Cerca de 4 años han pasado desde que Julio Velandrino transformara el antaño molino de pimentón de Espinardo en el santuario culinario llamado La Taúlla. Casi un lustro cocinando absoluto placer a cada bocado que sirve. He tenido y tengo la suerte de haber probado y disfrutado la evolución de este pequeño geniecillo loco y, hoy, no me ruborizo al afirmar que sigue siendo el mejor restaurante de Murcia en relación calidad-precio-sabor. Aquí, mi #gilicrónica.
“Cuando crees tenerlo todo, te das cuenta que sobra la mitad”, una frase de mi otro gran amigo y artistazo, Moy Gomar, que inicia un viaje por las 13 obras que conforman actualmente el menú de La Taúlla y que ilustran maravillosamente el camino del héroe seguido hasta ahora por Julio.
“Picas“. Un pequeño cofre que guarda un verdadero tesoro de sabores. El primero de ellos, una “Ensalada de Mutabal (puré de berenjenas) de lechugas amargas, apio y piñones tostados” que te introduce a la perfección en esa sinfonía equilibrada de ingredientes que caracteriza la cocina del Chaplin de los fogones murcianos. Untuosa, deliciosa y que me hace disfrutar de nuevo de algo que, por sí solo, detesto: el apio. Acto seguido me dispuse a maravillarme con la siguiente pieza de joyería culinaria, el “Patacón de pollo, salazón (atún), pico de gallo y leche de tigre“. Solo a base de esta exquisitez podría estar comiendo durante días. Aquí hice una pausa prolongada para que mi paladar continuara con su particular orgasmo antes del siguiente doblón. “Magdalena de sobrasada, miel y orégano silvestre“. Una mezcla tradicional en pinchos, bocatas y snacks de nuestros recuerdos pero que, rematado con gusanitos, se alza a una dimensión de diversión superior. Para terminar de esquilmar este arca de fantasía “Jamon, queso azul, membrillo pan de bono” … tremendo. Julio sabe exprimir como ningún otro los sabores y este bocado es otro ejemplo.
Pasábamos a lo que en el menú se denomina “Comienzo” y qué mejor que deleitarnos visual y gustosamente con la “#VikingMarinera“. Una obra de arte en todos sus sentidos. Un plato que degustar en tercios donde cada uno de ellos te lleva a un lugar distinto. Un plato ideado como cualquier cuadro que disfrutar desde distintas perspectivas. ¡Redios! Tenía que decirlo.
¿Y qué decir de su ya inmortal “Tomate Ibériko“? Perdí la cuenta de las versiones que he probado pero, sin duda, y aún a sabiendas que seguro incluirá con el tiempo matices y eliminará otros, ésta es la versión más espectacular que he comido. Julio Velandrino no es el hombre que susurraba a las verduras, es el COCINERO que las amaba con desenfreno. ¡Qué sabor, por Tutatis!
Del mestizaje (a pesar del cerebro cuadriculado de algunos) surge la verdadera evolución, el crecimiento, el desarrollo, la necesaria riqueza. Todo esto se degusta con la “Empanadilla criolla de pato, morcilla, pavo, papada, champi, tikka masala y maíz” y la “Causa limeña de alcancil, cebolla blanca y panceta de cerdo“. ¡Un #disparate! ¡Cómo me gusta pasar el dedo y limpiar el plato! Tal vez sea una costumbre no muy bien vista pero ya sabéis que las estúpidas formalidades que coarten mi disfrute las deshecho como pines parentales.
Arroz. Eso sin lo que este que aporrea el teclado salivando no podría vivir. De casta le viene al gachó y es algo sabido por todos pero saborear uno de sus arroces nunca te saciará, siempre querrás volver a por más. La paella valenciana se llevará los flashes pero los arroces levantinos son mucho más que eso. Para muestra, esta barbaridad.
Ese “comienzo” que parece ya ten lejano finalizaría con el “Chato, crucíferas, demi-glass vegetal“. Para los carnívoros como yo, algo indispensable. Y, sabiendo lo delicioso que está, más aún. Un cierre de pantalón justo y necesario. Inevitable.
Llegaba el “Final” con “Cítricos, coco y lácteos” (una de mis debilidades semejante mixtura), “Arroz con leche de cabra autóctona” (“no probaréis uno igual”, os lo aseguro) y los “Mignardisses a compartir“. “No diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas” que dijo un mago gris que luego se pasó al blanco inmaculado.
Julio Velandrino ha evolucionado, ha pasado al siguiente nivel. Sus emplatados, sabores, texturas, mestizaje, han conseguido un inigualable nivel y no sabéis lo particularmente feliz que me hace el haber sido testigo de ello. ¿Si Julio ha alcanzado el top? Ni muchísimo menos. Si tuviera que apostar mi inexistente fortuna lo haría a que seguirá creciendo exponencialmente en su oficio y pasión. Y espero estar ahí para seguir contándolo y, sobre todo, disfrutándolo.
Vosotros decidís si queréis perderos semejante espectáculo.
GRACIAS JULICO. Y a la maravillosa compañía de Noelia.
(Foto portada: iampedro_twi)
@disparatedeJavi