El sábado tuve la oportunidad de disfrutar de uno de los locales con solera de La Latina, Madrid, la “Taberna Matritum“. A estas alturas más de uno la conoceréis de sobra. Para vosotros y para los que no, aquí mi #GastroDisparate de hoy.
Vaya por delante que, para la ocasión, cena con mi chica, el local es cuasi perfecto. Apartado del algarabío y escándalo habitual de la zona, en plena Cava Alta, disfrutamos de un más que buen ratico únicamente empañado por el tiempo excesivo entre plato y plato. Si bien al servicio de sala no se le puede poner “pero” alguno, el de cocina me sorprendió por su extraña lentitud. En nuestro caso lo pasamos por alto, no teníamos prisa alguna pero, aún así, rozar los 15 minutos entre uno y otro me parecía incomprensible viendo el aforo y la comanda.
Si sois amantes del vino dejaos aconsejar por las chicas de sala sin dudar. La carta es corta pero con una variedad y extensión más que solventes, completada con varias opciones fuera de ella. Un acierto. Para comenzar se nos sirvió un aperitivo de la casa, una crema de queso con garbanzos de wasabi que formaban una pareja de baile perfecta.
Nos decidimos a compartirlo todo, comenzando con unos “Berberechos gallegos “gordos” al curry rojo” que, en esta ocasión, fueron almejas. Personalmente agradecí el cambio. Perfectas de cocción, de capsaicina y sabor. No pudimos resistirnos a mojar el pan (de masa madre, claro) hasta devolver el plato limpito a cocina. Lo siguiente fue un “Carpaccio de ternera ahumado con helado de albahaca” que corrió la misma suerte que su predecesor. La falta de sal empañó un poco la frescura y eficiencia del plato pero el helado de albahaca camuflaba en gran parte el olvido del cocinero.
Llegaba el, hasta la fecha, tuétano más espectacular que ha entrado en mi paladar: “Asado y laqueado con coral y tartar de carabineros“. Babeando me hallo golpeando la tecla y recordando la brutalidad de su sabor y textura. Para chuparlo de arriba a abajo cual homo neanderthalensis. Una maravilla. La espera mereció la pena. El mejor plato, por goleada. Decidimos terminar el homenaje carnívoro con un “Tonkatsu de secreto Ibérico con mostaza japonesa” que disfrutamos con la sonrisa del manjar anterior y con la que mantuvo éste.
¿Y qué es una comida o cena sin un cierre dulce? Pues a por la “Espuma de crema catalana con helado de yuzu“. Meter la cuchara, tocar fondo, ir levantándola poco a poco y a la boca. Deliciosa, no puedo deciros más. Una bajada de telón “canchera y jugona”.
Lo dicho, me encanta “llegar tarde a los sitios” para disfrutar sin paño visual alguno. En Taberna Matritum disfrutamos mucho. Tal vez haya platos que, a mi gili saber leal y entender, estén “fuera de precio” y el tiempo que cocina invierte entre elaboración y elaboración sea incomprensiblemente excesivo, pero lo que buscábamos el sábado lo encontramos allí y la sonrisa no se esfumó en momento alguno.
Más de uno me habéis pedido que en las #gilicrónicas os facilite un poco más de info sobre los restaurantes, no vaya a ser que sudéis sangre pinchando en los enlaces que dejo en el texto o gastéis 5 segundos tecleando en Google su nombre. Hoy haré una excepción y os concederé ese deseo. No os acostumbréis.
Taberna Matritum, Cava Alta, 17, Madrid. Teléfono 913 65 82 37
Precio medio persona: 45€.
@disparatedeJavi