O como sucumbir al Lado Oscuro del ansia por llenarme los bolsillos con el menor esfuerzo e inversión posible añadiendo algo de coacción al asistente. Sí, sonará durito el principio pero creo que si preguntáramos a todos los asistentes al concierto Viejuno por excelencia responderían “sí“.
Si el año pasado se concentró todo en un día (algo que, visto lo visto, cartel incluido, deberían retomar), éste, fueron dos los escogidos por la Organización del evento. Del viernes, poco puedo decir musicalmente puesto que el elenco escogido poco o nada llamaban mi atención (sobre gustos, colores). Pero, eso sí, ya empecé a ver los “primeros detalles organizativos“. Y por ahí voy a empezar: baños supletorios eliminados. Una gran ristra de estos “utilitarios” dieron un respiro NECESARIO a todo el que por allí debía descargar vejiga en septiembre 2013. Este fin de semana, la “organización”, decidió no instalarlos con lo que el único “meódromo” existente era el del vomitorio. Una “grandísima idea“ juntar en el único pasillo de salida hacia la comida y algo de aire no contaminado a todo aquel que quería disfrutar de su momento íntimo. Por supuesto, qué decir de los precios de esos malditos “tokens”. Si el sistema siempre me ha parecido cojonudo (el de utilizar “dinero Monopoly“), el cambio equivalente, un ROBO. El botellín de agua, gasto mínimo, 3 pavos. Pero la gran DESFACHATEZ fue enterarnos que si querías entrar/salir del recinto (ojo, estamos hablando de un festival de dos días, no de unas horas) tenías que volver a rascarte el bolsillo y comprar una nueva pulsera a 9 euros!!! …. ???? …. Es decir, que la “organización” sometía a los asistentes a un campo de concentración donde gastarte el máximo dinero posible antes de abandonarlo. Es “mi” única explicación. A un público cuya media de edad rondaría los 40 años, ¿les vienes con éstas? Las redes sociales ses inundaron rápidamente de piropos variopintos. Y para dejar de hablar del “cerebro de la operación”, ¿Qué decir del cartel y su distribución horaria? (sin contar las veces que se ha cambiado el orden durante las semanas previas) El viernes decidimos dejar el “garito” opresor cuando Dani Martín (al que todavía no encuadro muy bien en este “sarao”) empezó a decirnos subliminalmente que nos abrazáramos y nos diéramos caricias y besitos … ¿Qué coño pintaba en un festival como éste?
Los Trogloditas … pues bien, para verlos en una Sala, pero deberían retomar un repertorio más propio y no intentar seducir al personal con los clásicos a los que “el Loco” ponía cara. Pero, ¡ea! cumplidores. A Javier Ojeda (Danza Invisible) tenemos claro que lo metieron en formol y sigue con la misma jodida energía. Para echar un ratico recordando, pero repetición calcada del concierto del año pasado. Por esta misma razón, y por ver que La Frontera abría el telón al día siguiente …. a las 17h (con la que caía), desfilamos fuera del campo de concentración donde verificamos que la “pulsera opresora” costaba 9 eurazos (“o 3 tokens”, me sonrió un guardia de seguridad con bastante sarna). Dudamos que Los Rebeldes y La Guardia ofrecieran algo distinto a septiembre 2013. Tennessee … francamente querida …
Y llegaba el sábado. Y no nos equivocamos cuando pensábamos que a las 19.15h aprox se acabaría lo mejor de todo el cartel. A las cinco de la tarde, con un sol de justicia y un calor a su altura, Javier Andreu & Tony Marmota (La Frontera) nos hicieron pasar un rataco de los que se esperan en un festival de rock viejuno. Se salieron como siempre y, tras no haberlo hecho en anteriores conciertos, cantaron “Volverán los buenos tiempos“, una canción a la que yo siempre he tenido especial cariño. Así se cerraba el primer (de dos) conciertazo, dando paso al grandísimo y enorme cabronazo de Pablo Carbonell y sus Toreros Muertos. Todo un show y lujo disfrutar de ellos. Geniales a rabiar! Para las posteridad “Tu madre tiene bigote” y una queja generalizada entre todos los “artistas”: “pero quién coño patrocina esto, Font Vella?“, tras pedir varias veces algo líquido que echarse al gaznate (y no solo fue él, más de un artista se quejó amarga y repetidamente de que ni de agua disponían por allí cerca). Aquí, atendiendo a lo que me esperaba después, acabo realmente “mi festival”. Burning no ha sido nunca de mi libreto, pero ver cómo Toño Martín parecía el doble de Manuel de la Calva (Duo Dinámico) afianzó esa idea. Correctos para los románticos. Seguridad Social sí estuvo a la altura de lo que se esperaba de ellos. Cañeros y sin bajar el pistón nos recordaron para qué tanto viejuno había decidido ir. Pero … llegó el momento para los más tristes.
¡Eh! Que cada uno tiene sus gustos musicales y Los Secretos no los he tenido en mi lista de reproducción ni siquiera para dormir profundamente tras una noche de resaca. Además de que a su vocalista le dió por reivindicar la propiedad cerebral de sus letras. En fin, con más PENA que gloria, es decir, lo normal. ¿Y qué decir de La Unión? Otros que repitieron asistencia y actuación. A la vejez calvicie les ha dado por crear un nuevo género: el poeta del techno barato. Una sesión de algo que quiere ser techno bajo la dirección de un Rafa Sánchez que aún no se ha hecho a la idea de que envejecemos todos y, la adaptación, es la mejor forma de sobrevivir, no la reinvención sin sentido. Y eso, es en lo que ha convertido a La Unión (tampoco es que tenga yo su discografía … jejejeje).
Y llegábamos a la última parte que esperaba con el “Póker de Guitarras“. Enseguida vimos que, de “póker”, más bien poco. ¿Por qué? Jaime Urrutia, tal vez resentido por su actuación el año pasado donde consiguió aburrir a la arena del tendido, decidió salir … en fin, cómo decirlo suavemente, “pasado de rosca”. Patético, muy patético. Dispuesto a tocar “Cuatro Rosas” con Jorge Ilegal, metió un gambazo y se escudó en que los instrumentos estaban desafinados bajo una mirada de su colega de escenario que nadie querría. Patético. Así, y con esa “tremenda aportación” a la noche, Jorge Ilegal nos deleitó un ratico como solo él sabe. Con caña, mucha caña y poca vergüenza. Lo que esperábamos. Sus discursos siempre son dignos de escuchar, jajajajaja. Otra vez nos habíamos subido a la tabla del RnR hasta que Ariel Rot quiso volver a enterrarnos en abracitos y cremitas varias. ¡¿Pero cojones, cómo se puede empezar así un concierto tras la guitarra Ilegal?! No iba a ser lo peor, no. Nos vendía la moto de estar súper emocionado con compartir escenario con el amigo Urrutia y lo invitaba a cantar con él “Hace calor” (como en su momento hizo Coque Malla y Los Rodríguez) … menuda hora! Sin saber articular palabra, sin conocer siquiera la letra (salió con ella escrita, vimos que lo de leer, tampoco) y, sinceramente, dando la impresión de caer redondo en cualquier momento, nos deleitó con lo más bochornoso que he visto en tiempo. Pero no quedó ahí su particular “show”. Aparecía Santi Campillo para ese supuesto “Póker” y Urrutia seguía esforzándose en no perder el equilibrio y poco más, porque la guitarra, cogerla … no la volvió a coger. LAMENTABLE.
Y así, echando horas, esperaba a Javier y la Orquesta Mondragón … debía haberme marchado antes, lo supe enseguida. Su aparición dando berridos cual hiena que pisa un erizo me dio la puntilla final para abandonar el barco. Por supuesto, al “amigo de alguien” Ramoncín, ya tenía claro que no quería ver ni el cuello de la camisa. Allá los que lo hicieron.
¿Conclusión? Sí, claro! Mentiría si dijera que no me lo pasé en grande con la compañía de mis queridos cabronazos. Pero lo que es el Festival en sí careció y pecó. Careció de la seriedad y GANAS de la organización del año pasado y pecó de ansia recaudatoria a cada escalón que se bajaba. Demasiados detalles mirando solo para el bolsillo sin importar nada más. El cartel, repetitivo y mal distribuido. Sí, me llamo Javier y soy un viejuno, pero si el año que viene esto es así, bajas vais a tener muchas, queridos amigos.
@disparatedeJavi