Dos años y medio han pasado desde que visité “La Berenjena” de Rebeca Hernández y Marta Gutiérrez y otros tantos meses en los que tenía muchas ganas de visitar su nueva aventura. Un lugar donde la madrileña desarrollara todo el potencial que cualquiera que tuviera dos dedos de mandil veía. Aquí, la #gilicrónica de otra obligada visita en Madrid.
El que tenga la suerte de conocer a estas dos MUJERES sabe que lo suyo no es quedarse sentadas y esperar. Todo lo contrario. Rebeca tiene ahora un lugar donde poder dar rienda suelta a todas sus inquietudes, ideas y, sobre todo, su evidente talento. A pesar de haber probado antes su cocina he de admitir que desde el minuto 1 me sorprendió. ¿Carta? No suele ser lo mío, prefiero dejarme llevar y eso fue lo que hicimos mi chica y yo el sábado.
Como si supiera hacerme hincar las rodillas nada más comenzar, Marta nos traía la “Ostra nam jim” (lima, azúcar de palma, pimienta rosa y huevas de pez volador). Ostras, mi talón de Aquiles. Lo único que os puedo decir de esta maravilla fue lo que Marta comprobó viendo erizarse el vello de mi brazo. Una maravilla. La echo de menos. Seguíamos con “Sardina escabechada a lo tradicional“, limpia, tierna, jugosa y sabrosa. Un giro de estilos que no desentonaba en absoluto antes de recibir el siguiente platazo: “Caballa ahumada con ceniza de anchoa“. Parecía que el pescado estaba pasado de punto o seco pero nada más lejos de la realidad. El hilo conductor era esa ceniza que disuelta en la boca era la pareja de baile perfecta. Una vez más, Rebeca nos sorprendía.
Y ahora … vas y te comes una piedra, la “Piedra” de foie y choco blanco. El sabor del primero perduraba en el paladar jugueteando con el del segundo que revoloteaba entre los dientes. Mezcla cojonuda, para tener una bolsa de estos fósiles a mano. “Dumpling de zamburiña y gamba roja y su jugo“. Brutal. La cocina fusión que se marca la madrileña es de lo mejor que ha entrado en mi paladar. De allá o acá, de ambos, de “al doblar la esquina o cruzar Asia”, todo está perfectamente conjuntado en su mente y así llega a la mesa.
Y así, ¿qué os puedo contar de las “Kokotxas y curry verde“? Un bocado tan (para mi gusto) difícil de domar para gustos no acostumbrados y que, en manos de esta COCINERA, resultan una delicatessen. Flipantes. La especia hace que la dureza de la gelatinosa pieza se esconda para dejar paso a un bocado tan sutil como indispensable si váis (que tenéis que ir) a su casa. Dentro del top del menú, sin duda.
Pero a ese podium entraba dando codazos la “Vieira con gel de coco“, una modificación de sus clásicas navajas que le dieron el pase directo a Top Chef y que yo no había tenido la suerte de probar. ¿Para qué dar rodeos? Manjar de dioses, de los vuestros y de los otros, de los nuevos y antiguos. Brutal. El molusco no podía estar más perfectamente marcado. Mi chica y yo no pasamos la lengua por el plato porque la pareja de al lado nos miraba envidiosa. Turno para el “Dumpling de pato y trufa“, tal vez el bocado que más terreno perdía respecto a sus compañeros de viaje (y menudo viaje me estoy dando recordando). Sacado del resto de menú, un plato más que correcto pero que junto a sus excelsos vecinos no recibía todo el cariño que merecía. Al contrario que el de “Cerdo crujiente y menta“. Al ver la hoja tan grande pensé que tal vez no era la elección correcta pero para eso están los cocineros, para callarnos la boca con SABOR a los escépticos de pacotilla. Precisamente la menta era lo que redondeaba todos los sabores que explotaban en la boca. Una pasada. Rico, rico.
La casquería también tiene sitio en el menú de Rebeca con los “Fingers de pollo“, vamos, una manita del mismo de sabor brutal. Un cubo de éstas no viene mal en ningún momento. Tremendo bocado previo ensamblaje de guante de látex. Otro de los platos que tenía ganas de probar era la “Falsa alita Viet-Mex” que está elaborada a base de ternera y rebozada con cacahuete sirviéndose con salsita rabiosona de jalapeño. Siento repetirme … brutal. Otro bocado que te transporta y del que disfrutas al máximo. Como no sé cuándo mis circunstancias de hobbit me van a permitir volver (espero que pronto), teníamos la oportunidad de acabar con carne o pescado y, no haber probado el famoso “Rodaballo en su piel con cangrejitos fritos“, disipó cualquier duda. Platazo del que lo único que vuelve a cocina es el atrezzo. Ese rollo de comer con las manos, crujientes, saboraco de despedida … un clásico de Rebeca al que espero nunca renuncie ni olvide en su cajón.
Llegaba el final, los postres. Su “Tierra” (mascarpone, vainilla, Petazetas, Oreo …) y una “Crème Brûlée” con sus respectivas galletitas Berenjena que cerraban el viaje que nos había preparado tan a conciencia. Disfrutar de una sobremesa en su terraza, el complemento que faltaba para redondear aún más una jornada perfecta. Una terracita que es el tiempo de disfrutar en las noches que se avecinan.
Una más que grata y sorpresiva experiencia que os recomiendo sin pestañear. Los que conocen a Rebeca saben que es una tía muy curranta y auto exigente y todo eso se palpa en “La Berenjena Chamberí“. Un restaurante que va a dar mucho que hablar, estoy seguro. A mi ya me tenía ganado antes, ahora, soy de su club de groupies. ¡Gracias chicas!
@disparatedeJavi
Encantadas de haber podido hacer disfrutar a tu exigente paladar. Esta es tu casa! Un besazo
Un besico de los gordos … la próxima vez que vaya, entro en la cocina y me como todas las ostras que pille! 😉 jajajajjaa
Me encanta el artículo y los platazos!
Lo mejor es que si sólo has ido una vez aún te quedan muchísimas cosas por probar!!
Afortunado!!! 🙂
Yeeeees! A fe que volveré … tengo muchas cositas, sí, vigiladas que quiero meterme en la boca! 😉
Grazie!!!