Al grano. Mis vacaciones empezaron tachando una de mis tareas de “la lista”. Conocer en persona a Alberto Chicote y, por supuesto, cenar en su flamante Yakitoro. Lo primero que me gustaría reseñar es la nobleza, humildad y buen rollo (en todos los sentidos) que despliega la “crew”. Cuando uno llega a un sitio siempre le gusta sentir lo más parecido a ese “qué a gustico estoy” que diríamos por esta tierra. Lo consiguen, sin duda. Desde el chaval de la entrada/mesas/reservas, hasta el barman, como el camarero que nos tocó a nosotros (nos echamos también unas cuantas risas). Con esto, ya hay mucho ganado para disfrutar. Lo segundo, el trato igualmente recibido por el propio Alberto, un tío sincero, majete y muy cariñoso … y si alguien tenía duda, CURRANTE. Tanto él como su chica (@inmacu06) no pararon y estuvieron a piñón. Nos pusimos en manos de él y, ¡Qué os voy a decir! Cenamos de auténtico LUJO probando sabores y contrastes geniales. Unas veces partiendo de base clásica (como el bacalao o la berenjena), otras de su cabecita. Siempre RICOS. Pero RICOS.
Todos sabéis que ni soy crítico ni, francamente, sé si sería capaz de hacerlo con el rigor que se presume. En lo que no pestañeo es en decir lo que siento y pienso y, por ello, solo puedo decir que todo estaba realmente COJONUDO. Pero sí hay algo que destacaría por encima de lo demás que caté es, sin duda, el tuétano con lascas de atún (siempre se aprende escuchando, siempre) y el calamar “fuera de carta” que tuve la suerte de deshacer literalmente en la boca con solo mover la lengua. Desde entonces, y si me lees Alberto quiero que lo sepas, sueño y saboreo en la boca esos dos platos. Y lo digo, MUY EN SERIO. ¡Qué bueno, coño! Aunque el Marshmallow y el Helado de Wasabi me hicieron terminar con una sonrisa de oreja a oreja la cena. Antes el arroz, el pollo frito, la burrata, las papas, el ceviche y con ellos, y el crumble de manzana … pues eso, que salí estupendo. Vamos que, como le dije a su responsable, GRACIAS ALBERTO, he estado de auténtico lujo y ha sido todo un placer conocerte en persona, que ya era hora, je, je, je. Nos volveremos a ver seguro.
Y, hoy mismo, he descubierto tras patear como un “pollo mareao” las calles de este infierno de asfalto, un restaurante que me ha ganado desde el minuto uno que pisé la puerta eléctrica. Tal y como os decía con el Yakitoro, ésa sensación de “mmmm …. (suspiro)“. Porque, al igual que en “casa” de Alberto, me han recibido casi instantáneo con una buena caña (entonces, caté la de ellos y mola mucho! ): Restaurante “Por Herencia”. El trato ha sido encantador, amable y amigable desde nuestra recepción. Han sido comprensivos con los “gustos culinarios” de los más peques y se han adaptado de inmediato sin un “pero” que valga. A los adultos, los huevos rotos con foie y trufa, la parrillada, la ensaladita y, sobre todo, esas manitas de cerdo ESPECTACULARES y la leche frita de igual rango, nos han conquistado de pleno. Todo estaba, pues coño, si es que solo hay una forma de decirlo: RICO, pijo! (*murcianico dixit). Otro lugar que apuntar en la agenda de la Ciudad. Os lo recomiendo mucho.
“Pero todo no puede ser bueno“, dicen. Y dicen bien. En el tiempo que he pasado en mi amada Manga del Mar Menor, he podido saborear el otro lado. El lado oscuro del lugar que se abandona progresivamente. Hace días @weezermij lanzaba el hahstag #SOSChicote para recibir sugerencias para próximas ediciones de Pesadilla en la cocina. Sin dudar, tuiteé estos tres: Restaurante Katy de Cabo de Palos, Pizzería Trastevere y el Área. El primero lleva años de mal en peor y parece que cada año aumenta un poco más el tiempo que tarda en servir una paellita. Para hacérselo mirar de una vez con el sitio tan cojonudo que tienen y con lo que eran. ¡Ojo! Que no hablo de alta cocina, hablo de arrocicos playeros. La segunda, era una pizzería que yo vi abrir. Y bien ricas que las hacían. Lo que comí el otro día, ni atisbo de lo que eran. No se podría decir que fueran las que una abuela napolitana hiciera a sus nietos, pero eran bien resultonas. Ahora, ni tomate frito en la base, masa cruda, ingredientes escasos y pasados de cocción, otros pedidos y olvidados, y un precio NADA acorde con lo engullido, no degustado. Y unos conceptos cobrados que, en fin, no tengo más gana de recordar porque fue todo un bajonazo. Espero espabilen porque solo con esforzarse un poco volverían, al menos, a RESULTAR, que ya es un trocito de camino. ¿Y qué decir del tercero? Cuando uno va de lo que van ellos, no puedes servir la mediocridad que presencié la otra noche. Congelados, verdura pasada, carne dura como las pelotas de un mandril … y por supuesto, un precio acorde con el pensamiento del Jefe de Cocina. Hacía años que no iba, y la vida sigue igual.
¿Le damos caña a ese hashtag?
Termino este manifiesto insoportable recordando que esta noche arde Twitter con el estreno de la 2ª temporada de Top Chef y la vuelta de las #GiliCrónicas y los Michelines de rigor a la saca (ya son varios los borradores que tengo …)
Pd.- Esta semana también hablaré de “El Capitán” (Cabo de Palos), se lo debo a alguien …
Pd.2- La agenda y evolución planeada no llevó su destino lineal (como casi siempre) y no pude ir a “La Sopa Boba” a ver a Fernando (promesa por cumplir).
@disparatedeJavi
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