… y que viva “Madriz” y estas dos tías! Como buen Hobbit me declaro amante de la “cultura del tapeo”. Probar distintas cosas sin esposarme a unos platos gigantes que me impidan seguir degustando sabores, es lo mío. De ahí mi apoyo absoluto a la gastronomía actual de “esencias en tarros pequeños”. Comer poco (como dirían las madres), pero saborear mucho. Excesos cometemos todos, pero “hoy no es ese día”. ¿Y qué mejor excusa entonces para acudir al barrio de Lavapiés? Un cambio de planes a última hora me hizo adelantar mi visita a La Berenjena. Pero, al menos, pude ir.
Nada más llegar me enamoré de la fachada (protegida por la Comunidad de Madrid). Esas entradas de “toda la vida” que ya suponen un pequeño empujón para decidir poner el pie en el umbral, al fin libre de andamios como hasta hace bien poco. Nos recibía Marta con una sonrisa de oreja a oreja. Mejor comienzo imposible. Y, entre caña, arroz y migas (ñam!) salía ella, Rebeca, vestida de faena. Todo un encanto, para qué os voy a decir lo contrario! Como siempre digo en mis visitas “privilegiadas”, el resto queda para nosotros.
Si bien ese pequeño adelanto de planes nos privó de probar toda su cocina por el cierre de MercaMadrid, lo que metimos en nuestros gaznates estaba RICO, MUY rico. Una vajilla que vuelve inmaculada a la cocina, es la mejor señal de que “algo estás haciendo bien”. Empezamos por los crujientes de langostinos y mayonesa de soja seguidos de la exitosa ensalada caprese, cuyo aliño, me encantó. Y con tomate … de verdad! Todo un clásico sabrosón como el tataki de atún de tercero para dar paso al plato que más disfruté: la carrillada. ¡Tremenda! A los que no seáis amantes de este tipo de platos olvidad vuestras reticencias visuales y craneales y pedidla. A estas horas y recordando su sabor, salivando me tenéis. El plato, una vez más, al laboratorio culinario como el culito de un bebé: resplandeciente tras practicar el “mojeting”. De verdad, deliciosa. Como quiera que, a pesar de las apariencias, no soy de comer en demasía, decidimos probar algo más y terminar con el carbón de merluza. Seguramente lo más flojo en cuanto a sabor, pero no a ese término que tanto pone, “ejecución”. Je,je,je … Hay que decir que la merluza y yo, no somos muy amigos, así que ya partía en desventaja con el resto engullido. Con muchas ganas de probar varias cosas (por supuesto las navajas) me quedé, pero el azar quiso para mi una fecha un tanto dificultosa para poder hacerlo. Y es que, Rebeca, no aglutina producto en sus neveras y no te miente a la hora de contarte lo que ese día tiene. Y eso, para mi, es un detallazo. Milongas, las justas, por favor. Donde mejor se está es con gente así (como en mi visita a La Salita o Yakitoro).
El postre cumplió a la perfección su función que no es otra que terminar un gran ratico con un gran recuerdo “en boca” (jejejejeje). Tierra de Oreo con crema de queso y menta, tal vez para muchos algo simple, pero de efecto más que certero. Una vez más y como diría un genio, “rico, rico“. Todo perfecto para degustar los mojitos que allí preparan con muuuuuuucho cariño. ¡Se me olvidaba! El hilo musical … para mi, fundamental en este tipo de sitios: cojonudo. Clásicos uno tras otro que hacían pasar del postre a la sobremesa/copa de muy buen rollo y si nos quedamos un ratico más, nos volvemos a sentar para cenar. A punto estuvimos, ojo.
Seré pesado … sí, posiblemente, pero es mi mejor “crítica”: “sentirte como en casa, para mi, no tiene precio” y así me hicieron sentir estas chicas (mi vejez craneal incipiente me impide acordarme del nombre de la chica de la barra). Un trato informal pero con respeto (como creo debe ser), con alegría y fe por lo que uno hace y con humor, siempre con humor. A gusto, muy a gusto. ¿Fotos? Los platos debéis probarlos, no mirarlos. ¿Con ellas? Pues sí, un detalle que se nos pasó por las circunstancias pero que, en breve, subsanaremos en un ambiente más relajado.
Un sitio más que recomendable para disfrutar de la cocina de una mujer que se ha hecho a sí misma y que sigue teniendo ganas infinitas de aprender y crecer. Y eso, sabéis que son debilidades del que suscribe.
¡Gracias chicas!
#Volveré
@disparatedeJavi
Y el gustazo que da darte de comer! Muchas gracias por este regalo!ver nuestra casa en el disparate!!!que super honor!un abrazo!
No es un regalo … es gratitud por hacerme sentir tan bien en todos los sentidos … 😉