Y mis sueños se hicieron realidad con la llegada de Gandhi a Murcia. Lo mío con la cocina hindú roza la adicción irracional. Lo admito sin pestañear. El domingo pude saciar mi ansia acumulada de meses sin poder sentarme a la mesa de un restaurante así.
Y eso que, el comienzo, no fue muy bueno. Pasaron más de quince minutos – tal vez alguno más – hasta que la camarera se acercaba a nuestra mesa a preguntar. Con ese tiempo ya teníamos decidido qué pediríamos, eso sí. Unos papadums con sus salsas, el aperitivo obligado. Que a estas alturas sigan cobrando este entrante (0,80) me parece ridículo. Debería ser de obligado servicio para todo comensal que se siente, quiera o no lo quiera. Pero ¡ea! Cada uno en su casa gestiona como quiere. Excepto por un popurrí de pepino, tomate y cebolla sin sentido, el resto de las salsas eran lo esperado, sobre todo mi preferida: mango picante. La calidad de la torta de lenteja era “justa”.
La pakora de verduras y la mix grilled tandoori subieron (no era difícil) el nivel de su antecesor. La primera con la cantidad justa de especias y garbanzo y, aunque las he probado mejores, no desemerecían en absoluto. El mix, perfecto de cocción y sabor. ¡Ahora sí! Estábamos comiendo en un hindú. Inciso: si somos cuatro comensales y la ración de pakora suele incluir tres piezas, obligarnos a pedir dos me parece un atraso. Aunque, habiendo trabajado para personas de aquellos lares, entiendo que su mentalidad les indique que es lo correcto.
A punto de llegar la infantería, pedía mi segunda Cobra dispuesto a dejar que ardiera mi paladar, estómago y cráneo con uno de mis platos preferidos: el Vindaloo. Acompañado de arroz Pilau y Naan de coco, pude sentir cómo es tener lava por saliva. Realmente espectacular el nivel hot que le meten aquí. Es lo suyo, todo hay que decirlo. El segundo plato elegido fue un Korma de pollo para suavizar la digestión: sencillo, suave y correcto. No se puede negar que el toque característico de especia se lo dan.
De postre no pude resistirme a pedir y recomendar a mis ilustres acompañantes un gulab jamun. Lástima que solo les quedara una ración (dos piezas) para los cuatro. Tampoco fue un agravio ya que, tras la cantidad de comida ingerida, agradecimos el fallo, dejándonos un sabor dulce en la boca … perfecto.
En definitiva, los amantes de esta cocina estamos de enhorabuena con la llegada de Gandhi a Murcia. Años me he pasado sufriendo por no disfrutar de uno de éstos y, hoy día, al fin, lo tenemos. Relación calidad – precio más que acorde. Eso sí, más vale contratar a algún camarero más. Ayer, no teníamos prisa alguna. Otro día, quién sabe. Volveré.
@disparatedeJavi
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