Que Amazon Prime y HBO sean, posiblemente, las plataformas de streaming con mejor contenido es algo indubitado para el que teclea. La nueva serie que acaba de finalizar (o al menos, eso parece) es otro de esos pequeños tesoros que en ellas encuentras. Nicole Kidman se pone al frente de un reparto sencillamente extraordinario en Nine Perfect Strangers, una terapia tan peligrosa como necesaria. Aquí, la #gilicrónica. Sin spoilers.
Esta miniserie narra la historia de nueve personajes sumidos en una crisis existencial insuperable por medios propios. Cada uno con su miseria, tristeza, rabia, angustia, aburrimiento, nostalgia y necesidad de pedir ayuda. Esa que tanto nos negamos muchas veces. Contra la que luchamos por temor a ser tachados de algo más que de ser humanos. La terapeuta rusa, el hilo al que todos querrán enhebrarse en un entorno espectacular, tanto psicodélica como espiritualmente hablando. Mochilas demasiado pesadas que se irán descargando conforme avance el tratamiento y los vínculos creados, a priori débiles como el barro, se conviertan en tiritas inamovibles con la ingesta de opioides.
Es una de esas series de personajes que tanto me gustan. En las que la historia no es otra que la de ellos mismos. En esto es en lo que verdaderamente triunfa Nine Perfect Strangers. Todos y cada uno terminan enganchándote por una u otra razón. Especial y brutal mención a la interpretación de Michael Shannon y Regina Hall, a los que solemos ver en papeles de villano o tipo chungo (sus rasgos faciales son los que son), el primero, o en películas delirantes americanas que parodian este o aquel estreno de éxito, la segunda. Napoleón y Carmel. Tremendos. Masha (la Galadriel de Woodstock), Francis y Tony, otro trío imbatible.
Conocer el diario craneal de los pacientes. Abrir puertas que nunca creerían cruzar. Cruzarlas. Tirar lastre y modelar el que nunca podrás soltar. Aprender a apreciar todos y cada uno de los detalles que envuelven tu existencia y a los que no prestas la atención necesaria. Valorarlos. Escupir miseria. Mejor fuera que dentro. Recoger del prójimo. Saber que estás más cerca de él de lo que piensas. Admitir que debes pulirte, desparasitarte y quererte. Hacerlo.
Este coaching no se para en mierdas vacías e impersonales escritas en tazas.
Para mi, la semana en Tranquillum ha terminado más que satisfactoriamente. No me apetece volver a pasar esta terapia. Y no porque no haya hecho efecto, sino precisamente por todo lo contrario: me ha resultado maravillosa. Aunque sea consciente de que es más que probable que pasemos por revisión médica anual.
Deberíais darle una oportunidad a este balneario. Os vendrá muy bien.
@disparatedeJavi