que recibía era el vacile tras vacile: “por supuesto caballero, el Nacho Vidal lo tiene delante, soy un tío majo” … Todos deseábamos ver al de recursos humanos con un sobre bajo el brazo. Ante la inexistente reacción de la dueña, Alberto leía la retahíla de “tuits” rajando del servicio y ella se mostraba muy dispuesta a poner “orden en casa”. La dupla de impertinentes hacía el resto con su inútil educación hasta que estallaba en crisis, llantos, gritos y hasta un empujón recibía el de Carabanchel por parte del hobbit rabioso femenino que por allí pululaba: “pues me voy“, decía orgullosa, “a ver si es verdad“, deseábamos todos.
La presión sanguínea iba en aumento acompañada del “Uruk Hai Theme“. Juan, viendo la que se les venía encima, quería huir a su estudio de … “diseño” y Chicote se lo dejaba claro: para lo que haces, mejor quédate ahí pegadito a la pared: “Clara no ha comprado nada“, seguía echando mierda a su pareja. Pero el momento de máxima tensión iba a llegar cuando el ingeniero retomaba la teoría conspiratoria: “a mi no me toques los cojones Chicote, eso es lo que tienes que decir, pero eso lo ha apagado alguien” y, tras defender el Chef el honor del equipo, recibía por contestación un “¿estás gilipollas o qué?” lo que terminaba de encenderlo “Vámonos de aquí! Qué hacemos aquí? Para qué?“, desesperado. Lo mismo pensábamos. Sale cortando y ella marcha tras él para rogarle una oportunidad y cuando éste le pedía “una sola razón“, ella le mentaba a sus hijos. Pero Juanito el cretino intrépido no se había quedado contento con el desplante sufrido minutos antes y llegaba para meter aún más mierda: “no seas cínico! que tú mañana te piras!” y diversos improperios que decantaron finalmente al programa y a la interesada por ignorar a semejante especímen de egocentrismo y egoísmo recalcitrante.
Para recuperar la autoestima y tras un breve encuentro madre-hija-Jedi (“puede esconderse, pero no perderse”), acudían a una psicóloga para intentar despertar a Clara. Tres preguntas que te limitan, le pedía la profesional: mis hijos que no me dejan estar a full en el trabajo porque no tengo dinero para que los cuiden (y la madre?), mi marido, sobraban explicaciones ya al respecto, y el personal que le provocaba absoluta frustración (también tiene fácil solución). El nacimiento de sus hijos era el recuerdo que le insuflaba más orgullo. El punto de partida. Mientras tanto, una nueva REFORMAZA con cambio de nombre incluido (ahora “La Broqueta“) nos mostraba a una emocionada Clara. El resto parecían momias. Menudo falta de emotividad e ilusión. No podía faltar la nueva CARTA que nos hiciera salivar. Debo empezar a cenar más contundente si no quiero auto flagelarme cuando llegan estos minutos. “Esto lo hacemos por ti, únicamente por ti“, le repetía Alberto.
Una novedad deseada para el ÚLTIMO SERVICIO. El equipo de cocina lo iba a poner el programa y no iban a contar con la parejita del Este. Hacía su aparición @fanialoniz y Damaris, lo que no sentaba muy bien a los hasta entonces déspotas de la grasa. Mejor. La madre comprobaba el cambio, por no decir, metamorfosis del lugar y ambas eran las únicas que mostraban verdadero agradecimiento al Chef. Con dos profesionales en la cocina comenzaban a llegar clientes y comandas y asistíamos al momento “2001”. Javier se cortocircuitaba al recibir a cuatro amigos y, de primeras, quería separarlos en dos mesas de dos. Chicote se controlaba para no gritar: “Merluzo!”. Fani en la cocina ponía orden “no me toquéis los platos“, jajajaja. Integrantes de la plantilla del Alcoiano también hacían su aparición y Alberto le recordaba a Clara cómo ser jefa: “habla, pide, exige” mientras que los comentarios en redes sociales mejoraban la anterior aventura streaming. Pero tenía que aparecer Juan. Menuda emoción al ver la reforma. La misma que un trapo. Venía a disculparse (decía) y Chicote tuvo que hacer “de tripas corazón” para “sí, sí, venga, vale, hala, corre!”
Finalizaba felizmente el servicio y Clara decía haberle pedido a Damaris que se quedara con ella, PERO también admitió querer recibir de nuevo a Miguel y Nicoleta “aunque en otro puesto“. ¡Ni con la fregona! “Sé que me esperan cosas buenas“, le mostraba agradecimiento al programa y, en especial, a Alberto. Y con “The mother we share”, Chvrches, se despedía de la “ciudad de las cuestas”: “Ahora conozco la leyenda del Alcoiano: no te rindas nunca“. Nada más terminar el programa corrieron como la pólvora comentarios e imágenes sobre la actualidad del local. Parece ser que no les ha ido tan bien. Una lástima si es cierto. Normalmente suele ser recomendable tirar la basura para poder vivir feliz. Tal vez Clara no cumpliera su “juramento O´Hara” y a los demás, no le “dieran por culo” definitivamente. ¡¡Suerte para ella y sus hijos!!
Highlights … aunque bien podría llamarlos hoy “on Fire moments”:
– Todas las estupideces que salieron de la laringe de Miguel y los improperios de su amada Nicoleta. La admiración hacia el aguante de Jedi de Alberto es absoluta. Por mucha cámara y show que lleve implícito el programa, hay que tener mucho temple en situaciones como ayer.
– “A Sergio le hace falta una transfusión de sangre“, Javier … “Estoy resfriado, me he tomado un medicamento y puede que esté un poco más empanao“, admitía Sergio. “Un poco más?” … jajajaja
– “No puedo hacerle photoshop a las hamburguesas“, decía el figura ante la pinta tan repugnante de lo que había en plancha.
– Momento musical “Uruk Hai” (era para que una orda hubiese arrasado con más de uno allí) y el “2001” …
– Aparición estelar de Fani!
– “Si conoces, puedes exigir” … más de uno debería anotarlo a fuego …
– Las acusaciones de sabotaje que llevaron a Chicote al borde de la compra de armas de destrucción masiva.
– Ver otro ejemplo de que hay mujeres que tienen muchos más genitales que sus “parteners“. ¡Vaya un necio!
– Me quedo por último con el “Zás” de despedida de Alberto a Juan: “siempre la apoyo“, decía el tipo sin pudor. “NO, siempre NO“, y hala, tira que no te quiero ni ver.
A esperar la promo de la semana que viene …
GiliConcept Art by @disparatedeJavi
GiliMontaje Final by @silviacalavera
Pues sí … parece que los “listos” pusieron el cartel de “Se traspasa” al poco de salir el equipo del programa de allí … #marcaEspaña
Me encantó! Creo que este tipo de documentos,debiesen ser expuesto también en los medios masivos para que se aprenda como parte de las metas profesionales de los jóvenes de hoy.
😉 Gracias …
Hej igenJeg bor i Birkerød. Vi kunne mødes her – der eller midt i mellem. Jeg er frisk pÃ¥ det hele. Jeg sender dig lige en mail.KH Rikke