¡A embarcar se ha dicho! Alberto Chicote y el equipo del programa rumbo a Germania en una nueva entrega internacional de Pesadilla en la Cocina. Ya que estaba volando, pues qué mejor momento que dar gusto al personal que solicitaba un “especial comida plastificada”. Con la musiquita de “Misión Imposible” remix 7.5, el Chef pensaba que ya que iban hacia tierras alemanas, qué mejor que catar las salchichas “al curry”, aprovechando para inspeccionar la “cocina” del avión. Me llevé la misma sorpresa que él al comprobar que todo se calentaba en un horno convencional y no un micro exprés. “No están mal” para ser lo que es, fue la conclusión.
A ritmo de todo un clásico viejuno ochentero (Modern Talking, “Brother Louie mix 98”) aterrizaba en Hamburgo, donde conocíamos a Antonio, emigrante de los años 60 que, tras haber currado en mina, astillero y tabacalera, montó un pequeño emporio hostelero llegando a regentar siete restaurantes. Ahora, “diluido como mantequilla en demasiado pan“, desea pasar el resto de sus días abrazado a una jubilación más que merecida dejando todo en manos de su hija, Raquel (mi parecido razonable, aquí) y su yerno, David, también emigrantes forzosos ante la que nos cae en este país. La banda sonora de Amelie de fondo …
Pero ni hija (que decía haber emigrado pensando que su padre quería dejarlo de verdad) ni yerno (“venía para tener libertad, y no tengo ninguna“) dan la talla para seguir manteniendo el legado de su anciano padre, lo que ha hecho que éste delegue y confíe en Víctor, su jefe de sala, algo que ha provocado que sea “peor el remedio que la enfermedad”. Tampoco ayuda mucho el que su hija sea incapaz de darse cuenta del sacrificio de su padre durante años. Una nueva papeleta familiar más que hostelera la que le tocaba enmendar al de Carabanchel. Eso sí, el equipo de cocina, con Gabi y Coralia, se vio desde el inicio que no era el problema pero la “pareja sin sangre” tenía clarísimo que el viejo tenía que dejarlo: “no sé qué tiene que pasar para que eso pase“, decía la hija.
En una primera toma de contacto Antonio le contaba a Alberto (“look Walter Matthau” en “Dos viejos gruñones”) su historia y su preocupación: “me falta el relevo, quiero dejarlo pero ellos ...”. Según el hombre, tanto su hija como su yerno, no “vivían las cosas como él lo hizo“. Con todo, llegaban al restaurante más viejuno de los que podamos haber visto en cuatro ediciones. Realmente horroroso para el siglo XXI. Eso sí, desde el principio vimos cómo un padre puede volverse ciego con sus hijos. Durante el metraje estuvo excusando continuamente a su hija y echando toda la culpa a su yerno. Le faltó la palabra “inútil”, todo hay que decirlo. Alberto tomaba asiento para la CATA atendido por Alba, la gran sorpresa de la noche y el rayo de luz que le guió toda la semana para seguir poniéndole ganas a lo que allí se preveía. La tapicería era digna de “Bate´s Motel”, la carta más larga que una conferencia de Valdano (con más de 120 platos) y totalmente desactualizada: “tienen pijama! el pijama es dios!!“, flipaba el Chef recordando los años 70 y ese postre que tod@ madurit@ ha catado alguna vez.
La comanda consistía en una “papas arrugás con mojo“, que ni eran canarias, ni eran arrugás ni tenían mojo, solo mayonesas de colores y sabores. Unas patatas bravas con una salsa de tomate especiada y sin gracia. Pulpo a la gallega hiper mega recocido, harinilla. Un “escolar” que hacía a Alberto darse cuenta del escaso interés que había despertado en la hija heredera su visita: “esto está bueno“, le decía el primero para que ella le contestara “qué estás comiendo?” … “ah, no lo sabes tú?“, ¡Zás! Muy digna ella corría entonces a cocina a servirle el próximo plato para “que no se pusiera tonto“: lubina. “Entiendo que Antonio esté preocupado“, aseveraba. Pensamiento globalizado en los sofás. Finalizando con una paella valenciana con el arroz en su punto de cocción exacto. Algo fallaba, la comida era “bastante mejorable”, pero no como para pagar y no volver jamás. Mientras tanto David esperaba que Chicote “le viera como un profesional y que le dijera que servía como encargado ya que nadie allí se lo decía“. Apañao ibas. “No soy David Copperfield“, se excusaba por no haber progresado en 3 años. Eso sí, en ese período de tiempo tampoco se había enterado mucho de cuál era el problema de que aquello no fuera como antes.
Llegaba el momento de inspeccionar la cocina y, como imaginaba, no íbamos a asistir a un esperpento de grasa y mierda. La vieja escuela tendrá sus defectos pero muchas virtudes perdidas hoy día, también. Tanto Gabriel como Coralia nos aclaraban que allí, el que sabía y debía dirigir, era Víctor puesto que a los “herederos infames” no les hacía caso ni dios, lo que hacía que Raquel volviera con su cantinela de que el culpable era su padre por no confiar en ella, por no ayudarla, por no respetarla, enseñarla, valorarla … zzzz …. zzz … Siendo así, para el SERVICIO, tendrían la oportunidad de demostrarnos si tenían o no razón. Víctor libraba y todo quedaba en sus manos. Teníamos claro qué sucedería. Con la atenta e incorruptible vigilancia de Antonio y su esposa, María, sentados en una mesa, el caos iba a adueñarse de aquellos viejunos metros cuadrados. Llegaba David vestido para faena y Alberto flipaba con su cambio de look (al presentarse en chandalejo de mercado playero): “como la Metamorfosis de Kafka“, dijo, lo que me sorprendió para ser sinceros porque conozco a muy poca gente que haya tenido los cojones de leerla (me incluyo).
Enseguida comprobaríamos que de organización, nada de nada: “No os dividis el comedor?“, simple verdad? “Siempre lo hacemos“, respondía veloz el, esta vez, encargado. “Y por qué no hoy?“, respondía el Chef … ¡Zás! Out of camera le echaba la culpa a su chica. Todo empezaba a liarse y Antonio era incapaz de aguantar las posaderas en su silla ante el esperpéntico servicio que se estaba dando lo que hacía a su, algún día, yerno alterarse y bloquearse más aún. Un cliente salido del Valhalla se quejaba de llevar más de media hora esperando algo que meterse al gaznate y Alba nos recordaba una vez más que Víctor era “el equilibrio de todo”. Raquel no reaccionaba muy bien a los consejos y críticas de Alberto lo que hacía que éste empezara ya a mosquearse: “me estás llamando mentiroso?” mientras que David echaba la culpa a los demás “por ir cada uno a su bola“. El Chef se despedía de Antonio pidiéndole una reunión al día siguiente con su hija, yerno y él mismo para ver si centraban el problema.
Acudían al “Pavarotti“, primer restaurante propiedad de Antonio y, sentaditos en un rincón, se dejaban las cosas claras, algo que tenían que haber hecho tiempo atrás. Quedaba meridiano (por si hacía falta) que el problema de Bilbo era que no confiaba nada en su hija y menos aún en David, al que nombraba como principal culpable de todo que, rápidamente, saltaba para exponernos que era el propio anciano el que no dejaba de “manejar los hilos“. Reproche va, reproche viene, se decidía que fueran una vez más los encargados del próximo servicio y que Antonio estuviera calladito y sentado a ver cómo se las ingeniaban. Mal asunto. Antes si quiera de empezar, consultaban a Víctor cómo debían organizarse y éste, así se lo cantaba a Chicote: “me han preguntado cómo hacerlo”. Y, en ésas, que aparecía de nuevo el jefe incapaz de tranquilizarse viendo un partido de la Bundesliga en casa. David confundía una y otra vez comandas, Raquel las anotaba mal y sin poner el número de comensales porque “se le olvidaba”. Lo que no se le olvidaba era espetarle a su propio padre “Ay, viejo de mierda“. Todo el pifostio acababa en cocina con una reunión de “trileros” y con Antonio volviendo a pasear por sala de mesa en mesa. “Me siento en blanco“, sudaba David en la barra contemplando la que habían liado en un momento y enfrentándose al suegro por ir de mesa en mesa disculpándose con la clientela y “dejándole con el culo al aire”. Alba, qué pedazo de tía, estallaba: “me sacan todos 20 años y que yo tenga que ser la madura, me toca los cojones! Perdón, pero me los toca!” … No era para menos. Alberto la consolaba y veía en ella una luz a la que aferrarse y le agradecía tantas ganas e ilusión: “menos mal que de vez en cuando me encuentro gente como tú, GRACIAS CARIÑO“.
Una nueva charla con Antonio para explicarle que así, iba a ser imposible. Que no veía a su hija y yerno preparados e ilusionados para llevar su negocio adelante. Pero el padre seguía aferrado a la familia por lo que Alberto se los llevaba nuevamente de excursión, esta vez, al sitio donde curró como albañil para sacarse un extra: “mi vida ha sido currar” … a más de uno nos sonarán estas palabras en boca de nuestros padres. El madrileño comenzaba su charla para hacerles ver que los comienzos del cansado currante no habían sido cómodos y en ésas saltaba Raquel “Coixé” para defenderse diciendo que los suyos tampoco y retomar la cantinela de que todo era culpa de él por no apoyarla, enseñarla, ayudarla … que si prefiere a Víctor … zzz … que había dado la cara por él frente a los cliente por cocineros infames … zzz … Me cansan estos discursos, nena. ¡3 años! ¿¿¿3 años y la culpa de que no sepas ni el número de las mesas es de tu padre??? Sigo que me caliento. Y ojo que asistíamos al que, para mi, ha sido el primer tío con dos cojones que ha decidido quitarse de en medio: David, en un acto que (si sigue igual) le honra, decía que si el problema era él, lo dejaba y así fue. Insisto, si sigue así el tema, olé por él porque no todo el mundo lo hace. Eso sí, habrá que ver a qué se dedica ahora.
Y como es habitual, mientras que Alberto se enfrentaba al momento diván, el equipo terminaba la REFORMAZA a ritmo de las “Valkirias” y esperaba la llegada de los protagonistas. Alba flipaba con el curro que habían hecho en “36 horas?“, mientras que Raquel, en una nueva demostración de escaso riego sanguíneo emocional se limitaba formalmente a un “es bonito, espacioso y moderno” (Future Islands, “A dream of you and me”). Había quedado simplemente espectacular. Como espectacular fue la hambruna que me entró una semana más a “deshoras”, viendo la CARTACA typical spanish hecha a medida para el tipo de local … slurps … Un cortador de jamón en sala (“ninguno de los que hay por aquí, tienen uno”, decía Chicote) confiando en un equipo de cocina que no lo hacían tan mal pero que el primer día suelen ponerse tensos (como es lógico). Víctor se encargaba de organizarlos a todos mientras que Raquel asentía con esa expresividad alarmante que nos mostró ayer: “Qué, os gusta?“, preguntaba a una mesa que, entre risas, le respondían “bueno, sí, pero no hemos comido nada todavía“, jajajajaja … menuda espesura mental!
Aparecía entonces David para interesarse por todo y, a pesar de que parecía la iba a liar metiéndose casi en la cocina, supo de nuevo apartarse y sentarse en una esquina. Víctor vigilaba muy de cerca a Raquel y de vez en cuando le echaba retahílas en alemán (no entiendo muy bien por qué, pensarían que el programa no subtitularía?!) al verla perdida con las mesas, con las comandas … con todo, para variar a pesar de sentirse herida en su orgullo. Los cocineros se liaban con la carta nueva, “siempre es lo mismo, dicen sí, sí y luego es no, no“, suspiraba Chicote. Finalmente y bajo el mando del hijo adoptivo de Antonio, todo salía según lo previsto. Incluso David pudo ver sonreir a su chica por primera vez en … décadas? Llegaba el momento de la despedida (por las palabras de Alberto, veremos el “Mesón Galicia” en un remember) y lo primero que hacía era dirigirle unas nuevas palabras de agradecimiento a Alba por su ilusión y genitales a la hora de currar en hostelería. Raquel seguí siendo incapaz de ni siquiera mover la mandíbula para sonreir y su “agradecimiento” bien podría haber servido para dormir a un niño hiperactivo. ¡Joder qué poca expresividad! A Antonio, le pedía que se jubilara de una vez, pero los gestos de este castigado hombre no arrojaban esperanza de que lo hiciera. Deberemos seguir esperando a tener noticias. Me parece demasiado evidente que su hija es incapaz de llevar un negocio en el que hay que estar 365 días a piñón y es mucho más complicado de lo que algunas mentes se creen. Aún así, por supuesto, ¡mucha suerte! Pero veo a Antonio currando hasta el fin de sus días. (Dirty Paws, “Of Monsters and men”)
Vamos con los highlights:
– la necesidad de un “diccionario gallego-spaninchen translator”, como dice un amigo, para poder entender todo lo que allí se balbuceaba.
– “Esto es como viajar al pasado sin coger un DeLorean“.
– momento remember de adoración hacia el “pijama”, jajajaja, la cara de Alberto …
– “Vine tres meses de prácticas y me quedé … no sé por qué … pero me quedé“, jajajaja, Alba, la que más claro tenía todo allí con sus veinte añicos … “Yo que soy gallega … la comida de aquí, no es gallega“.
– los sudores fríos de David cuando se bloqueaba … “Me siento en blanco” …
– Las cosas claras: “Diles que no te fías de ellos, Antonio” … no hay nada mejor como un empujón para dejar la diplomacia pacifista.
– los paseitos espirituales de Antonio “a la vieja usanza” …
– el encontrarse con alguien que de verdad muestre sentimiento hacia lo que hace y no simple obligación. Alba no olvidará a Alberto. Alberto tampoco a ella.
– momento LOST … cada vez que suena esa musiquita cuando Alberto echa la charleta a la crew … me pone tonto!
Una semana más, gracias a tod@s los que seguís pulsando el botón como Locke en el búnker … La familia de “disparataos” crece …
GiliConcept Art by @eldisparatedeJavi
GiliMontaje Final Carátula by @silviacalavera
Cada día se supera el programa y el Blog.
Yo hoy, los parecidos razonables los hubiera variado. Yo no dejaba d ver a Cañita Brava detrás de la barra ( Al sr Antonio le faltó pedir 5000 pts en Güisquiva Torrente) y en lugar de Isabel Coixet yo veía a Lucia Etxeverria.
Gracias Richi …
je,je,je … desde luego, el personaje “españó” (en el que me incluyo, por supuesto) da para mucho juego de “gilimotes” o parecidos razonables … el señor Antonio fue verlo y acordarme del señor Bolsón y sus peleas con los “Sacovilla Bolsón” jajajaja … y la hija, pues eso, con esa habilidad social casi nula me vino a la mente inmediatamente el “celebrity” y justo la escena del giligif ,.. jajajaja
Pero mira! desde aquí os invito a que me sugiráis parecidos razonables durante la emisión del programa y el que más me cuadre, tendrá su giligif! 😛