Los que peinamos canas hemos crecido con la figura del “merendero de huerta” en nuestros paladares y recuerdos imperecederos. “La Chamba” ha sido mi última visita a otro de esos templos que aún sobreviven en la ya casi inexistente Huerta de Murcia. Lugar: Los Garres. Aquí, la #gilicrónica.
A 10 minutos en coche del centro de la ciudad se encuentra “La Chamba“. Como todos los días se aprende algo nuevo, el nombre del restaurante viene de una modalidad de tiro del tradicional bolo huertano. Más info, aquí. La pista queda cubierta junto a la terraza y dispuesta para ver la buena gente que aún conserva esta tradición. Y si en la arena del juego se mima el recuerdo, en cocina, también.
Con uno de esos días de “veroño perenne” que tenemos en Murcia, nos sentamos fuera a disfrutar de una buena jornada. Inciso para los progenitores de proles … una mini pista para darle a la pelota, unos futbolines, un parque hinchable, en definitiva, entretenimiento (y seguro) para las sobremesas. No hace falta que os guiñe el ojo.
¿Y qué mejor que entregarse con las pestañas plegadas al menú tradicional de merendero? Unas buenas tapas y una carne a la brasa es casi obligado (el arroz queda para la próxima. Las cabezas de cordero, también). Pulpo murciano de cocción perfecta y de sabor de siempre. Cojonudo, voy a ponerme campechano. Los caballitos, a pesar de que el tamaño me dibujaba mueca en la cara (no entiendo en qué momento se perdió “el caballito” para dar paso al “gambón enfundao”) llevan una masa que, aunque de grosor importante, no se hace difícil tragar. Para mi, lo más flojo, pero son mis gustos de incompetente, ya sabéis. Y la reina del tapeo murciano, exceptuando mi “Salmorejo Genital” (también me pongo ácido), la MARINERA. Algo que siempre camina sobre la inestable cuerda que te lleva a la tapa perfecta o a la caída desilusionante y sangrante cuando la rosquilla está blanda, montada al revés, con una ensaladilla seca o demasiado fría y finiquitada por una anchoa con más espinas que el jodido erizo de los seguros. No os voy a decir que es la mejor que me he comido en mi vida pero me calcé tres.
Y la brasa … siempre la brasa. ¿Pollo o cordero? ¿O los dos? Pues un poquito del segundo para los nenes (que me encargué de probar y estaba perfecto) y el gran sobrevalorado de la fragua, el pollo, con un toque cítrico del que sabe la receta. Que no falte su incuestionable acompañamiento de unas pataticas a lo pobre. Tierno y jugoso. Más cerveza. No suelo ingerir tanta cantidad de comida pero, llevado por lo jodidamente a gusto (ahora, expresivo, me ha subido la cebada) que estábamos, allí que primero me tragué un pan de Calatrava (mejorable, cierto es) y, a continuación, una leche frita (mi postre preferido) digna de la que podría salir de la Loba Capitolina: ¡Para fundar un Imperio! Sencillamente deliciosa.
¿No vamos a terminar la faena como se merece? Sin duda, un asiático por favor. Un pelín pasado de Licor para mi, pero genial en ese momento del día y digestión. Pues eso, casi echamos el día completo merendando unos montaditos de salchicha.
Gracias “Ansia Viva´s” por llevarme. Un sitio más que eficiente en todos sus sentidos y a anotar en la lista de imprescindibles en su liga.
El servicio de chavalada joven igual de delicioso que lo que desfiló sobre el mantel. Un servicio debe ser un buen servicio en la huerta o en el esfínter del muñeco Michelín y, el de “La Chamba“, lo es.
Su cocina, un regalico para el paladar de los recuerdos y las buenas costumbres.
@disparatedeJavi
Miy buen sitio, buena atención buenos precios y sitio de lujo recomendado
Sí, señor, un indispensable en categoría “merenderos de huerta/recuerdos”.