El Mesón Prior es de esos lugares que se echan de menos en el centro de Murcia. En una época donde, si no utilizas “fuegos de artificio” o abrazas la vanguardia como modus operandi se te puede tachar de “viejuno” o anticuado, José Prior ha optado por seguir una línea de seguridad pero no por ello fácil: el buen producto y su respetuoso tratamiento siempre dirigido a clavar el SABOR.
Carne, pescado, marisco y diversidad de producto y de primera calidad se aglutina en mostrador. Te transporta a otra época en la que este tipo de establecimientos era “lo habitual”. Refrescando viejas costumbres y ambientes. Un local que puedes encontrar en cualquier esquina de Madrid pero que en esta ciudad se difuminó hace mucho.
Comimos en el pequeño saloncito pero la terraza invita a echar esos raticos con tu gente disfrutando de la luz de Murcia. Comenzamos con una serie de aperitivos: una quisquilla sabrosa y perfecta de sal. Tal vez le sobraba un pelín de cocción pero no lo suficiente como para no disfrutarla como debe. Como buen murciano que no entiende un aperitivo sin una buena cerveza deciros que aquí las tiran magistralmente. Un detalle que tal vez se da por hecho por estos lares pero que no todos ponen en esto el respeto que se le debe a nuestra bebida favorita. El plato más “cuco” fue la brandada de salmón y piña y la de atún y aceituna. Al escuchar salmón me puse en guardia puesto que ese pescado y yo tenemos problemas desde hace tiempo pero al meterlo en la boca ese temor se difuminó como un azucarillo. Trato suave y sutil el que le dan que, francamente, me sorprendió. Eso sí, para mi gusto y por mis manías, su acompañante me encantó. No esperaba elaboraciones así en lo que todos entendemos por “mesón”.
Enseguida llegó el que es uno de los platos estrellas de Prior: el pulpo. Jugoso, tierno y con un sabor de los que te quedas escudriñando un buen rato puesto que no es el típico que conocemos. No pude sacarle ni un gramo de su secreto a José pero volveré para seguir intentándolo. Sin horno ni olla que valga lo prepararan en una cazuela y el resultado es grandioso. Cuando aún seguíamos disfrutando del octópodo vimos llegar el clásico de los clásicos del tapeo: la marinera. Inmediatamente un detalle nos llamaba la atención: la anchoa. Una señora anchoa limpia, reluciente y sin una sola espina. Para comerse tres seguidas.
Un bocadito de codorniz, jamón y chip fue el siguiente plato. Muy divertido sin desmerecer el sabor. En su punto. Mención debo hacer del servicio. Rápido, ameno, cercano y atento. Sin florituras. A pesar del ruido que se pueda dar por hecho en este tipo de lugares las comandas marchan sin ni siquiera enterarte. La pantalla que adorna el salón es un cuadro más únicamente dispuesto para las personas que acuden solas. Pasa desapercibida enseguida una vez la comida desfila ante ti. Reclamo necesario también para esos “currantes” que acuden a por el menú.
Pasamos a la infantería. Un “mezclaito” de marisco (brotes a parte) se plantaba en la mesa desprendiendo un color que te hacía no pensártelo dos veces a la hora de utilizar las falanges. Los mejillones perfectos en cocción sobresalían sobre todo lo demás. Almejas y berberechos no desentonaban. Tal vez un punto menos de cocción y salsa resaltarían más el producto. La cigala y gamba “se pelaban solas”. El mejor indicativo. A estas alturas mi estómago empezaba a dar señales de auxilio. Ya sabéis, no suelo engullir mucho pero José nos convencía para dar el remate a la muy buena comida de la que estábamos disfrutando hasta el momento.
Por cierto … nada de olores a parrila, aceite o similar teniendo la cocina abierta junto a la barra. Muy de agradecer. Con éstas aparecía un plato de ensalada con aspecto atrayente. Quizás algo sobrecargada y sobrándole la reducción de Módena. Pero el sabor del tomate y el atún te hacían olvidarlo rápidamente. Y para acompañar qué mejor que carne de buey al punto … mejor dicho, al perfecto punto y de un sabor que hace delicias en la boca de carnívoros sin perdón como el que suscribe.
Un cierre más que adecuado a todo lo que José Prior nos ofreció. ¿Y qué es una comida sin un toque dulce con el que marcharte agradecido? Ni corto ni perezoso nos ofrecía una muestra de las cuatro “tartas” que se prepararan en el local. CASERAS, CASERAS. Pan de Calatrava, Moca, Queso y Abuela. Sin duda, la que sobresalía, la tercera. Mucho tiempo hacía que no probaba una suavidad y SABOR semejante en ella. Y parece sencillo, ¿verdad? Pues no lo es tanto. Como todo, hay que ponerle profesionalidad. Todo esto se percibe en los platos que se sirven en este local. De principio a fin.
En definitiva, como os he dicho al principio, tal vez no sea el tipo de local “de moda” pero, lo cierto y verdad, es que el “mesón” ha vuelto a Murcia y en Santiago el Mayor han decidido que lo haga como se merece.
Producto, sabor e ilusión al servicio de nuestros gaznates. Volveré … seguro.
Anotad la dirección:
30012 MURCIA
Lo has bordado, los que tenemos el placer de contar con sitios así a la vuelta de la esquina, hacen que no te aburras de ir una y otra vez.
Gracias César … da mucho gusto ver que sitios así sigue habiendo en Murcia … gastronomía lo es todo! No solo estrellas y sifones 😉