Ayer tuve la oportunidad de probar el primer menú de un proyecto ilusionante y, sin duda, necesario en La Manga del Mar Menor: el Club Gastronómico El Galeón (click). Cocina dirigida por el chef Sergio De Gea, que a pesar de su juventud atesora una gran experiencia y trabajo en su mandil, y que en esta aventura cuenta con equipo igualmente joven y más que preparado. En cocina le escoltan Pepe López y Raúl Sánchez. En sala, Augusto Alfaro y Carmen Belando y al frente del maridaje, Sandra Galiana. Por esos fogones irán pasando distintos cocineros murcianos de talento para una oferta dinámica que promete mucho y bueno. Aquí, mi #GastroDisparate de hoy.
Situado en un enclave mágico frente al Mar Menor, el Club dispone de zona restaurante y unas zonas chill que harán las delicias de los que decidan hacerse socios. No hay que pagar cuota y está abierto a todo aquel que quiera descubrirlo. Más fácil imposible. Además del menú degustación, podrás encontrarte en breve una carta con pescados y carnes por si escoges la opción igual de sabrosa pero menos arriesgada y divertida para mi gusto. Estad atentos a su Facebook para conocer la programación de menús y cocineros.
El menú, del cual no reflejaré el nombre completo de los platos que tenéis en la foto de la derecha, estuvo compuesto de varios pases, comenzando con una “Bienvenida” de “Cajita de huevos de codorniz“, envase curioso y divertido que contenía dos Gordales rellenas, una de crema de mejillones en escabeche y otra de gel de vermú que cumplían su función perfectamente junto a la cerveza bien fría que tomé. Las flanqueaban dos piezas de “Sandía osmotizada con sangría y berberecho a baja temperatura” que contribuyeron igualmente a esbozar una sonrisa predictiva de lo que me esperaba. La temperatura corporal que traía de fuera se estabilizó con esta bienvenida.
Continué con una “Toma de contacto” saboreando la “Falsa croqueta de gamba roja y buñuelo de wasabi con jamón de mar” que me convenció del gran ratico que iba a pasar en esa mesa. Dos bocados deliciosos, suaves y cremosos en equilibrio perfecto de sabores difícil de conseguir.
E inicié deseoso “El camino” que me habían preparado con la “Navaja, apio, coco …“. Decía Bilbo que “es peligroso poner un pie en el camino pues si no cuidas tus pasos, no sabes dónde te pueden llevar“, pero esta primera zancada fue perfecta. Dos de mis debilidades, la navaja y el coco, acompañado de uno de mis talones de Aquiles, el apio. Siempre diré que admiro enormemente a los cocineros que me hacen comer cosas que siempre he detestado. Sergio De Gea consiguió que ese apio me pareciera fundamental en la globalidad del plato. Sencillamente buenísimo. El siguiente bocado, el más arriesgado, fue el “Foie de rape“. Un sabor intenso como pocos pero que junto a la esfera de escabeche y el crujiente de papadum lo hacían más que apto para cualquier paladar. Lo acompañé de un panecillo de cardamomo y sentí que cerraba el círculo.
Seguía con el mar en la boca y en la siguiente curva degustaba el “Ceviche de lecha y lulo“. El ceviche, eso tan sencillo y a la vez difícil de equilibrar para todos los gustos. Me pareció soberano aunque me guste con la capsaicina más subida. Tal vez el choclo demasiado tostado pero eso ya es tontá mía. Para meterlo enterito a la boca, fijar tu mirada por el ventanal directo a la Laguna y volver a sonreir. Nos despedíamos del mar.
Llegaban dos pesos pesados: el “Brioche de Rabo de toro” y el “Sam de papada“. Tremendos, poco más puedo añadir Señoría. Los dos con una cocción perfecta y con el sabor intenso que se les presupone. El primero de ellos rematado con el toque del jugo del langostino en semisalazón que le acompañaba y el segundo con los distintos colores que elevaban este “taco coreano” a la categoría de platazo. Brutales.
Pero no se iban a quedar atrás ni muchísimo menos los dos que remataban “La Experiencia“, el “Bonito en semisalazón con caldero del Mar Menor” y el “Cochinillo a baja temperatura“. En el primero, el contraste entre la frescura del bonito y el calor del arroz murciano me pareció maravilloso. Un caldero suave, meloso, de cocción perfecta y con la ñora controlada, junto a ese bonito, deliciosamente redondo. Tal vez no sea muy objetivo con el cochinillo, otra de mis debilidades carnívoras, pero es que esa manjar que se deshacía con el boniato y la patata morada bien vale negarse a ir a Segovia nunca más.
Llegaba mi “Redención” con dos postres bien pensados para la época del año y, sobre todo, para un camino bien diseñado para acabar con el estómago saciado pero sin indigestiones innecesarias. “Melón osmotizado y helado de ron” y “EL CHOCOLATE“. El primero de ellos he de admitir que me cojéo un poquito teniendo en cuenta todo lo que había desfilado por mi mesa. No quiere decir que no estuviera a la altura pero este gilicrónico que escribe tiene un serio problema con el ron. El segundo, sin embargo, es de esas apuestas seguras que si elaboras bien (como es el caso) te hacen desfilar por el arco del triunfo que se merecía Sergio De Gea y equipo tras “Su camino”.
Como quiera que debía volver a la ciudad ardiente, no pude disfrutar del gran maridaje de vinos pero a la próxima, no dudaré. En definitiva, y como ya os he adelantado, el Club Gastronómico El Galeón me parece un proyecto ilusionante y más que necesario en mi amada Manga del Mar Menor. Un lugar y proyecto original y único en su oferta gastronómica con un equipo dispuesto a dar un golpe sobre la mesa de Murcia para hacerse oir. Conmigo pueden contar para gritar si es necesario.
Gracias Sandra, Sergio, Pepe, Raúl y resto del equipo por dejarme descubrir lo que estoy seguro se convertirá en un proyectazo, por tratarme como en casa y por esa magnífica sobremesa en la que el reloj sigue su curso sin importarnos. Nos vemos pronto.
Y a vosotros, queridos disparatad@s, os invito a salir de vuestra zona de confort gastronómica y apostar por nuevos talentos murcianos que los hay, aunque no los oigáis.
@disparatedeJavi