Mucho ha llovido desde la última vez que me sentaba a la mesa de La Tapadera (@BarLaTapadera), Murcia. Ayer, fue el día de volver. Aquí, una pequeña #gilicrónica de un lugar que sigue aguantando en la ciudad a base de coherencia.
Tras tanto tiempo comprobé que hay varios platos supervivientes de sus primeras andanzas. Imagino que por el éxito continuado de éstos, como el kebab de secreto que, sinceramente, creo que ha perdido con el paso de los años. Nos decidimos por una comanda contundente y, en líneas generales, acertamos. Tampoco es muy difícil hacerlo en La Tapadera. No pidáis fuegos artificiales pero sí unas tapas vigentes y sabrosas que sigo agradeciendo en la ciudad. Por mucho que os vendan, me sigue faltando creatividad de las cocinas urbanitas en esta liga.
Unas croquetas de michirones y otras de pollo curry al Ras El Hanout. Muy efectivas. Las primeras eran un bocado de tradición huertana, algo a lo que cada vez más renuncian. Tal vez subidas algo de picante, no porque no me vuelva loco, sino porque para este plato tan arraigado en nuestros paladares, me pareció un pelín excesivo. Las segundas, jugosonas, mucho. Volaron. La especia en su justa medida.
El siguiente en desfilar por la mesa alta fue el tartar de atún y aguacate. Posiblemente el único “querer y no llegar” pero no olvidemos el precio justo que en La Tapadera encuentras. El plato volvió limpio a cocina a pesar de pensar que el aceite de sésamo mal usado puede convertirse en nitroglicerina para el paladar.
Mis queridos acompañantes pidieron el clásico kebab del lugar y a mi me hicieron tilín las retinas con el sandwich de rabo de toro. Del primero ya he dicho bastante. Del segundo, a pesar de estar la carne guisada a la perfección y la salsa en su espesor justo y necesario, la excesiva salinidad del plato casi me arruina el momentico. Una pena porque estoy seguro que la próxima vez que vaya lo voy a disfrutar.
Y para terminar, como somos así de dulzones, pedimos hamburguesas de buey, en su punto útil y efectivas al paladar, y unos tacos chingones que, para mi, fue lo mejor de la comida. Decir que me gusta más la torta maleable, no crujiente, pero esto no es ni mucho menos un pero a cómo estaban. Ricos, ahora sí con la capsaicina necesaria y ese toque de la cebolla que los elevaba a su justo puesto. Hoy, me comería otros dos sin pestañear.
En definitiva, La Tapadera me parece uno de esos olvidados del tapeo creativo, vigente y efectivo de Murcia. Una relación calidad-precio indiscutible. Tal vez su ubicación no le haga favor en el servicio de medio día. Pero no dudéis en acudir a su mesa cuando queráis pasar un buen ratico.
@disparatedeJavi