Mucho había leído sobre las virtudes de “El Cañonero“, en Cabo de Palos. Párrafos de maravillas que, tras muchos años sin pasar por allí, me empujaron a cuadrar la agenda para hacer una visita a uno de los supuestos referentes de la gastronomía de una zona empobrecida con el paso del tiempo. No fue aurum todo lo que relucía en esos artículos ni, tampoco, el ratico que allí pasamos. Aquí, la #gilicrónica.
La terraza a rebosar, un indicativo de que sí, parece que hacen las cosas muy bien aquí. Pasado un tiempo me desengañaría y vaya por delante que no fue por la calidad/sabor de casi todo lo degustado sino por cómo un plato muy mal hecho, ejecutado y peor respondido, unos tiempos eternos de espera, un servicio nada profesional y un precio absolutamente desequilibrado fue el detonante para dejarnos claro muchas cosas sobre el funcionamiento de muchos por estos lares.
Lo primero que me dejó algo parado fue la carta. Soy absoluto fan de las cartas cortas, concisas, escuetas, pero otra cosa son aquellas que te fuerzan a pedir porque no hay alternativa posible. En “El Cañonero” puedes elegir entre 4/5 entrantes y dos primero y dos segundos como cualquier “menú del día”. ¡Ah! Y una única ensalada. Tal vez fue fallo mío el no haberlo sabido pero me decepcionó la ínfima variedad de posibilidades. Decidimos pedir al centro y compartirlo todo para así probar un poco de cada cosa. Pero poco …
Desde que nos sentamos hasta que llegó el primer plato transcurrieron aproximadamente 30 y tantos minutos. Y ahí llegaba el “Pulpo con aceite de albahaca“. Pregunté al pedir la comanda si con una sola ración tendríamos bastante para los cuatro. La respuesta fue un “sí, sí, claro“. Ahí tenéis la foto. Tocamos a un trocito de un octópodo bien cocinado y de un sabor correcto, sin florituras, pero evidentemente escasísimo para cuatro personas a pesar de haberlo preguntado. Tuvimos que comernos la panera entera en su aceite sobrante ante el evidente riesgo de inanición. El tiempo seguía pasando y una allí denominada “pinta” era lo único que podíamos llevarnos a la boca hasta que, al fin, llegaba el plato más caro de toda la carta: el, creo recordar, llamado “Taco de atún” servido sobre un cuscús de crudité de verduras junto a una especie de parmentier de patata bastante poco apetecible, todo hay que decirlo. Un plato que no había por dónde cogerlo y menos aún cuando me serví mi porción correspondiente de 6 euros (el primer dado de la foto es el mío y su precio, equivalente, el que os digo). Helado por dentro … simplemente … helado, frío supino (NO CONGELADO) . CERO SABOR. No debería haber necesidad de añadir que el hielo no suele saber a nada, por muchos 24 eurazos que cueste, pero la hay visto el precio y los argumentos culinarios dados por el personal que os expongo a continuación. Los otros dados unos más hechos que otros. Si preguntáis por qué me lo comí la respuesta es pura supervivencia: no podía esperar otros 20 minutos a que trajeran algo que engullir. Faltaba poco para la media noche y tenía hambre. Eso es todo.
El dado que tocó a mi comensal de la derecha, hecho, no marcado, por dentro y fuera. Avisamos a nuestro avispado camarero de tal despropósito y, ante la sugerencia, directamente contestó “no, no, es que eso se cocina así“. ¿Mi dado en concreto querría decir, no? Cada uno de los dados con una cocción distinta. Aliviado me sentí al ver como me aclaraba con ese comentario que no tengo ni idea de lo que como. Tras dejarle meridiano que no, el atún no se sirve marcado por fuera y helado por dentro por mucho que se empeñara, afirmó comentarlo en cocina y a los 2 minutos, algo que había sido incapaz de cumplir en toda la noche para servir una caña, llegaba con la contestación que nos dejó a la misma temperatura que ese dado de 6 euros …
“Me dice el cocinero que no puede estar helado porque descongeló el atún ayer”
(pues eso …)
Ya solo nos quedaba esperar al “Tartar de hamburguesa” de otros 17 eurípides. No hice foto desesperado por comer algo y aún aturdido por la clase magistral a la que me habían sometido. Tartar por el modo de cocinarla que, personalmente, me encantó pero veo difícil que a todo el mundo se le pueda ofrecer “una carne que aquí cocinamos semi cruda” … de semi, nada. Del precio prefiero no seguir hablando, juzgad vosotros si 100g y unos canónigos tienen ese valor a pesar de tener un sabor bastante rico. Eso es innegable. Eran las doce y veinte de la noche y en mi cuerpo había entrado a lo largo de dos horas un trocito de pulpo (véase la foto), un dado helado de atún (de nuevo la foto) y media hamburguesa tartar junto a las 3 cervezas que me bebí más por desesperación derivada de los eternos tiempos de espera que por sed o ansia. 25€ fue mi parte. Juzgad vosotros de nuevo. Sabéis que no suelo hablar del ticket final pero si insisto hoy es porque creo que la sobrada del sábado en “El Cañonero” fue espectacular. Ni vi, ni sentí, ni probé esas grandezas que había leído de otros paladares, retinas y bases matemáticas parece ser infinitamente más afinados.
Lo que me lleva a la misma pregunta desde hace mucho: ¿qué debemos entender por éxito? ¿El llenar el patio de mesas sin importar que alguien tarde 2 horas en comer 3 pequeños bocados que ni siquiera tapa individual? ¿Que 3,5 camareros sean suficientes para atender a unas 30 mesas? ¿Que el camarero y el cocinero desprendan autocrítica cero y soberbia 3 sobre 5 o que veas el escaso interés hacia el cliente de ambos? ¿Que abones 24 euros por un plato sin sentido y mal cocinado y debas callar y asentir? ¿Que la contratación temporal sea la única razón de un servicio deficiente? ¿Que todo se excuse con “es que es verano y esto es así”? Es hora de ir dándole forma a otro gilipost sobre el asunto. Éxito no solo puede significar que te cuadren los números sin importar nada más.
En definitiva, mi experiencia en este lugar fue muy decepcionante. Una relación calidad-precio bastante desequilibrada a mi entender. Un servicio lento, descuidado y en algún momento “respondón”. Creo no equivocarme si digo que es un lugar que, fuera de temporada, con poca gente y la plantilla habitual, funcionará mucho mejor sin duda … aunque lo de los precios de algunos platos es “para hacérselo mirar”. Pero eso no fue lo que el sábado pasó. Eso no es excusa para lo que allí vivimos. Tal vez sea el raro y los demás que vierten gloria sobre este lugar los amos de la sabiduría. Tal vez … Nunca comer tres bocaditos me hicieron escribir tanto.
@disparatedeJavi
3 platos para 4 en el cañonero? Sera broma! Cuando voy con mi pareja tomamos 3 o 4 de entrada y dos segundos mas dos postres.
Seguramente tuviste mala suerte y llevaras razon en todo lo que dices pero si quieres un consejo y disfrutar del mejor restaurante de cabo de palos y la manga con mucha diferencia…. No mires los precios ni el reloj , no vayas ni viernes ni sabado noche y recuerda que nunca pediras demasiado.
Este como bien dices no es un restaurante que le pueda gustar a la gente que tenga problemas de precio o no sepan apreciar la calidad suprema. Hay otras muchas opciones con una gran relacion calidad precio, aunque desgraciadamente no muchos por alli cerca.
Espero que tengas mas punteria y suerte en tu proxima eleccion
Hola Pieter, sí, probablemente haya tenido mala suerte … pero mala suerte respecto al servicio nefasto porque en la relación calidad-precio hubiese tenido el mismo escarmiento … todo lo que aquí cuento es literal (lo que comí, lo que me costó y lo que pasó) … El problema es el que dices … en La Manga sigo sin encontrar un sitio que realmente merezca la pena (hablo de restaurantes) y, como “soy de allí” de toda la vida, me jode y me jode que, otros que tienen la responsabilidad de hacernos llegar objetividad sobre el mantel, nos vendan humo …
Todo se reduce a ser profesional y no abarcar por abarcar con el único objetivo de cuadrar caja … no quiero entrar más en la calidad o no de los platos (y sus precios que más de uno era del todo irreal y hasta sonrojante … y sabéis que no solo pruebo los McDonald´s) pero sí tengo claro que ese plato de atún no se puede “ticar” a 24 euros y encima hacerlo fatal … 3 platos no fue lo que comí … fueron 3 degustaciones más bien … a ese precio … lo mire por donde lo mire lo sigo viendo un auténtico #disparate. Si lo comparo con las cuentas de restaurantes a miles de millas de éste, aún flipo más …
Y pedimos solo eso porque nos dieron a entender que todo al centro y compartir una hamburguesa estaba bien … lo dicho … que no entendí nada habiendo leído todo lo que había leído … ahora, a toro pasado, ya hay varios que me han hecho llegar su “rara experiencia” en el mismo sitio … en fin … como bien dices, espero que mi racha “manguera” acabe algún día …
Gracias por tu tiempo!
“Lo descongeló ayer” y, entendemos, lo dejó fuera de la cámara con la temperatura ambiente de esta época del año en esa zona del país… Pues mal rollito total #Disparate
Justo, por eso estaba tan jodidamente frío … porque en Cabo de Palos la temperatura ambiente es de unos -2º …
24€ un plato de atún? por 30€ comí el domingo en el Camarote de la Martinique: tomate partío con bonito, croquetas de parmesano, caldero, chirretes, ensalada de burrata, cafe y postre …Todo buenisimo
Pues ya lo has dicho todo … sí, 24€ un plato de atún mal cocinado y sin sabor … servido con una guarnición/acompañamiento que no tenía ni pies ni cabeza …
“El Camarote de la Martinique” … lo tenía anotado, ahora más … quién sabe si este sábado …
De verdad que os sentasteis un sabado 4 personas en un restaurante petao y pedisteis tres platos o degustaciones! .?
Al no querer comer pasta (eliminada la opción de 6 platos de la carta),no querer sushi prefabricado de franquicia (segunda pág de la carta), no querer ensalada de pato y mango (no haber otra alternativa) y de los dos primeros y dos segundos, elegimos uno de cada tampoco por enamoramiento a primera vista, más bien por eliminación … y de los 4/5 entrantes el que más nos apeteció porque el resto tampoco nos llamó la atención …. sí, eso fue la comanda, “picotear” algo y listo por no levantarnos a las 22.30 de la noche … ya que de primeras la carta nos dejó helados como el atún que me sirvieron …
Es más, visto lo visto y según tú me dices, a cuánto suele ascender vuestra cuenta cuando os sentáis a cenar aquí, Pieter?