Ahora sí. Varias han sido las ocasiones que he podido disfrutar del arte al fogón de Julio Velandrino pero el sábado sí puedo afirmar que me senté a “su mesa”. Aquí la #gilicrónica de mi paso por “La Taúlla“, la que deseo (y creo) se convierta en un referente de Murcia.
Muy cerca de la capital, a escasos 10 minutos del centro de Murcia, “La Taúlla” se sitúa en el antiguo molino de pimentón de Espinardo, lugar que le viene como mandil a la cintura a Julio. Aún dando sus primeros pasos, se le ha dado a la sala un toque más fresco y moderno con el cambio de iluminación y distribución de mesas. Motivos “pimentoneros vintage” decoran las paredes y ese “aire industrial abierto” con el que ha comenzado su andadura este chef murciano, lo admito, me encanta. Detalles faltan que se irán puliendo en los próximos días/semanas pero que se disimulan cuando comienza la degustación de sus platos basados en “sus verduras” y producto fresco “kilómetro cero”.
Un pan de pimentón (los peques se comieron dos cada uno) y una “mini ensalada” de endivias y foie fue el aperitivo perfecto para ir abriendo apetito si es que, de por sí, hacía falta. Lo primero en llegar a la mesa fue “Salmorejo, salazones y helado de albahaca“. No os voy a descubrir ahora cómo maneja las verduras Julio. Ese helado de albahaca elevaba el “triturado de tomate (de TOMATE)” a las alturas pero al saborearlo con el salazón el ansia de más te invadía. Frescura a rabiar sin soltar de la mano la potencia del pescado. Cojonudo, vaya.
“Huevo, brócoli y coliflor“. Palabras mayores el plato que se puede sacar con estos tres ingredientes. En el top three del día, sin duda. Cremosidad, suavidad, untuosidad justa, equilibrio … y SABOR. Delicioso, no puedo deciros más. Un firme candidato a que sea fijo en la oferta de “La Taúlla”. ¿Y qué es una comanda de Julio sin arroz? Verduras en su punto, no al de los ancianos e incautos, y el cereal supinamente meloso que ligaba como Chaplin y su bastón con la emulsión de algas y salicornia que lo acompañaba. Nada de chorizo.
Turno para el pescado. “Bacoreta, calabaza y tamarindo” desfilaba ante nuestras retinas y se deslizaba por nuestro paladar con una mezcla perfecta entre el ácido del fruto tropical y la dulzura de su prima naranja pero con otra sorpresa que lo redondeaba todo: la pimienta canaria “puta de la madre“, que la llaman. El túnido, increíble. No más. Pero no se iba a quedar atrás la “Lubina, ajo negro y tinta“. “Se deshacía”, así es. Voy a recurrir a esa expresión tan tópica como ilustrativa. Los toques de “regaliz” del ajo negro son una de mis debilidades y “la salvaje” hacía todo lo demás. SABOR … SABOR …
“¿Van a querer carne?“, preguntas éstas a mi … Nunca me salto MI postre. Tierna, aromática, gustosa, mantequilla, hizo que el menú cuadrara como marine en instrucción. Pero lo que Julio nos tenía guardado para el literal postre era algo tan adictivo que roza la ilegalidad emocional: “Tarta de queso, helado de remolacha y dulce de leche“. ¡Manos arriba! Qué puñetera delicia. Con postres como éste van a conseguir que me declare “mú galgo”, que dirían en La Mancha de Teresa (guiñaco!). Cierre perfecto para un servicio donde el producto y su sabor paseaban bien apretaditos y enamorados.
Perfecto regalo de cumpleaños. Sería de necios ocultar que pienso volver a menudo a sentarme a la mesa de Julio, ya no solo por la amistad que nos une sino porque, como os decía al comienzo de esta #gilicrónica, sentí que fue la primera vez que realmente disfruté plenamente y sin comillas ni comas de SU COCINA, sencillamente genial y, por qué no decirlo, que engancha desde el primer bocado.
Tomad nota l@s despistad@s: Murcia tiene otro sitio que se convertirá en referencia a corto plazo. Su cocina ya está en marcha, solo falta pulir los detalles que te hacen pasar de ser un buen restaurante a estar en todas las listas y quinielas, pero eso, queridos disparatados, se consigue “comanda a comanda” y Julio Velandrino y “La Taúlla” han empezado a jugar con fuerza y mucha ilusión sabiendo dónde está la portería a batir, la hierba a cortar y los baches a evitar. Y eso, se nota.
@disparatedeJavi
No estaría de más, para empezar a ser referencia no solo restauradora sino también ortográfica, incluir la H que le falta al nombre del local.
Querido “Huertano” no estaría mal, para continuar, que te informaras antes sobre si se puede o no escribir sin “h” y si, en tiempos panochos, podrías verlo escrito así … tampoco vendría mal tener en cuenta conceptos básicos de “marketing” …
Pero vamos que, como hater, tienes toda la razón …