Pocos amantes del buen comer se pueden resistir a pasar un ratico en cualquier mercado (¡ay Firenze!). Kitchen 154, en el mercado de Vallehermoso, Madrid, una tasca “sin pollas” donde disfrutar de una experiencia al más puro street food, en barra o con el trasero acomodado. Aquí, la #gilicrónica.
Una cocina elaborada, según la carta, con productos de los puestos de alrededor (justo enfrente del ilustre Higinio) y distintos mercados madrileños, mirando directamente a Asia pero sin cerrarse puertas a las que saben llamar. Carta que, por otro lado, la encuentro demasiado corta, incluyendo platos que solo los martes puedes degustar, como el Vindaloo, uno de mis fetiches. Una lástima viendo la calidad, corrección y saber guisar que se marcan en Kitchen 154.
Guiados por un buen amigo que ya había aposentado su paladar allí, comenzamos con unos “Dumplings de butifarra, ternera, kimchi, aceite de cayena y salsa negra 154” donde el sabor de la butifarra predomina en exceso perdiéndose el resto de ingredientes que señala la carta. Tampoco ayudó mucho el que cada dumpling fuera de distinto tamaño. Aún con ello, un sabor correcto para seguir utilizando los palillos.
“Alitas camperas con salsa de chile dulce” y “Costillas Korean BBQ” fue lo siguiente en desfilar. Las primeras igualmente sabrosas, en su punto y una salsa que cerraba su círculo. Un plato sin escándalo y más pretensiones que disfrutar manchándote las manos. Comerse un cubo no requeriría esfuerzo o sufrimiento alguno, al contrario. Pero fue el costillar el que se convirtió en lo mejor que había pasado por la mesa. La carne se deslizaba del hueso solo con desearlo. La guarnición y salsa elevaban el plato al top de la noche. Solo por este MANJAR merece la pena reservar en barra y no parar de chuparte los dedos. Me atrevería a decir sin despeinarme el pubis que es de los costillares de puerco más ricos que me he comido.
El “Curry Thai de Gambones” tenía la difícil tarea de olvidar a su antecesor. Acompañado de un basmati sin especiar. Tal cual. Las gambas venían en un punto de cocción perfectas pero demasiado punto de lemmon grass para mi gusto. El curry era cuasi perfecto excepto por ese toque cítrico de más.
Medio pollo, mantequilla negra, Sri Lanka en la ecuación, cebolletas y una salsa deliciosa cogió de la mano a las costillas para obviar los PEQUEÑOS defectos de los otros platos. Realmente RICO. Si ofreciesen algún tipo de pan o, mejor aún, naan, esa fuente ni habría pasado por el lavavajillas tras retirarlo de nuestra mesa. Definitivamente se me fue la pena del Vindaloo. Personalmente ya estaba saciado pero dos de mis hambrunos amigos querían una puntilla más y pidieron unas “Berenjenas Sichuan” que seguían la línea de corrección sin sobresaltos. Por supuesto no me negué a probarlas.
Un sitio que agradecí me llevaran. De picante justo y equilibrado, de cocina y preparaciones sabias y una relación calidad-precio difícil de igualar. Tal vez la corta carta sea un inconveniente porque es de esas cocinas que visitar con amigos cada poco tiempo. Pasad por allí, no lo dudéis.
@disparatedeJavi